Esta
sección recopila
notas y artículos
que abren la
discusión o
inflexiones ante
diversos juntos de
vista.
La intención:
proseguir el sondeo
en la opinión
pública -que
comenzamos en 2013-
en torno al
deterioro o crisis
de confianza,
credibilidad, ética,
transparencia, etc.
Continuamos
registrando un
denominador común en
la "falta de
legitimidad".
Pero ¿de qué
hablamos al hablar
de legitimidad? ¿Qué
significado y cuál
es su alcance? son
las cuestiones
latentes, al
registrar su
conceptualización
aún confusa.
Nuestro propósito:
intervenir según
interpretamos ante
el vacío de formas y
mecanismos al
validar las acciones
públicas o privadas
y de reconocer a los
medios de
comunicación como
informadores de
noticias o
formadores de
opinión.
Nos importa y ocupa
que las diferentes
opiniones,
comentarios,
sugerencias y
oposiciones sean
constructivas, que
aporten al sentido
de vernos y parecer
responsables desde
las posiciones de
todos nuestros
grupos de interés,
con respeto,
reciprocidad y
autocrítica. |
Acercamos nuestro
correo para comenzar
a interactuar.
Muchas gracias info@codigor.org
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Pacto Global: ¿esto es
todo?
Antonio Vives -
Principal Associate, Cumpetere www.cumpetere.com
El Pacto Mundial consiste en un conjunto de de diez principios
que propusieron las Naciones Unidas a manera de guía para la
conducta responsable en los negocios del sector privado. El
Pacto incluye principios sobre la protección de los derechos
humanos, estándares laborales, medioambiente y anticorrupción,
derivados de los principios, convenciones y declaraciones ya
existentes de la ONU respecto de estos temas. En algún sentido,
puede decirse que no agregan mucho al conjunto ya existente de
regulaciones internacionales “suaves”, pero también puede
afirmarse que agregan valor en el sentido de que los mismos
condensan diez principios fundamentales de un grupo más
voluminoso y engorroso de documentos, que muy pocas personas
leen y que pueden resultar abrumadores. Un buen resumen, un
nombre atractivo, promocionado por una institución respetable.
Un alto potencial.
Como conjunto de principios, el Pacto Mundial es una guía muy
útil, principalmente para las grandes empresas que se encuentran
expuestas al interés de los medios, las organizaciones de la
sociedad civil y otros actores prominentes. Pero, por su misma
naturaleza, resultan demasiado generales y no pueden tomarse
como una guía de acciones. La adhesión al Pacto por parte de
alguna empresa se transforma simplemente en una declaración
política de buenas intenciones, a menos que estas intenciones se
transformen en acciones. Las empresas pueden profesar su
adhesión a estos principios y, a cambio, publicitarlo para, con
suerte, obtener algún beneficio de esto. Actualmente existen más
de 5.800 miembros, incluyendo empresas (4.444 de las cuales
3.747 se encuentran activas), ONGs y asociaciones sin fines de
lucro. En Brasil hay 243 miembros (179 empresas), en Argentina
177 (138 empresas) y en un pequeño país como Panamá 92 (51
empresas). Las compañías firman una carta de compromiso
declarando “… expresamos nuestra intención de impulsar estos
principios dentro de nuestra esfera de influencia. Estamos
comprometidos a incluir en nuestra estrategia, cultura y
operaciones diarias de nuestra empresa al Pacto Global y sus
principios…” Hasta aquí, todo bien.
La adhesión implica que la empresa deba llevar adelantes sus
actividades de acuerdo con los principios y promueva el
desarrollo responsable. Estas actividades no se encuentran
especificadas, más allá de los principios generales, son
voluntarios y no exista ninguna obligación de hacer nada en
particular. No existe ninguna penalidad por no hacer nada en
relación al acatamiento con los Principios. El Pacto Global no
posee la capacidad para verificar las actividades de las
empresas y, mucho menos, de comprobar que estén realizando
cualquier tipo de contribución. En respuesta a las críticas, el
Pacto Global instituyó la obligación de informar acerca de las
actividades llevadas a cabo por los miembros durante el
cumplimiento de los principios. Esta es la ÚNICA obligación
verdadera y consiste solamente en informar aquello que se esté
realizando, sin importar el alcance del impacto o, incluso, si
no están haciendo prácticamente nada.
Con el cumplimiento de este requisito de reportar algo, los
miembros mantienen su condición de miembros de pleno derecho. La
única penalidad es ser expulsados por no cumplir con la
obligación de informar y esto únicamente tiene lugar luego de
TRES años consecutivos de no informar. En junio de 2008, 630
empresas fueron retiradas de las listas por no cumplir con este
requerimiento en los últimos tres años. Claramente, algunos no
tenían la intención de hacer nada, ni siquiera molestarse en
enviar un informe diciendo que no habían hecho cosa alguna. Ya
era hora. Esto resultó ser una mejora.
El Pacto Mundial cuenta entre sus miembros con muchos líderes en
prácticas responsables y empresas que realizan una contribución
significativa con el desarrollo económico y social pero, como en
muchos otros casos, las empresas irresponsables sacan provecho
de aquellas que son responsables. Existen también muchos
miembros irresponsables o indiferentes.
Si bien los principios resultan una guía útil, tienen un impacto
en aquellas empresas que, de cualquier manera, hubieran llevado
adelante prácticas responsables, más allá del Pacto Global, pero
que desean aprovecharse de la exposición pública adicional. Pero
a estas firmas responsables la membrecía al Pacto Global no les
agrega mucho valor ya que la misma debería ser valiosa para
aquellas compañías que están iniciando o profundizando sus
prácticas responsables, pero para que el Pacto Global agregue
valor, debe volverse un club más exclusivo, uno que implique un
“costo de membrecía”, es decir, uno que exija una conducta
responsable a todos sus miembros. Tal como se plantea en la
actualidad, la membrecía resulta verdaderamente gratuita, sin
ningún costo; de tal manera que cualquiera puede asociarse y
sólo será expulsado luego de tres años de no reportar lo que
hace por los diez principios. No preguntemos si hacen algo o no.
La continuidad de la membrecía debe ser sujeta a un examen más
riguroso que la entrega de un simple informe de vez en cuando,
cuyo contenido no es sujeto de análisis. Quizá existan
demasiados miembros para un club como el que se plantea, que
admite a cualquiera, y la membrecía se haya devaluado.
Los directivos del Pacto Global siempre han mantenido que nunca
se ha pretendido que el Pacto sea un instrumento de control, que
es solamente un instrumento de crear conciencia. No obstante,
han creado mecanismos, como la membrecía y lo que ello conlleva,
que van más allá de la difusión de los principios.
Adicionalmente, han expandido la membrecía a instituciones,
asociaciones y organizaciones, por ejemplo, asociaciones
gremiales, empresas consultoras y organizaciones de la sociedad
civil que tienen poca o ninguna acción relacionada con los
principios, que también capturan beneficios sin incurrir costos.
Lamentablemente está siendo abusado por empresas e instituciones
irresponsables, o cuando menos, indiferentes, que “usan” el
nombre del Pacto y su membrecía para crear y difundir la
impresión de que tienen practicas responsables. Para que las
prácticas responsables rindan frutos decimos que “no solo hay
que serlo sino parecerlo” o sea, que las partes interesadas
deben saber que la empresa es responsable y actuar en
consecuencia (a menos que se quiera ser responsable sólo por
razones morales o éticas). En el caso del Pacto Global ocurre
todo lo contrario, muchas son las empresas que pretenden
capturar los beneficios sin los costos, que usan el Pacto Global
para “parecerlo sin serlo”.
Aunque resulte políticamente complicado para un organismo
multilateral realizar un juicio de valor sobre la conducta de
una empresa, no puede evitarse este paso si se desea que el
Pacto Global continúe manteniendo su credibilidad. Alguien lo
tiene que hacer. Como mínimo, debe alentar a las organizaciones
de la sociedad civil a que monitoreen, por su cuenta, a los
miembros del Pacto Global, y que estas informen acerca de las
prácticas responsables de las empresas. Tal como se plantea en
la actualidad, el Pacto Global corre el riesgo de volverse
irrelevante en asegurar prácticas responsables. En la práctica,
la contribución se ha visto limitada a aumentar la conciencia
sobre la necesidad de llevar adelante prácticas responsables,
aunque es difícil decir si esto se tradujo en algún tipo de
acción.
Para mayor información sobre el Pacto Global, consultar
www.unglobalcompact.org/ y para una mirada crítica consultar
www.globalcompactcritics.blogspot.com/ |

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Certificaciones y reportes de sostenibilidad. Más allá
de selfies bobas.
Adrían Lerer
Si bien puede sonar políticamente incorrecto, nunca
termino de entender cierta obsesión de las empresas por
recolectar, como trofeos de guerra, certificaciones
ambientales y sociales y reportes de sostenibilidad
coloridos y muy bien impresos.
Quizá sea por una convicción práctica, tras tantos años
de experiencia.
Con situaciones de certificación aún más “duras” en
contenidos y mediciones como la de calidad ISO 9001, un
riesgo real que he debido combatir es la carrera por el
papelito, que invade a los responsables operativos, que
no buscan mejorar los procesos sino lograr que el
certificador de turno tilde su listado y entregue el tan
deseado certificado, que se transforma en un fin en si
mismo, y no, como debería ser, en un medio de mejora
continua.
Ese mismo riesgo se tiene en certificaciones
relacionadas con la gestión ambiental, como las que se
otorgan bajo la norma ISO 14001.
Lo mismo he visto que ocurre con los llamados reportes
de sostenibilidad, balances sociales o similares.
Como si se tratara del balance contable, ingentes
recursos y energía se vuelcan al cierre del ejercicio
para volcar acciones “bonitas” en un informe que algunos
hacen, muchos reciben y caí nadie lee.
En ambos casos (certificaciones y reportes) , creo, el
espíritu y las acciones concretas deben primar sobre la
tentación selfie, una especie peligrosa y
autocomplaciente de narcisismo 2.0.
Si bien tan malo como no hacer nada y comunicar mucho,
como hacer mucho y no comunicar nada, hay que entender
que el principal destinatario de las acciones y
comunicaciones debe ser la comunidad interna y externa.
Y que lo importante esa lo que se hace para generar
valor compartido, no el marketing vacío.
////// Con énfasis en la prevención y el respeto (del
que se ha dicho con verdad que es el “valor cuya función
es evitar la destrucción”, les propongo avanzar juntos.
http://adrianlerer.wordpress.com/about/
sic Fuente: recibido
por Linkedin |

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Recicladores de
Materiales Sólidos y de Personas, Leonardo Boff
Del 28 al 30 de octubre se celebró en Brasilia el 12º
Festival Basura
y Ciudadanía: reciclando por un mundo mejor. Allí
estaban más de mil recogedores de material reciclable
separado en los vertederos de las ciudades, venidos de
todas partes del país. He podido participar emocionado,
pues acompañé durante muchos años a los recicladores de
basura del gran vertedero de Petrópolis.
Viendo aquella multitud que llenaba una sala inmensa,
abrazándose y conociéndose por primera vez o
reencontrándose, alegres y festivos, con sus ropas
sencillas, en su gran mayoría afrodescendientes, yo me
preguntaba: ¿quiénes son esos? ¿de dónde vienen? Y me
pareció escuchar una voz interior, igual a la del libro
del Apocalipsis, capítulo 7,13 que dice: “Estos son los
que vienen de la gran tribulación”, los supervivientes
de la dura batalla por la vida, honrados porque
valientes y victoriosos afrontaron solos, muchas veces,
arduas luchas para ganar el propio sustento y el de sus
familias.
En Brasil existen entre ochocientos mil y un millón de
recicladores/as de materiales sólidos y reciclables. Con
el aumento del consumo se producen muchos residuos de
todo tipo, orgánicos y sólidos como cartón, plásticos,
aluminio y vidrio que son reciclables. Se calcula que
cada brasileño produce 1 kg de basura al día
especialmente en los centros urbanos. Según el IBGE de
2008 el 50% de los municipios (5507) tiene vertederos a
cielo abierto. Allí miles de personas, desde niños a
viejos, recogen y separan lo que pueden, inclusive
alimentos. Esa actividad es altamente peligrosa, porque
se pueden contraer muchas enfermedades
infecto-contagiosas. He presenciado disputas de personas
con los cerdos y los buitres, en un escenario de gran
inhumanidad. Son consecuencia de la sociedad del
consumismo y del desperdicio, que no aprendió a vivir
las cuatro erres: reducir, reusar, reparar y reciclar.
La mayor deshumanidad no es ser recicladores de basura y
tener que contentarse con lo que tiran otros, sino el
estigma que acompaña a estos trabajadores, con
frecuencia considerados mendigos y vagos.
Primero eran totalmente invisibles. Nadie les miraba ni
les otorgaba la más mínima consideración. Después, al
crecer la conciencia, se presentaron como trabajadores,
que con su recolección de miles de kilos de residuos,
desempeñaban una importante función: mantenían limpias
las ciudades e impedían muchas inundaciones de calles.
Por fin, se fueron organizando en cooperativas y
asociaciones y se entendieron como ciudadanos y agentes
de transformaciones sociales y ambientales. Adquirieron
visibilidad y reconocimiento. Del 4-al 6 de junio de
2001 realizaron en Brasilia el 1º Congreso Nacional de
Recicladores/as con la participación de 1600 personas.
Allí se lanzó la Carta
de Brasilia que
marca su identidad y donde expresan importantes
reivindicacionesFue notable la Marcha realizada en Brasilia en 2006 por
1200 personas que ocuparon la Plaza de los Tres Poderes,
reclamando derechos y políticas públicas para su
categoría. Estas vinieron con el Programa Cataforte en
2009 que fue enriquecido el día 31 de julio de 2013 con
200 millones de reales destinados a labores de recogida
de materiales reciclables, con galpones y camiones de
transporte. Tales medidas, junto con la presión de las
entidades, se deben en buena parte al interés personal
del Ministro de la Secretaria-General de la Presidencia,
Gilberto Carvalho, que puso siempre todo su empeño en la
causa de los recicladores/as. En Brasilia el 30 de
octubre de 2013, con ocasión del 12º Festival Basura y
Ciudadanía, en su nombre y en el de la Presidenta Dilma
Rousseff renovó el compromiso de fortalecer las
cooperativas y las asociaciones de recicladores/as
creadas y a ser creadas.
Fue muy señalado el 4º Festival realizado del 5 al 9 de
septiembre de 2005 con la presencia del Presidente Lula
y de Danielle Mitterand, viuda del fallecido Presidente
francés, en el que se subrayaron sus derechos humanos
básicos y el suministro de los recursos necesarios para
un trabajo decente y seguro de recogida y separación de
basuras. Allí la Itaipu Binacional lanzó un vehículo
eléctrico para recicladores/as con capacidad de
transportar hasta tres toneladas de materiales durante 8
horas diarias.
La gran lucha de estos trabajadores es impedir que las
grandes empresas, que han descubierto la recogida de
basuras como un negocio altamente rentable, se apropien
en asociación con el poder público de los servicios que
prestan estos recicladores, robándoles su sustento y
lanzándolos nuevamente a la inseguridad. Las empresas
sólo pueden legitimarse si integran a los recicladores
sin quitarles los valores que los caracterizan, como la
convivencia solidaria y los lazos de pertenencia común
que han desarrollado.
Vienen, sí, de la gran tribulación brasilera. Reciclan
no solo materiales sólidos, sino personas, en la medida
en que juntos construyen su autonomía, rescatan su
dignidad, se insertan en la sociedad como verdaderos
“profetas de la ecología” y ciudadanos que piensan,
discuten sus problemas, deciden luchas comunes y se
hacen indispensables en el tipo de sociedad que hemos
creado. Merecen respeto, aprecio y todo el apoyo.
sic
Fuente: Koinomanías -
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Crisis de confianza en una
Argentina a contramano, por Manuel Torino
Los índices
de credibilidad en las instituciones se recuperan a
nivel global, sin embargo la Argentina exhibe una caída
generalizada en la percepción del Gobierno, las
empresas, los medios y las ONGs. El diagnóstico surge de
una prestigiosa encuesta global que destaca la
oportunidad de liderazgo para los ejecutivos ante la
falta de garantías en la política.
A contramano. Mientras en el resto del mundo los niveles
de credibilidad de los gobiernos, las empresas, los
medios de comunicación y las ONGs se recuperan luego de
años aciagos marcados por la crisis económica y el
descontento social, la Argentina se destaca por un
declive en sus índices de confianza.
El diagnóstico surge del Trustbarometer 2013, el estudio
más importante sobre confianza en las instituciones a
nivel global, que produce la consultora Edelman desde
hace 13 años. El prestigioso trabajo, que se presentó en
el Foro Económico Mundial de Davos y al que El Cronista
WE accedió en forma exclusiva, cuenta con la
participación de 31.000 encuestados de 26 países. Entre
los seleccionados de América latina, aparecen solamente
Brasil, México y la Argentina.
Luego de un 2012 marcado por el escepticismo y la falta
de credibilidad en las instituciones, según el informe,
el índice de confianza global aumentó de 51 a 57 puntos
durante el último año. El puntaje surge de un promedio
del nivel de confiabilidad de cada país en cuatro
categorías: gobiernos, empresas, medios y organizaciones
del tercer sector.
Los resultados indican que China (80 puntos), Singapur
(76), India (71) y México (68) aparecen como los países
más confiables, según la percepción de sus propios
habitantes, mientras que Alemania (55) y Francia (54)
son las dos naciones que más evolucionaron respecto a
2012, con +16 y +14 respectivamente.
Frente a la suba generalizada de la credibilidad, la
Argentina es el único país que muestra una merma en sus
indicadores. Con un desempeño de -9 respecto al año
anterior, alcanza un puntaje total de 45, sólo por
delante de España, Turquía, Japón y Rusia. El estudio
refleja que durante el último año la confianza se
recuperó en el mundo. Pero la Argentina es el único país
que cayó en las cuatro variables que analizamos, destaca
Allan McCrea Steele, presidente y CEO de Edelman
Argentina, en diálogo con WE.
Un repaso por los indicadores locales permite ver que el
arco político se lleva la peor parte. La confianza de
los argentinos en sus gobiernos cae del 36% en 2012 al
19% en 2013. Cabe señalar que, en promedio, los mercados
emergentes muestran una evolución en este aspecto:
subieron de 44% al 56%.
Entre las razones que esgrimieron los encuestados para
desconfiar del gobierno, más de la mitad señaló que se
debía a las decisiones políticas equivocadas y a la
corrupción o al fraude. En tanto que la falta de
transparencia, la falta de regulación y controles y la
incompetencia completan la lista.
Si la confianza en el gobierno como institución es de
por sí escasa, el panorama para sus funcionarios luce
aún más pobre: sólo un 7% de los encuestados cree que
los líderes políticos dicen la verdad. La cifra es de
las más bajas si se la compara con el promedio global,
que alcanza el 13%. En tanto, los académicos figuran a
la cabeza entre los referentes locales más confiables.
Oportunidad empresaria
En sintonía con la política local, el mundo corporativo
tampoco ofrece mayores garantías para los argentinos. La
encuesta de Edelman revela que la confianza en las
empresas cayó del 57% al 52% en el último año.
Pero, si bien este declive se contrapone con la
tendencia global (los mercados emergentes ostentan hoy
un promedio de 70% y los desarrollados un 55%), el
sector corporativo sale bien parado en la comparación
con el político. En la Argentina, la brecha histórica
entre negocios y gobierno alcanzó su punto máximo desde
que hacemos el informe, señala Mc Crea Steele respecto a
la diferencia de 33 puntos porcentuales entre ambos
indicadores de confianza.
Una de las grandes conclusiones a nivel global es que
por primera vez las empresas tienen las licencias para
liderar. Es una oportunidad para los ejecutivos ante la
crisis de liderazgo, agrega. En 16 de los 26 mercados,
las empresas generan más confianza que el gobierno.
El relevamiento sector por sector en la Argentina
muestra caídas en todos los rubros, según se desprende
de la comparación interanual. Las luces rojas se posan,
sobre todo, en los servicios financieros y los bancos,
que tocaron su piso histórico en 2013, con un 33% y un
36% respectivamente. Aún en baja, los sectores de
tecnología (81%), automotriz (72%) y alimentos y bebidas
(70%) siguen siendo los más creíbles para los
argentinos.
Algunas curiosidades: la confianza en la industria
energética, en un año signado por la nacionalización de
YPF, se desplomó. Pasó del 56% al 48%. En tanto, la
percepción de los medios de comunicación, en plena
guerra entre el Grupo Clarín y el kirchnerismo por la
aplicación de la Ley de Medios, cayó del 49% al 47%. A
nivel global, la recuperación de la reputación de los
medios está vinculada a la diversificación de opciones y
la amplia cobertura de escándalos.
Por estos pagos, los medios tradicionales siguen
inspirando mayor confiabilidad, con un 64%. Eso sí, el
creciente escepticismo y la dispersión de la audiencia
requiere de una mayor repetición: el 64% señaló que
necesita escuchar la información sobre una empresa de 3
a 5 veces para confiar en sus mensajes.
Liderazgo bajo la lupa
Las organizaciones del tercer sector siguen siendo las
instituciones que generan más confianza a nivel global.
El 88% de los mercados relevados por el Trustbarometer
2013 tienen un nivel de confianza en las ONGs superior
al 50%. En la Argentina, si bien cayó con respecto a
2012, esa cifra se ubica en torno al 66%.La ONG hoy en
la Argentina es el último de los mohicanos. Es la
reserva moral que le queda a la sociedad en muchos
casos. El último refugio, retrata el CEO de Edelman
Argentina.
La crisis de confianza que atraviesan las instituciones
impacta de lleno en sus líderes, quienes a su vez con
con su accionar parecen retroalimentar el escepticismo
de la sociedad.
Según el estudio, la mayoría de los 26 mercados
relevados muestra a los funcionarios de gobierno y a los
líderes empresarios por debajo del 50% en cuanto a
credibilidad. En el caso puntual de la Argentina, la
mirada sobre el CEO (52%) es mucho más benévola que la
que recae sobre el funcionario (18%).
A la hora de reconstruir esa percepción, el estudio
señala cómo evolucionaron los atributos que pueden
llevar a una mejoría. Si en la encuesta de 2008 los
conductores de confianza eran más bien operativos -como
ser el desempeño financiero, por ejemlo-, en la actual
edición son definitivamente sociales: se valora el
compromiso, la integridad y el propósito en el accionar.
Respecto a la falta de liderazgo, McCrea Steele
concluye: Tenemos que entender que la confianza es el
capital más volátil que tienen las instituciones y sus
líderes. z we
Fuente:
El Cronista, 10 de mayo, 2013
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Proponen en
Holanda la figura de un Ombudsman
Nacional de RSE
El
partido Socialdemócrata holandés (PVDA) solicitó, en el
marco de un debate parlamentario sobre RSE, la creación
de la figura de un Ombudsman Nacional de Responsabilidad
Social Empresaria, que tenga la posibilidad de iniciar
investigaciones e imponer sanciones a través del control
del comportamiento empresario. Aunque con un amplio
rechazo de la derecha liberal holandesa, el oficialismo
socialdemócrata prometió estudiarlo.
En el
bloque del PVDA ven la necesidad de mejorar la
vigilancia de la conducta de las empresas. Jan Vos,
diputado del PvdA, afirmó durante el debate que después
de la puesta en marcha de las directrices y acuerdos
internacionales sobre RSE, ha llegado el tiempo de
asegurarse que las empresas respeten las reglas. Para
Vos, un ombudsman de la responsabilidad de las empresas
debería tener la posibilidad de iniciar investigaciones
e imponer sanciones e, incluso, multas.
Muchos partidos de oposición reaccionaron a favor de
esta propuesta (ChristenUnie, SP, GroenLinks y D66). Sin
embargo, los demócratas cristianos y su socio de la
coalición del VVD (liberales) no estuvieron a favor.
Por su parte, la Ministro de Comercio Exterior y
Desarrollo, Lilianne Ploumen, socialdemócrata ella
misma, prometió que estudiará las posibilidades legales
de la inciativa.Se investigará sobre cómo un defensor
del pueblo podría desempeñar un papel significativo sin
aumentar los costos administrativos.
En una entrada de su blog partidario, el diputado Jan
Vos añade que su idea es hacer que las empresas que
reciben subvenciones públicas tengan la obligación de
comunicar de qué manera cumplen con la protección de los
derechos humanos y el medio ambiente y habla de la
necesidad de que exista una autoridad pública que las
controle.
El colectivo global de ONG llamado “La Plataforma de la
RSE” (MVO, en holandés) recibió favorablemente la
propuesta de los socialdemócratas “porque las políticas
públicas en materia de responsabilidad corporativa deben
ser más obligatorias y estar controladas externamente”.
Fuente: ComunicaRSE

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Responsabilidad del Producto:
¿Regulación o libertad de selección? Antonio
Vives, 24 de febrero de 2013
En la ciudad de Nueva York,
su multimillonario alcalde Michael Bloomberg decidió
poner su capital político y su fortuna personal para
reducir la obesidad. Como antes había atacado a la
industria del tabaco, ahora lo hace con las bebidas
azucaradas. Su campaña para regular el máximo tamaño de
estas bebidas ha generado una gran controversia, no
tanto sobre sus virtudes como sobre la irrupción del
gobierno en lo que muchos creen que son decisiones
personales. Parece basada en la premisa de que los
consumidores no sabemos cuidarnos y que el gobierno debe
protegernos de nosotros mismos [i].
Por cierto la magnitud del vaso de cerveza que se puede
consumir en los estadios en Nueva York está exenta de
las propuestas regulaciones (¿hipocresía o lobby más
poderoso? ¿es la cerveza tan cara en los estadios que no
hace falta regular el tamaño del vaso?).
Este tipo de consumo siempre ha sido un tema de gran
controversia. ¿Debe el estado proteger de sí mismo a los
adictos a las apuestas, tabaco, al alcohol, a las
drogas? ¿Son capaces estos “consumidores” de decidir por
sí mismos? Muchos alegan que en todo caso solo se hacen
daño a sí mismos y que es su vida. ¿Pero es esto así?
¿Es su adicción o consumo un hecho que está
completamente aislado del resto de las sociedad? ¿No
afectan a otras personas?
Coca Cola y otras productoras de bebidas azucaradas
hicieron un intenso lobby y gastaron millones en
propaganda mostrando gente atlética consumiendo sus
refrescos y aduciendo que el problema era la falta de
ejercicio (que no es mentira). Vale la pena mencionar
que las actividades de cabildeo para proteger sus
productos y servicios y las acciones para influenciar
las decisiones de los gobiernos suele ser un tema poco
cubierto cuando se habla de la responsabilidad social de
la empresa. (Es un tema muy importante que cubriremos en
otro artículo).
Anticipándose a estas tendencias, hace unos años la
Consejera Delegada de PepsiCo, (conocida por sus
esfuerzos para mejorar la sostenibilidad de la empresa)
cambió su estrategia hacia la producción de bebidas y
snacks más saludables. Pero ello no fue bien recibido
por algunos activistas. No activistas de los que nos
gustan, sino de los otros, de los que no se habla mucho
en la RSE, de los que quieren más dinero y les importa
poco la sostenibilidad, de los que quieren rendimientos
en el corto plazo y luego vender las acciones. Estos
activistas lograron un cambio de estrategia de PepsiCo.
(Ver mi artículo
El mercado de la responsabilidad
también funciona con PepsiCo, pero.……)
Algunas cadenas de comida rápida como McDonald’s, Piza
Hut y Burger King se han plegado a esta tendencia y
ofrecen comida más saludable, como bocadillos mas
saludables, ensaladas y frutas e informan del contenido
calórico.
Sobre las bebidas azucaradas en Nueva York el Financial
Times publicó un artículo el 26 de enero del 2013 sobre
la reacción de Coca Cola y otros (Coke: Out for the
calorie count). Y luego hubo una carta a los editores de
un representante de lo que podríamos llamar la visión
liberal (en el sentido europeo, libertarians en el mundo
anglosajón), que rechazan toda interferencia del
gobierno en la vida privada (Fred Smith del Competitive
Enterprise Institute). El título de la carta es muy
sugestivo: Las empresas nunca deben disculparse por
producir productos que la gente disfruta. Dice que “no
hay alimentos irresponsables, solo decisiones
irresponsables”.
El título de la carta trae a la mesa una discusión muy
necesaria: ¿Deben las empresas producir productos y
servicios que la gente disfruta o productos y servicios
que la sociedad necesita para el desarrollo integral de
la persona? En muchos productos no hay discusión, son
los mismos, en otros hay diferencias que dependen de los
valores de la sociedad y condiciones personales. Para
algunos el caso del tabaco, armamentos y las apuestas es
obvio, la sociedad puede vivir sin ellos (¿O nó?). Otros
casos generan más diferencias de opinión, como lo es el
alcohol, y para muchos la discusión está en el contenido
alcohólico.
En el caso de armas de uso personal el caso de EEUU es
muy ilustrativo. En estos momentos en ese país la
discusión no es sobre si debe regular la venta de armas
(que parece imposible de logar) sino sobre si se puede
poseer ametralladoras y cuantas balas pueden contener
los cartuchos. Parece que hay acuerdo que el problema
empieza cuando pueden albergar más de 15 balas, menos de
15 está bien y parece que será el compromiso entre
demócratas y republicanos (pero solo para las nuevas que
se compren). Para los habitantes del resto del planeta
esa discusión tiene que parecer surrealista, kafkiana.
¿Disfruta la gente con la posesión y uso de armas de
fuego? En EEUU hay muchos que sí. ¿Las necesita la
sociedad? Posiblemente solo aquellos encargados de la
seguridad ciudadana.
Los libertatians aducirían que el criterio de productos
y servicios que “la sociedad necesita” no es relevante.
¿Quién es la sociedad? ¿Quién decide lo que ella
necesita? ¿Quién es el gobierno para privar a las
personas de decidir de qué mal quieren morir? Claro está
que el extremo tal y como lo presento de lo que “la
sociedad necesita” puede parecer poco práctico, pero
sirve como guía para el análisis y la decisión. La
sociedad puede delegar esas decisiones a los gobiernos a
través de procesos democráticos y puede tomar acciones
por si misma expresando sus preferencias en los mercados
de bienes y servicios. Puede haber posiciones
intermedias en las que las decisiones quedan a nivel
individual pero donde los gobiernos se asegurar que los
grupos vulnerables o ignorantes o incapaces de decidir
por sí mismos tienen acceso a las informaciones
necesarias para tomar las decisiones y/o tienen acceso a
servicios de asistencia pre o post consumo.
En nuestra reseña sobre el libro What Money can´t Buy:
The Moral Limits of Markets (Lo que el dinero no puede
comprar: Límites morales de los mercados), comentábamos
sobre un mercado permitido que ofrece un servicio que
muchos podrían calificar de irresponsable. Es el pago a
mujeres adictas a drogas o con SIDA para que se
esterilicen. El argumento economicista parece claro:
habrán menos niños enfermos, con problemas o
abandonados. Pero también lo es el argumento moral:
intervención de terceros en el cuerpo de una persona en
condiciones de desesperación. ¿Son servicios que la
sociedad necesita? ¿Están las mujeres en condiciones de
decidir? ¿Y si cambian de opinión más tarde?
Estas controversias representan de una forma muy típica
el potencial conflicto entre la restricción y la
libertad individual para determinar la responsabilidad
de los productos y servicios. ¿Cómo lo resolvemos? ¿Debe
el gobierno prohibir el consumo? ¿Debe regularlo? ¿Debe
quedar al criterio de cada individuo?
Todo esto parece
ser cuestión de opinión. Danos la tuya
respondiendo a la encuesta: donde te hacemos
estas preguntas sobre algunos de los
productos y servicios mencionados arriba
(menos de 5 minutos responderla) |
|
https://www.surveymonkey.com/s/VMWR3TR |
[i] Para lo que no están
familiarizados con el consumo de refrescos en EEUU, hay
que notar que los tamaños que se sirven en los
restaurantes de comida rápida llegan a casi un litro, en
muchos casos “all you can drink”. Las minilatitas y
minibotellitas que se ven en España no existen en EEUU.
La responsabilidad del producto es un tema crítico y
controversial en la RSE, pero poco discutido.
-
¿Deben
las empresas producir los productos y servicios que
el público demanda o deben restringirse a aquellos
que la sociedad necesita para su desarrollo? ¿Quién
decide?
-
¿Deben
los gobiernos regular o prohibir el consumo de
algunos productos o deben dejarse a la libre
decisión de los consumidores?
-
¿Son
capaces los consumidores de decidir por su cuenta?
Fuente: Computere.blogspot.com.ar
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En
este caso hemos
relacionado tres artículos del mismo autor
Josep M. Lozano*
quien describe
profunda y claramente las dificultades de la
RSE para encontrar
su espacio en el contexto
actual.
Fuente:
www.josepmlozano.cat
* Es Profesor del Departamento de Ciencias
Sociales de ESADE, e investigador senior en
RSE del Instituto de Innovación Social.
También es miembro del equipo académico de
la Cátedra de LiderazgoS y Gobernanza
Democrática.
Su blog "Persona, empresa y sociedad" tiene
los materiales publicados.
|
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Agradecemos particularmente la atenta
repuesta que nos ha dispensado. MC. |
|
Siempre olvidamos el contexto
centraliza que la RSE |
|
es
tomar
decisiones adecuadas atendiendo a "personas,
tiempos y lugares".
¿lo están haciendo bien, mal?
no se contesta a
puerta cerrada ... se juega y
debe jugar (también) en el debate público. |
Pues
mira, en defensa de la RSE destaca
y aborda: |
|
-
Una cosa es
el sano y necesario distanciamiento
crítico ... y otra cosa es justificar la
pereza mental de quienes se agarran a lo
que sea con tal de no moverse de sitio,
vender su producto ...
-
Si se trata
de incrustar nuevas prácticas,
actividades e iniciativas empresariales
en los enfoques convencionales hasta el
momento, sin modificarlos. O de procesos
de transformación empresariales
correlativos a las transformaciones que
están sufriendo nuestras sociedades.
|
Fulgor
y Muerte de la RSE?
señala con precisión: |
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Siempre olvidamos el contexto
17/01/2013
Me piden
en una publicación que escriba sobre "la RSE en el
contexto de la crisis actual", y esta es mi respuesta.
Es una pregunta muy bien planteada, y que aunque a
alguien le pueda parecer una obviedad no lo es en
absoluto. Porque la RSE sólo tiene sentido en un
contexto. No existe la RSE como idea platónica que busca
cómo encarnarse. Con perdón por la referencia: S.
Ignacio decía que las decisiones adecuadas se tomaban
cuando se tenían en cuenta "personas, tiempos y
lugares". Pues de eso habla la RSE: de qué hacen las
empresas teniendo en cuenta "personas, tiempos y
lugares", y no de definiciones. Y por tanto, el tema de
la RSE no es la RSE, sino tomar decisiones adecuadas
atendiendo a "personas, tiempos y lugares".
El problema es que en la cultura empresarial española se
ha asociado RSE a hacer "buenas obras" (sic). Se ha
confundido -a veces deliberadamente- con la acción
social. Con hacer un gasto loable, pero prescindible y,
en cualquier caso, periférico al núcleo de la actividad
empresarial. Y la RSE no pregunta por cómo una empresa
gasta el dinero, sino por cómo lo gana. Se puede ser una
empresa 100% socialmente responsable sin dar ni un euro
a nadie (aunque, como es obvio, no tengo nada que decir
si esto se hace, al contrario). Es decir, hablar de RSE
es hablar de modelo de negocio y de modelo de gestión.
Es hablar de buena gestión. Y, por tanto, de qué
entendemos por "buena" gestión.
Cuando se dice eso siempre hay quien reacciona diciendo
que nada nuevo bajo el sol, que, si es eso, es lo que
han hecho siempre las empresas. Sin embargo, es muy
curioso que casi nadie se haya dado cuenta, y hayamos
tenido que pasar a hablar tanto de RSE. Se habrá hablado
mejor o peor, pero algún motivo habrá que explique el
éxito de la palabreja. Y una de las claves de su éxito
radica, justamente, en lo que decíamos al principio: en
poner el foco en tomar decisiones adecuadas. La RSE
-como la ética- habla de la toma de decisiones y parte
de ella. (Por cierto: algún día tendremos que
reflexionar todos sobre por qué, en los últimos años,
cuanto más se ha hablado de RSE, menos se ha hablado de
ética empresarial; curiosidades de los juegos de suma
cero ...). Pero volvamos a la toma de decisiones
(adecuadas, recordemos). De la misma manera que no hay
empresa que subsista sin tomar decisiones, no hay
decisiones sin consecuencias. Y este es el meollo de la
RSE, la pregunta por las consecuencias de las
decisiones. Con un añadido: esta pregunta también hay
que hacerla a los afectados por estas decisiones, no la
puede contestar la empresa ella solita. La RSE ha
consistido en la toma de conciencia de la red de
relaciones en la que está inscrita la empresa, y en la
pregunta por los valores, los criterios y las prácticas
que las rigen. Por eso las empresas se han visto
interpeladas sobre los impactos de todo tipo que
producen: ambientales, sociales, familiares... y
económicos. Porque, hay que decirlo, una de las
confusiones que ha provocado el uso a diestro y
siniestro de la S de "social" ha sido la estupidez de
creer que la RSE, al ser "social", no se preocupaba de
la dimensión económica de la empresa cuando, justamente,
la responsabilidad de la empresa hacia la sociedad viene
dada por su actividad en tanto que institución
económica. No hay decisiones económicas sin impacto
social, del mismo modo que no hay decisiones sociales
sin costes económicos.
¿Consecuencias? Que no se puede hablar de RSE en
general, sino en función del contexto, del tipo y tamaño
de las empresas, y del sector de cada empresa en
concreto. La RSE no puede ser la misma para una
petrolera que para un banco; para una empresa del Ibex
que para una pyme, y en un país o en otro. Y, por
ejemplo, esto significa que hoy la prioridad de la
agenda de la RSE en España no puede ser la acción
social, sino los seis millones de parados. O los
desahucios. O la corrupción. O el fraude fiscal. O las
preferentes. O la buena gobernanza corporativa. O la
transparencia. ¿Que no le quieren llamar RSE, a todo
esto? Pues llámenle como quieran, pero pongan manos a la
obra. Lo que es seguro es que la RSE pregunta por ello,
y si estas cuestiones no estuvieran sobre la mesa quizá
no hablaríamos tanto de RSE. En cualquier caso, si estas
cuestiones no se afrontan, no estamos hablando de RSE.
Ahora bien, hay que añadir otro punto, que también es
una confusión muy nuestra. Responsabilidad social...
pero no sólo de las empresas. La RSE es hoy en día
imprescindible, pero lo es también porque hay que
entenderla como la contribución, desde el mundo de la
empresa, a la construcción de una sociedad responsable.
Y una sociedad responsable necesita empresas
responsables, evidentemente, pero también partidos
responsables, sindicatos responsables, administraciones
responsables, ONG responsables, escuelas de negocios
responsables... En lo de la responsabilidad, si no
jugamos todos, hablar de RSE se convierte en el viejo y
conocido cinismo de la paja y la viga según en qué ojo
nos fijamos. Porque lo que siempre le ha hecho falta a
la RSE es un prefijo: co. Co-responsabilidad social. Hoy
las responsabilidades son compartidas, aunque solo sea
porque desde el ejercicio de las propias
responsabilidades es como contribuimos a la construcción
del espacio público compartido.
En resumidas cuentas, la RSE nos hace retornar a A.
Smith... que evidentemente nunca habló de RSE. Pero sí
habló -y así dio nombre al título de su libro más
conocido- del origen y la causa de la riqueza de las
naciones. De las naciones, no de las empresas. La
primera requiere la segunda, pero la segunda no
garantiza la primera. La RSE es pensar a la empresa
siempre en el contexto social donde opera, aunque sea
por el simple hecho de que las personas -y las empresas-
vivimos en sociedades, y no en mercados. Necesitamos
buenas empresas para construir buenas sociedades. Pero
para ello necesitamos también que querer construir una
buena empresa no se disocie de contribuir a la
construcción de una buena sociedad.
Se ha dicho ampliamente que no hay empresas exitosas en
países fracasados, ni países exitosos con empresas
fracasadas. Esto quiere decir, último término, no sólo
que hablar de RSE es hablar de un proyecto de empresa.
Quiere decir que también es hablar de un proyecto de
país, del país que la empresa contribuye a construir, y
de cómo se ven desde la empresa los retos que el país
tiene por delante. RSE es responsabilidad no sólo de
cada empresa hacia aquellos con quienes se relaciona, a
partir de las consecuencias y los impactos de sus
actuaciones. RSE es también responsabilidad del mundo
empresarial hacia el país en el que opera. Porque un
país es algo más que una plataforma donde poder alcanzar
objetivos empresariales, al igual que una empresa es
algo más que una cuenta de resultados.
Es decir, que podríamos sustituir perfectamente la
pregunta por la RSE por la pregunta sobre si las
empresas, en nuestro contexto, están tomando decisiones
adecuadas teniendo en cuenta "personas, tiempos y
lugares".
Con un añadido, propio también de la RSE: esta no es una
pregunta que se contesta a puerta cerrada en el comité
ejecutivo. Esta es una pregunta que se juega y debe
jugar (también) en el debate público.
Pues mira,
en defensa de la RSE, Josep M. Lozano
22/01/2013
Es feo autocitarse, pero por una vez voy a hacerlo. En
el año 2006 escribí un estudio en Papeles de Economía
Española (recogido después en mi libro sobre la empresa
ciudadana) en el que ante la sopa de letras que había en
aquel momento alrededor de la RSE pronosticaba dos
cosas: que los finalistas de la competición serían la
RSE y la sostenibilidad; y que ninguna de las dos
denominaciones sería la vencedora, sino que
probablemente, si la cosa avanzaba con buen sentido, al
final emergería otra denominación. Y, añadía, ambas son
conceptualmente complementarias y ninguna de las dos
cubre todo lo que cubre la otra. O sea, que yo nunca he
estado casado con la RSE (y si lo hubiera estado, con lo
que duran hoy los matrimonios…). Más aún, siempre he
defendido que hay diferenciar el debate conceptual de lo
conveniente para cada cultura organizativa. En las
empresas concretas, mientras estuviera claro a qué
prácticas se refiere cada empresa, siempre he dicho que
la denominación correcta era aquella que mejor encajaba
en la cultura y la historia de la empresa. El debate
conceptual, en cambio, debe moverse en su propio
registro.
Viene esta larga introducción al caso porque en los
últimos tiempos se ha puesto de moda un pim-pam-pum
sobre la RSE, con diversas razones y justificaciones (y
también intenciones, aunque en estas no entro aunque
algunas me las imagino). Visto lo cual, creo que todavía
tiene sentido defender a la RSE. Entre otras razones, y
no es la menor, porque cuando asisto a este pim-pam-pum
siempre recuerdo a Machado: "Los que están siempre de
vuelta de todo son los que no han ido nunca a ninguna
parte". Es decir: mucho me temo que el funeral por la
RSE, en este momento, contribuya a aligerar muchas
estrategias y les permita estar de vuelta a muchos que
no han ido nunca. Una cosa es el sano y necesario
distanciamiento crítico (que incluye un imprescindible
componente humorístico, como siempre resalta y practica
Antonio Vives) y otra cosa es justificar la pereza
mental de quienes se agarran a lo que sea con tal de no
moverse de sitio, vender su producto o promocionar su
chiringuito.
Al final, si desnudamos el debate de nombres de sus
letras, la cuestión –tal y como yo la leo- se reduce a
algo bastante simple: la contraposición entre un enfoque
que se centra en lo periférico del negocio y un enfoque
que se centra en lo nuclear del negocio y la gestión (o
en el "core", cuando quien sea se pone estupendo). No
puedo estar más de acuerdo. En lo que soy bastante
(vaya, mucho) más escéptico es en lo que me parece una
beatífica confianza en el poder taumatúrgico de las
palabras. No acostumbro a ver más y mejores prácticas
core como resultado de repetir una y otra vez la
apelación a la palabra core. Los que defienden este
enfoque (que, como enfoque, defiendo también desde hace
bastantes años) me gustaría que me mostraran como el
cambio en el lenguaje ha dado lugar a cambios
sustantivos en las prácticas empresariales.
Pongo un ejemplo, bastante conocido (entre otras razones
porque la Comisión Europea, de manera bastante
incomprensible para mí, lo ha "comprado"): el famoso
shared value. No es que me parezcan mal muchas de las
cosas que dice Porter. Dejando aparte que me despierta
bastantes interrogantes su rápido cambio de chaqueta en
muy poco tiempo en relación a estos temas (cambio del
que he podido ser testigo directo de algunos momentos
estelares), lo que me llama bastante la atención es que
a mí me parece que, si se toma en serio a sí mismo,
Porter debería revisar y replantear de arriba abajo
aspectos absolutamente nucleares de toda su producción
anterior, que le ha dado merecidos fama y honores. Cosa
que, por supuesto, no ha hecho. Y así podríamos seguir
con otras propuestas en boga de cambios de denominación.
¿Por qué me sigue pareciendo que no hay que precipitarse
en liquidar la denominación RSE? Pues mira, porque me
parece que hay gato encerrado en querer cubrir con un
tupido velo a la R de la palabra responsabilidad. Creo
que poner como punto de partida la pregunta de quién es
responsable de qué, ante quién y por qué hoy por hoy
sigue siendo necesario (por cierto: la RSE tiene que ver
necesariamente con el dichoso core… porque si no ya no
es responsabilidad). Y a lo mejor hay gente encantada
con se difunda la idea de que preguntar por la
responsabilidad es algo periférico y no nuclear a la
empresa. Es decir: ¿quién sale ganando con el mensaje de
que la responsabilidad no es core?. Y si además con esto
se soslaya el reconocimiento de que son diversos actores
los que pueden tener algo que decir sobre la cuestión,
mejor que mejor, ¿no? Y me gusta la S de social porque
me parece sano recordar que es la sociedad la que
pregunta y se pregunta por la responsabilidad de la
empresa. Porque me parece conveniente y adecuado afirmar
que el reconocimiento de que la empresa es una
institución, necesaria, imprescindible, fundamental,
irrenunciable y todos los adjetivos que quieran añadir
en esta dirección, pero que esto no comporta que la
empresa sea un fin en sí mismo ni tenga la última
palabra sobre nada. El marco de referencia de la empresa
no es ella misma, ni se justifica por sí misma, sino que
remite al tipo de sociedad que contribuye a construir. Y
mira por dónde algunos cambios de denominación me da la
impresión de que facilitan bastante que la empresa pueda
seguir remitiéndose únicamente a si misma. Finalmente,
claro, la E de empresa, porque de esto estamos hablando
y no de otra cosa. Por eso, justamente, tiene que
tratarse de algo core y no periférico –acento que
insisto que comparto desde siempre, incluso cuando no se
hablaba de core- porque en caso contrario no estamos
hablando propiamente de empresa.
Dicho de otro modo, en este debate siempre es bueno
preguntarse si de lo que se trata es de incrustar nuevas
prácticas, actividades e iniciativas empresariales en
los enfoques convencionales que han dominado la cultura
empresarial hasta el momento, sin modificarlos. O si
estamos hablando de procesos de transformación
empresariales correlativos a las transformaciones que
están sufriendo nuestras sociedades. Otto Scharmer ha
planteado en los últimos tiempos la necesidad de lo que
él denomina el cambio "from ego-system to eco-system
economies". Ya sé que esto puede ser solo otro juego de
palabras. Pero ya que estamos jugando con las palabras,
me pregunto si algunos de los cambios de denominación
propuestos no son más que hábiles e inteligentes maneras
de no movernos del ego-system.
Fulgor y Muerte de la RSE?
Josep M. Lozano 12/12/2012
En el club de la RSE a veces nos pasamos un poco de
frenada. En un sentido u otro. Hubo una época –a la vez
ilusionante e ilusoria- en la que parecía que la RSE
avanzaba al ritmo de la marcha triunfal. Y ahora estamos
en un momento depresivo, en el que miramos al doctor
preguntando si el paciente saldrá de ésta. Me gustaría
contribuir a la confusión reinante con algunas
consideraciones que permitan aumentarla.
Creo que no hemos digerido bien una mezcla letal entre
un espejismo y la rutinización. El espejismo fue causado
por el arranque espectacular de la ola de la RSE. Como
partíamos de un nivel supuestamente bajo, la euforia de
ver cómo se iban sumando iniciativas a la RSE quizás
hizo creer que este era un proceso de crecimiento
imparable. Y, claro, cuando se vio que tenía sus límites
y que no necesariamente continuaban los incrementos, el
tono vital bajó. A lo que cabe añadir, por otra parte,
que quienes se sumaron a la RSE, tras la primera fase de
adentrarse en territorio desconocido con mucho esfuerzo
y sorteando muchos obstáculos (internos y externos) pero
también con gran entusiasmo y creatividad se encuentran
en una fase de cierta normalización o, dicho en la jerga
sociológica, de rutinización, y esto ya es menos
novedoso y genera menos noticias.
Y, hablando de noticias, la RSE no estaba equipada para
enfrentarse a una situación de crisis como la que
estamos viviendo (algún día habrá que pensar un poco
sobre el por qué de esta falta de equipamiento, dicho
sea de paso). Pero cuidado. Lo tópico sería decir que
esto ha permitido resolver por un camino imprevisto la
confusión entre RSE y acción social: la crisis, por
razones obvias, recorta o elimina la acción social, pero
no modifica las políticas de RSE integradas en el
negocio, a lo sumo las ajusta, como hay que ajustarlo
todo. Y aunque esto puede ser cierto en muchos casos, en
esta lectura hay un déficit que ha emergido con
claridad. Incluso cuando estaba integrada en el negocio,
la RSE se situaba en la banda de las buenas noticias:
era una relación de cambios, mejoras e innovaciones que
se llevaban a cabo en nombre de esa RSE cada vez más
integrada. Pero cuando en las empresas abundan las malas
noticias y los problemas a resolver, ahí la RSE pinta o
poco o nada. Y no es que, como a veces se dice, que
entonces se olvide a la RSE. Es, simplemente, que el
discurso y la práctica de la RSE ni están preparados ni
se han planteado este tipo de cuestiones.
Si es verdad, como repetimos, que la RSE es gestión, y
buena gestión convendría abrir el debate sobre la buena
gestión en un contexto de crisis económica y social.
Sorprendentemente, los abanderados de la RSE, en su
mayoría, no han abordado la crisis en clave de RSE.
Retos como los casi seis millones de parados o la
transparencia sobre dónde, cómo, cuando (y cuanto) pagan
sus impuestos las empresas no han entrado en la agenda
de la RSE. No sugiero el angelismo de que la RSE
permitiría abordar mejor la crisis. Simplemente,
constato que, por lo general, los grandes temas la
crisis económica y social no han formado parte de la
agenda de la RSE. Por algo será. Pero, en cualquier
caso, una RSE que no es capaz de tomar como primer tema
de su agenda el paro es muy poco R, muy poco S y muy
poco E.
Desde mi punto de vista, lo anterior se complementa con
el hecho de que algunas empresas que se habían
incorporado activamente al movimiento de la RSE, además
de continuar ofreciendo buenas noticias han sido
protagonistas de noticias no tan buenas que no solo han
puesto sordina a todas las anteriores, sino que han
puesto de relieve que la RSE ha pintado poco o nada
cuando se ha tratado de afrontar estas malas noticias:
las hipotecas y los desahucios, los diversos Ere, las
preferentes, las prejubilaciones, los aumentos de
tarifas… temas todos ellos de gestión –que requieren,
por tanto, buena gestión- con gran impacto social ajenos
a toda consideración –la que sea, pero alguna- en clave
de RSE. Parecería que una cosa sea integrar la RSE en el
negocio, y otra que hay situaciones que afectan al
"verdadero" núcleo del negocio y de sus problemas donde
las cosas van en verdad en serio, a las que ya no llega
la RSE.
Finalmente, el atronador vacío de la RSE en el ámbito
político. No nos engañemos: sin políticas públicas de
RSE no es posible ni pensable su impulso. Y en este
punto los partidos políticos ni están ni se les espera.
Acarrean corregidas y aumentadas la contradicciones
teóricas y prácticas de las empresas hacia la RSE, con
el agravante de que, a diferencia de algunas de ellas,
no han dado ni el primer paso. LA RSE solo está en la
agenda de algunos –pocos, poquísimos- políticos, pero no
en la agenda política, y así es perfectamente
descriptible lo que se puede avanzar.
Ni fulgor ni muerte de la RSE. Más bien dificultades
para encontrar su espacio en el contexto actual. Pero lo
que no la ayudará es seguir insistiendo en lo mismo que
ya decía y hacía cuando el contexto económico y social
era muy diferente al actual.
(Por cierto: debería haber hablado de más actores y
situaciones, pero por hoy me parece que basta con
éstos).
Fuente - web y Persona, Empresa y Sociedad: El blog de
Joseph M. Lozano
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Informes
de sostenibilidad: ¿Sirven para algo?
Antonio Vives
Criticamos mucho a los informes de sostenibilidad por
ser instrumentos de gestión de imagen de la empresa,
porque no contienen la información que le interesa a los
stakeholders, por contener medias verdades y a veces
claras mentiras. Y creo que la gran mayoría de las veces
tenemos razón. No obstante, los informes de
sostenibilidad juegan un papel fundamental dentro de la
empresa que hay que destacar.
Un artículo del 30 de noviembre de 2012 de Antonio
Argandoña "No me gustan los informes de Responsabilidad
Social" no deja lugar a dudas con su título. Así de
claro. A diferencia de la gran mayoría de los
economistas que titulan sus artículos con una pregunta
(yo no soy economista, pero lo hago), Argandoña hace una
clara aseveración. En el artículo escribe:
"No me gustan los informes de Responsabilidad Social, o
de Sostenibilidad. Ni siquiera los informes integrados,
económicos, sociales y medioambientales. Me parecen un
ejercicio de relaciones públicas, dirigido a mostrar que
la empresa que los emite se presenta a sí misma como muy
responsable. Pero no responden a las inquietudes y
necesidades de los stakeholders."
Y comenta mayormente sobre el hecho de que las empresas
(pone como ejemplo a los bancos) cuando reportan sobre
RSE no reportan lo que verdaderamente le interesa a los
stakeholders, informan sobre actividades que creen los
harán verse bien. No reportan sobre su responsabilidad
en la crisis financiera, ni sobre sus estrategias
presentes y futuras, sobre la morosidad de los clientes
y los desahucios. Reconoce "que no es fácil contestar
a esas cuestiones (sobre todo si en el pasado no se
dieron las respuestas adecuadas, y si según qué
contestaciones pueden dar lugar a responsabilidades legales)."
Y concluye que deben "informar con claridad
y transparencia a sus stakeholders, respondiendo a sus
preguntas, no a los cientos de asuntos que exige la
Global Reporting Initiative (GRI). Claro que hay que
hacer el informe para el GRI, y que sea completo y
bonito. Pero la Responsabilidad Social es otra "cosa."
En un artículo del 30 de septiembre de 2012 (Ensuciado
de cara: Destrucción de la reputación de la
responsabilidad empresarial) yo había comentado la
reticencia de las empresas en reportar lo relevante, que
puede no ser tan favorable, escudándose detrás de
reportes de actividades secundarias, y a veces
triviales, pero que puedan ser percibidas como acciones
de un buen ciudadano y así extenderse a la imagen de
todas las actividades de la empresa (¿Se puede manipular
la reputación?: El efecto aureola).
Elaine Cohen, la gurú mundial sobre informes de
sostenibilidad, también escribió varios artículos en que
disecciona los principales problemas de estos informes.
El mas reciente, del 17 de noviembre de 2012, False
claims in sustaianbility reports analiza las
deficiencias y mentiras comunes de los reportes.
Muchas veces los stakeholders nos quejamos pero también
hay que destacar que no ejercemos nuestra
responsabilidad de hacerle saber nuestra opinión a la
empresa a través de nuestras acciones en el mercado o
donde sea pertinente. ¿Quién lee los informes de
sostenibilidad? A veces creo que ni siquiera los que los
han preparado los han leído en su totalidad.
De acuerdo, los informes de sostenibilidad tienen serios
problemas. ¿Sirven para algo? Creo que es oportuno hacer
algunas acotaciones no sea que por puntualizar los
defectos y problemas de los informes de sostenibilidad
los desechemos por inútiles: No debemos tirar el bebé
con el agua sucia de su baño.
No me voy a referir a como se pueden mejorar o como
pueden atender las verdaderas necesidades de la
sociedad. Esto está ampliamente documentado, aunque
disperso y debería ser objeto de un libro. Sólo me voy a
referir al valor del informe de sostenibilidad para la
empresa, desde el punto de vista interno, de los que
tienen responsabilidad por la responsabilidad de la
empresa.
Tuve la oportunidad de liderar la producción de varios
informes (incluyendo los tres primeros de mi anterior
empleador) y ahora soy asesor sobre el reporte de
sostenibilidad en varias empresas y he podido constatar
que, a pesar de los grandes problemas y frustraciones en
logar la producción de un informe efectivo para los
stakeholders, el proceso de producción es sumamente útil
para la empresa.
La preparación del informe exige y permite:
·Desarrollar la estrategia de sostenibilidad de la
empresa;
·Determinar lo que es mas importante y armonizar
criterios;
·Definir las acciones que se deciden tomar o no tomar;
·Respaldar los esfuerzos de los comprometidos dentro de
la empresa con la sostenibilidad;
·Obtener apoyos y canalizar recursos hacia la
sostenibilidad;
·Concientizar a los no comprometidos en el tema y vencer
resistencias;
·Descubrir que la empresa tiene prácticas responsables y
no lo sabía;
·Agrupar acciones dispersas, incompatibles,
incoherentes, en acciones mas efectivas;
·Consolidar en un lugar lo que la empresa hace;
·Enterarse de quienes son sus stakeholdersy a veces,
solo a veces (¡que pena!), consultarlos;
·Desarrollar sistemas de información y control internos
a efectos de recopilar informaciones para poder
prepararlo;
·Informar a la empresa de lo que hace la empresa;
·Detectar fallas en la gestión y comunicación de la
sostenibilidad y si quieren, tomar medidas;
·Respaldar la estrategia de comunicación;
·Usarlo para "gestionar" la opinión (¡no
todo es bueno! y muchas otras cosas.
Que no es poco. Sin el esfuerzo de preparar un informe
de sostenibilidad la empresa no sabe lo que hace en el
tema, puede ir a la deriva, sin rumbo, con el
oportunismo de que la acusamos. El informe es condición
necesaria, aunque no suficiente para la sostenibilidad.
Y todo esto a pesar de la otra cara de la moneda:
·Que el informe es normalmente escrito por consultores
que se preocupan mucho de la imagen que se proyecta, de
las buenas fotos, de los testimonios altamente positivos
de empleados, clientes, proveedores, etc. (aunque
algunos se preocupan de la veracidad);
·Que el comité editorial se asegura que las cosas buenas
sean magnificadas y que las malas sean minimizadas u
omitidas;
·Que el grupo redactor trata de evitar a toda costa que
se adquieran compromisos que no sean fáciles de cumplir
o ya cumplidos; y muchas otras cosas.
Pero poco a poco el proceso de aseguramiento externo va
permeando en las empresas responsables, lo que le añade
confiabilidad al reporte.
En el año 2010 escribimos, medio en broma medio en
serio, una dramatización de este proceso interno en una
"telenovela" de cinco capítulos (Diálogos en
responsabilidad, Capítulos VI.1 al VI.5 en el libro Una
mirada crítica a la responsabilidad social de la empresa
en Iberoamérica.)
¿Se imaginan una empresa sin sistema de contabilidad y
su respectivo reporte? ¿Se imaginan una empresa sin
sistema de sostenibilidad y su respectivo reporte? No
puede haber gestión. Si lo publican o no, en qué forma,
donde se disemina, es otra cosa, pero el informe por
malo que sea es parte del sistema integral del sistema
de gestión.
No hay duda de que se podrían combinar estos positivos
efectos internos con una mayor efectividad externa, que
redundarían en una valiosa contribución de la empresa a
la sociedad y posiblemente la empresa se vería
recompensada. Y no debemos abandonar los esfuerzos para
expresarles a las empresas nuestras inconformidades con
sus prácticas responsables. Pero lamentablemente solo
podemos hacerlo si nos enteramos y para ello necesitamos
reportes efectivos, en el formato que sea.
Quizás deberíamos dejar de darles el beneficio de la
duda. Si no lo sabemos es que debe ser malo. No como
ahora que operamos con "ojos que no ven,
corazón que no "siente".
Fuente: Antonio Vives, Cumpetere envío por mail,
9 de Diciembre
de 2012
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Responsabilidad
Social
¿de qué somos responsables?
Comentarios a
Argandoña
Antonio Vives
El 21 de agosto
Antonio Argandoña publicó un artículo en blog titulado
Responsabilidad social: ¿de qué somos responsables?. Con su
extraordinaria capacidad de síntesis destila lo que es una
extensa y complicada presentación en un artículo académico (A
structured taxonomy of responsibility concepts por Nicole A.
Vincent [i]) sobre las diferentes acepciones de responsabilidad
de las personas naturales y los sintetiza, aplica y define, muy
inteligentemente, para una persona jurídica, o sea a las
empresas. Esta taxonomía permite enfocar el análisis de las
responsabilidades de la empresa.
En este artículo quisiera comentar una de las omisiones y
expandir la discusión de uno de las acepciones. Copio sus
formulaciones de cuatro de las definiciones para poder ilustrar
mis comentarios:
• La responsabilidad del papel de la empresa (role
responsibility): la empresa es responsable por su papel en la
sociedad, especialmente por las demandas que la sociedad le
formula. Claro.
• La responsabilidad por los resultados o consecuencias (outcome
responsibility): la empresa es responsable de las consecuencias
de sus acciones y decisiones (y omisiones). Claro.
• La responsabilidad que la empresa debe asumir por sus acciones
pasadas (liability responsibility). Suele ser establecida por la
ley. El refrán español dice: “a lo hecho, pecho” Si
contaminaste, paga. Claro.
• La responsabilidad por la capacidad (capacity responsibility).
Responde al criterio de que el que tiene poder, tiene
responsabilidad.
Argandoña omite dos de las seis acepciones del artículo original
y supongo que lo hace porque no los considera aplicables a las
personas jurídicas o porque son superfluos. El primero de los
omitidos es la responsabilidad de la virtud (virtue
responsibility), derivada de la virtuosidad de la persona, del
hecho de ser una persona.
El segundo omitido es la responsabilidad por la causa de un
evento (causal responsiblity), que el caso de las personas
naturales se refiere a la responsabilidad por la causa que causó
los resultados (por ejemplo, responsable no solo por el choque
sino por el hecho de estar borracho; la borrachera no lo exime
de la responsabilidad). La segunda omisión (causal
responsibility) es mas fácil de justificar ya que para las
personas jurídicas la responsabilidad por resultados o
consecuencias parece capturar lo de las causas y no hace falta
repetir.
Pero yo quisiera sugerir recuperar la primera omisión y
aplicarla el caso de la persona jurídica como la responsabilidad
moral, la responsabilidad derivada de haber sido la empresa
autorizada por la sociedad para constituirse como persona
jurídica, que le da derechos y deberes similares a las personas
naturales. Es cierto que como dijo un comentarista de mediados
del siglo XIX “las empresas no tienen cuerpos que puedan ser
castigados ni almas que puedan ser condenadas y por ello hacen
lo que les da la gana”. Es también cierto que las personas
naturales, como parte de las empresas, actúan a nombre colectivo
y no a título individual. Pero estas ejecutarán lo que
colectivamente se haya determinado, vía las decisiones, los
procedimientos y políticas internas a la empresa, que si bien
han sido elaboradas por individuos conforman el carácter de la
persona jurídica y por ello creo que podemos hablar de
“responsabilidad moral de la persona. Recientemente la Corte
Suprema de Justicia de EEUU extendió el carácter de persona
jurídica y emitió la opinión de que la empresa, como los
individuos, tiene el derecho de opinión, de influenciar la
política con los recursos de los dueños y accionistas, separados
de estos [ii].
Adicionalmente quisiera hacer una acotación sobre la
interpretación de Argandoña sobre la que él lista como la cuarta
acepción, la responsabilidad por la capacidad, cuando dice “La
cuarta acepción es, me parece, negativa: si no eres capaz de
hacer algo, no tienes responsabilidad en ello. No basta que la
empresa tenga poder y medios para que deba hacer algo: primero
debe contemplar cuál es su papel, y luego, cuáles son las
consecuencias de sus acciones”. Estoy totalmente de acuerdo con
que para exigir responsabilidad por capacidad hay que saber cual
es el papel que la empresa elige y el que la sociedad le asigna.
El gran poder viene con grandes responsabilidades, Voltaire
(1694-1778)
Pero creo que hay que hacer algunas acotaciones a que “No basta
que la empresa tenga poder y medios para que deba hacer algo”,
en particular desde el punto de vista de países en desarrollo.
Si creo que, en muchos casos, a medida que la empresa tenga
capacidad tiene responsabilidad. Por ejemplo, creo que los
medios de comunicación, que tienen la capacidad de influir en el
comportamiento de la sociedad, tienen responsabilidad sobre
ello. Y no refiero a que deben ser instrumentos de
indoctrinación como puede ocurrir en regímenes totalitarios. La
sociedad libre en la que operan tiene valores que pueden ser
promovidos a través de medios de comunicación masiva como la
prensa, radio y televisión. Pueden contribuir a la educación
cívica y moral de la población a través del reporte responsable
y de programación que promueva estos valores. De hecho, uno de
los principales problemas de la sociedad de estos países es que
los medios no utilizan su capacidad para mejorar la convivencia
ciudadana. Es más, muchas veces explotan la ignorancia. Basta
con ver las diferencias en el contenido de los medios para
latinos y para norteamericanos en un mismo país, EEUU.
Algo parecido sucede con las empresas de la industria extractiva
que tienen grandes capacidades y que tienen un gran impacto
económico, social y ambiental en la región en que operan o aun a
nivel del país. También sería de esperar que las empresas
grandes adopten una responsabilidad en función de su capacidad,
aun antes de que la sociedad se lo exija.
Estoy de acuerdo con Argandoña de que antes “la empresa debe
contemplar su papel”. Entiendo con esto que quiere decir que la
responsabilidad por capacidad no es innata. El problema es que
muchas veces la empresa no contempla su papel (precisamente por
su capacidad, que incluye la capacidad de evadir
responsabilidades) y le corresponde a la sociedad hacérselo
contemplar.
Fuente: Antonio Vives, Cumpetere envío por mail, 2 de Septiembre
de 2012
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El
desafío de comprender el sentido profundo del concepto
de RSE, Prof. Oscar
Licandro*
El sentido último y esencial
del concepto de la Responsabilidad Social Empresaria
sigue sin ser comprendido, aún entre una parte
importante de los dirigentes de empresas que asumieron
su discurso. A pesar de la profusa literatura académica
y de divulgación sobre la RSE, de los innumerables
congresos, seminarios y conferencias que la incluyen en
su agenda, de los documentos y compromisos
internacionales como la ISO 26.000 o el Pacto Global de
la ONU, la RSE sigue siendo un término que muchos
emplean, pero que muy pocos comprenden en su sentido más
profundo.
Algunos hechos me han llevado a concluir esta
afirmación. A principios de 2010 apliqué en Uruguay una
encuesta a directivos de empresas que participan
activamente en ámbitos institucionales donde se
promociona la RSE. El 63% de ellos calificó como alto o
muy alto su conocimiento sobre el concepto de RSE. Pero
al preguntarles acerca de su conocimiento sobre el
contenido del documento del Pacto Global de la ONU y el
de la norma ISO 26.000, el porcentaje cayó
estrepitosamente al 22% y al 18% respectivamente. De
igual forma, un porcentaje importante de entrevistados,
cuyas empresas no tienen código de ética o no
implementan algunas de las políticas básicas de RSE
hacia los empleados o los proveedores, dijeron que sus
empresas habían adoptado la RSE “en forma integral”.
Algunos fenómenos ilustran este desconocimiento (porque
descarto la mala fe de sus autores). Uno de ellos es la
difusión pública de supuestas prácticas de RSE, que a lo
sumo constituyen acciones de marketing social ajenas a
la operación y al negocio de las empresas. También es el
caso de directivos que postulan sus empresas a concursos
sobre mejores prácticas de RSE, presentando experiencias
que apenas califican como filantropía. Y peor aún, son
algunos supuestos sistemas de autoevaluación que se
utilizan a modo de rankings. Porque, ¿quién tiene la
unidad objetiva de medida para decidir si una empresa es
más responsable que otra?
Esta confusión, en un contexto en el cual la RSE no ha
logrado aún consolidarse como una nueva filosofía de
negocios y en el que sus detractores están siempre al
acecho de argumentos que la invaliden, entiendo
necesario y oportuno contribuir a la mejor comprensión
del concepto. Para ello seguiré un camino sencillo, pero
a mi juicio muy eficaz. Lo que les propongo aquí es leer
y analizar con cuidado el siguiente texto extraído de la
norma ISO 26.000. Allí se dice que la RSE es
“la voluntad de las organizaciones de incorporar
consideraciones sociales y ambientales en su toma de
decisiones y de rendir cuentas por los impactos de sus
decisiones y actividades en la sociedad y el medio
ambiente. Esto implica un comportamiento transparente y
ético que contribuya al desarrollo sostenible, cumpla
con la legislación aplicable y sea coherente con la
normativa internacional de comportamiento. También
implica que la responsabilidad social esté integrada en
toda la organización, se lleve a la práctica en sus
relaciones y tenga en cuenta los intereses de las partes
interesadas”.
La lectura de este texto inspira las siguientes
reflexiones que comparto con ustedes.
1) Para hablar de “responsabilidad” se requiere la
existencia de dos o más partes intervinientes. La
empresa no opera en un vacío, sino que lo hace mediante
la interacción con otros actores: sus accionistas,
empleados, proveedores, distribuidores, clientes,
vecinos, etc.. Y al hacerlo, genera responsabilidades
hacia ellos. A estos actores la norma los llama “partes
interesadas” o stakeholders. A mi juicio, el postulado
de que la empresa responsable es aquella que procura
construir relaciones justas, de respeto y del tipo
ganar-ganar con cada uno de sus stakeholders, resulta
ser la idea central del concepto de RSE. Todas las demás
ideas derivan de ese postulado.
2) ¿De donde surgen esas responsabilidades? Ellas son
consecuencia de los impactos que sobre esos stakeholders
tienen las decisiones y acciones relacionadas con las
actividades productivas y comerciales de las empresas.
Así, por ejemplo, las decisiones de reducir la plantilla
ante una crisis, la forma como se negocia con los
proveedores y distribuidores, la información que se
entrega a los clientes, la inversión en una máquina que
genera residuos y utiliza energía, todas esas decisiones
impactan sobre alguno de esos stakeholders.
No se trata solo de “minimizar” los impactos negativos
sobre ellos, tal como lo postulan algunos enfoques
reduccionistas y meramente instrumentales de la RSE. Ser
responsable implica tomar en cuenta sus necesidades y
derechos, buscar un equilibrio y construir relaciones
ganar-ganar y de respeto con cada uno de ellos.
3) Cuando la norma alude a “consideraciones sociales y
ambientales” , se está refiriendo al papel activo que
puede jugar la empresa en favor de la mejora de la
calidad de vida de los seres humanos, mediante una forma
de hacer las cosas que contribuya al crecimiento
económico sustentable, al desarrollo social y humano y a
la preservación de los recursos medioambientales. Aquí
la palabra “social” no se reduce a lo que comunmente
llamamos “problemas sociales”. En sentido más amplio,
“social” refiere al conjunto de actores sociales con los
que la empresa interactúa: sus stakeholders. En
consecuencia, la adopción de la RSE como filosofíia de
negocios no obliga a las empresas a realizar acciones
filantrópicas o de compromiso social que no se
relacionan directamente con sus stakeholders y su
negocio.
4) La RSE no es una actividad periférica al negocio. Por
el contrario, refiere al corazón del propio negocio y a
la forma como lo gestionamos. No se trata de acciones
sociales o filantrópicas, sino de “hacer lo que se hace”
responsablemente, con transparencia y basado en
decisiones orientadas por criterios éticos. Está
constituida por los criterios que se aplican para
negociar con los proveedores, por el nivel de seguridad
que se elige para los productos, por la elección de
tecnologías que tienen mayor o menor impacto ambiental,
por el tipo de relaciones laborales que se impulsan,
etc. La RSE refiere a las decisiones y acciones de la
vida cotidiana de las empresas.
5) De lo anterior se infiere que la RSE no es una
función que se asigna a un área, tal como ocurre con
algunos departamentos de RSE. Es una “forma de actuar”
transversal a toda la organización. Y por lo tanto, su
liderazgo es una de las principales responsabilidades de
la alta dirección. En la etapa en que la RSE da sus
primeros pasos, esos departamentos pueden ser una buena
herramienta para ayudar a “derramar” la RSE en toda la
empresa. Pero para que sirvan efectivamente, es
necesario crearlos como staff de la alta dirección y no
como una nueva área funcional. Es la forma de que el
mensaje sea claro: la RSE es una cuestión que atañe a
toda la empresa.
6) La adopción de la RSE como filosofía de negocios es
algo voluntario. Nadie nos obliga a hacerlo. Por esa
razón, los comportamientos a los que la empresa “está
obligada” por razones legales o por su propia
naturaleza, no pueden calificarse como socialmente
responsables o irresponsables. Este es caso del
cumplimiento de las leyes, al que alude la norma ISO
26.000 o el de generar rentabilidad para los
accionistas..
Esto último constribuye a desmistificar la falsa
oposición entre RSE y rentabilidad. Esta falsa oposición
fue planteada por Milton Friedman en un célebre
documento de hace unos 20 años. Frideman afirmó que las
únicas responsabilidades sociales de la empresa son
generar utilidades para los accionistas y cumplir con
las leyes. ¿En qué consiste esa falsa oposición? En algo
muy simple, pero difícil de detectar. Obtener
rentabilidad es un mandato, una obligación de quienes
gestionan la empresa. Por lo tanto, al igual que ocurre
con el cumplimiento de la ley, la búsqueda de la
rentabilidad no es un comportamiento susceptible de
calificarse como responsable o irresponsable. Sin
rentabilidad no hay empresa y sin empresa no hay
responsabilidad.
Cabe también señalar que esta falsa oposición se ha
visto alimentada por otro gran mito: el que establece
que la RSE cuesta dinero y que por lo tanto es algo que
solo pueden aplicar las grandes empresas. Este mito
resulta de confundir RSE con filantropía y marketing
social. ¿Alguien puede creer que hacer las cosas bien
sea más caro que hacerlas mal?
La incorporación paulatina de la RSE a la práctica de
las empresas es un largo camino, del que tan solo hemos
recorrido una pequeñísima parte. Uno de los factores que
limitan su avance es la inadecuada comprensión del
concepto. De ahí la necesidad de promover la reflexión y
el debate acerca de qué es y qué implica la RSE. Se
trata de una tarea educativa que debemos priorizar y
realizar con creatividad e inteligencia. El futuro de la
RSE depende en buena medida de que seamos capaces de
asumir este desafío.
* Es Licenciado en Sociología y Master of International
Management. Docente e investigador en la Universidad
Católica del Uruguay, donde coordina el Programa de
Investigación sobre RSE. Ha sido consultor
de empresas y de organismos internacionales (CEPAL, OIM,
UNESCO, BID). Es “aliado” AVINA para la promoción de los
Negocios Inclusivos en Uruguay. Integra el Comité
Científico de la International Association on Public and
NonProft Marketing
Fuente: Fundación Observatorio de RS
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Las
B Corporations llegan a Nueva York
El secretario de Estado de
Nueva York, César A. Perales, fue el encargado de
aceptar la presentación de documentos de las primeras B
Corporations, un nuevo tipo de sociedad que permite a
los inversionistas y hombres de negocios resolver los
problemas sociales a través de sus empresas. La ley fue
aprobada por unanimidad por ambas cámaras.
Las corporaciones de beneficio son un nuevo tipo de
sociedad legalmente obligado a: 1) tener un objeto
social para crear un impacto significativo positivo en
la sociedad y el medio ambiente, 2) ampliar el deber
fiduciario para exigir la consideración de los intereses
de los trabajadores, la comunidad y el medio ambiente, y
3) publicar un informe anual sobre su desempeño social y
ambiental utilizando un estandar completo y creíble,
realizado por una tercera parte independiente y
transparente.
En contraste con ello, el derecho corporativo
tradicional requiere que las empresas den prioridad a
los intereses financieros de los accionistas por sobre
los intereses de los trabajadores, las comunidades y el
medio ambiente.
California, Nueva Jersey, Virginia y Hawai aprobaron una
legislación similar en 2011, uniéndose a Vermont y
Maryland, que lo hicieron en 2010. Este tipo de
legislación de sociedades se ha introducido también en
Michigan, Pensilvania, Carolina del Norte, Illinois y el
Distrito de Columbia, y ha contado con un fuerte apoyo
bipartidista en todos los estados.
"La creación de corporaciones de beneficio en Nueva York
es un testamento de la fuerza de este movimiento mundial
para redefinir el éxito en los negocios", dijo Andrew
Kassoy, co-fundador de B Lab, una organización sin fines
de lucro que apoya la legislación. "Nueva York es el
corazón de las finanzas mundiales y ahora los
inversionistas tienen una manera de asegurarse de que su
dinero está haciendo mucho más que obtener una
ganancia."
"Hoy en día, los negocios en Nueva York están facultados
para adoptar la responsabilidad social y para lograr las
metas vitales como la protección de los derechos de los
trabajadores y la protección de nuestro medio ambiente
como parte de su misión principal. Al permitir a las
corporaciones de beneficio en Nueva York, continuamos
nuestros esfuerzos para fortalecer y diversificar
nuestra economía al tiempo que demuestra que el
beneficio y la búsqueda de la justicia social no son
mutuamente excluyentes ", dijo el presidente de la
Asamblea Sheldon Silver, uno de los principales
patrocinadores de la legislación.
El proyecto de ley fue propuesto originalmente por el
American Sustainable Business Council y B Lab, una
campaña de promoción ciudadana encabezada por Care2.com.
Más información:
http://www.benefitcorp.net/
Fuente: ComunicaRSE |
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Los
mayores fondos de pensiones mundiales
piden a la SEC, prioridad en aspectos sociales,
ambientales y de gobierno corporativo.
Buenas noticias sobre inversiones responsables.
El día 13 de febrero, 14 de los fondos de pensiones mas
grandes del mundo, que gestionan 1,6 millones de
millones (los billones en español, trillions en inglés)
enviaron una carta a la Directora de la Comisión de
Valores y Bolsas de Estados Unidos (Securities and
Exchange Commission, SEC). El grupo está liderado por el
mayor fondo de pensiones del mundo, el de los empleados
públicos del estado de California, CalPERS con 234.000
millones en activos, que tradicionalmente ha tenido
preocupación sobre el gobierno corporativo de las
empresas en que invierte.
En la carta le piden a la Directora que le de prioridad
a aspectos sociales, ambientales y de gobierno
corporativo:
- Reactivar el Comité Asesor de Inversiones
- Facilitar el proceso de nombramiento de directores por
parte de los accionistas
- Regular el proceso de remuneración de los ejecutivos y
directivos, con nexos al rendimiento.
- Promover la adopción de estándares internacionales de
contabilidad
- Facilitar la transparencia de las agencias de
calificación de crédito y su financiamiento
-
Revelar información sobre diversidad en el Consejo
Directivo y sobre otros aspectos de sostenibilidad
Lo más destacable es que dentro de la crisis financiera
que viven los países mas desarrollados, estos
administradores de fondos de pensiones tuvieron a bien
incluir entre sus prioridades algo que en principio
parece de mucha menor prioridad relativa. En el último
punto mencionado le piden:
Clarificar y asegurar el cumplimiento de las guías de la
Comisión sobre información de los riesgos del cambio
climático. Incluir la revelación de información sobre
cambo climático y sobre el proceso para incluir
consideraciones sobre diversidad (de género) en la
postulación de candidatos a los Consejos Directivos, en
el mandato de dar asesoría y hacer recomendaciones del
recientemente creado Comité Asesor de Inversiones.
Asegurar que el reporte de aspectos sociales,
ambientales, de gobierno corporativo y de diversidad
(conocidos como aspectos de sostenibilidad) sea
integrados en los reportes financieros (énfasis
añadido).
Aunque esta es una carta de fondos de pensiones en
países desarrollados, la adopción de estas
recomendaciones puede tener un impacto sobre las
prácticas responsables en los demás países, en
particular por el ejemplo que suelen ser las
regulaciones de la SEC y por el impacto que podrían
tener en la revelación de información sobre aspectos de
sostenibilidad, en especial sobre el desarrollo de las
guías para la preparación de informes de sostenibilidad
integrados. ...
Fuente:
Computere, 22 de febrero de 2012
Nota de Código R - con igual tenor que en la noticia
siguiente, nos predisponemos al seguimiento de estos
cambios, para superar la intención de noticia y
contribuir a su implementación cierta.
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Ejecutivos
consideran que el valor
de las compañías debería medirse en términos
de su propósito social |
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Nota de Código R
- desde el 23 de enero de 2012 habíamos
guardado esta información, esperando
publicarla con los ecos o resultantes en el
Foro de Davos. A la fecha no hemos
encontrado nuevas referencias. Por este
motivo recién la difundimos abriendo la
consigna de reunir opiniones e información
comprometiéndonos al seguimiento particular, |
Ejecutivos alrededor del mundo consideran que el valor
de las compañías debería medirse en términos de su
propósito social, Según una nueva encuesta de Deloitte.
Líderes
del sector privado y ejecutivos de la llamada
“Generación Y” creen que los negocios, más que cualquier
otra área de la sociedad, tienen el potencial para
superar los más grandes desafíos que ésta debe afrontar.
En el transcurso del Foro Económico Mundial 2012,
Deloitte Touche Tohmatsu Limited (DTTL) divulgará los
resultados de una encuesta global que analiza las
actitudes asumidas por los líderes de negocios en
relación con el propósito, efecto y liderazgo que
ejercen las empresas de negocios en la sociedad en
general. La encuesta, realizada por DTTL y conducida por
la firma Economist Intelligence Unit (EIU), descubrió
que más de tres de cada cuatro encuestados (76%)
considera que el valor de las compañías debería medirse
de acuerdo con el aporte positivo que hacen sus
operaciones esenciales de negocios y sus ganancias
financieras a la sociedad en general.
Adicionalmente, el 73% de los líderes encuestados estima
que sus respectivas actividades esenciales de negocios
contribuyen efectiva y favorablemente al progreso
social.
“Esta encuesta promueve un importante diálogo en torno
del papel que desempeñan los negocios en el desarrollo
de una sociedad mejor”, afirmó Barry Salzberg, Global
CEO de DTTL. “Todas las firmas que conforman la red
organizacional del grupo Deloitte coinciden en que es
necesario y oportuno integrar dicho “propósito social” a
las actividades esenciales, decisiones empresariales e
identidad corporativa de las empresas. Es precisamente a
través de este propósito intrínseco que, a su turno, las
empresas podrán inspirar un cambio ampliamente
favorable, a escala económica, ambiental y social”.
Contribución silenciosa
El estudio demostró que mientras el 82% de los líderes
de negocios encuestados afirma que sus respectivas
organizaciones cuentan con un enunciado formal que
describe detalladamente su “propósito social”, el 52%
indica que dicho enunciado formal es esencial para la
atracción y captación de una nueva generación de
clientes y empleados y sólo el 25% considera que el
propósito enunciado es hoy cabalmente conocido por sus
clientes y consumidores. La diferencia señalada sugiere
que las empresas tienen ante sí un amplio espacio para
mejorar sus esfuerzos por divulgar los aportes y efectos
que tienen sus actividades vitales en la sociedad en
general.
Percepciones de aquellos empleados de Deloitte que hacen
parte de la “Generación Y”
Simultáneamente con la encuesta adelantada por EIU, DTTL
examinó las opiniones de más de 1,000 ejecutivos que
laboran para las diferentes firmas que conforman la
organización Deloitte y que pertenecen a la llamada
“Generación Y” ó “Generación de los Millennials” (es
decir, aquellos empleados de la organización que
nacieron después del año 1981), analizando las
percepciones que éstos tienen acerca de los efectos que
generan los negocios empresariales en la sociedad
global. Más de la mitad de los encuestados (52%) cree
que, en el futuro, los negocios, más que cualquier otra
área de la sociedad, tendrán un significativo impacto en
la resolución de los más grandes retos que afronta la
sociedad en general. Más aún, el 92% de los encuestados
considera que el éxito de cualquier negocio debería
medirse en términos de algo más que las simples
ganancias financieras de las empresas; tal percepción
sugiere que el propósito social de las compañías
constituye una alta prioridad para la “Generación Y” y
que, además, representa un tema que genera grandes
expectativas entre sus miembros.
“A la voz de los presidentes corporativos se ha sumado
la de una prospera generación de líderes de negocios que
conciben la responsabilidad individual, la
responsabilidad corporativa y la responsabilidad social
como un todo indivisible”, aseguró Salzberg. “Hay un
apetito manifiesto por nuevas ideas, percepciones
originales y debates apasionados. Conscientes de ello,
estamos empleando el presente estudio investigativo para
animar a los actuales líderes de negocios a examinar el
propósito, el efecto y el liderazgo que – se espera –
deberían tener los negocios en la sociedad en general”.
Para obtener más información al respecto y acceder
directamente a los resultados derivados de esta
encuesta, visite el sitio www.deloitte.com/business-society
Acerca de la encuesta:
Las conclusiones del estudio se basan en una encuesta
adelantada entre 390 ejecutivos durante el mes de
octubre de 2011. Quienes respondieron se distribuyen
entre Europa (33%), Norteamérica (31%) y Asia-Pacífico
(24%), mientras que el resto del planeta — representado
esencialmente por América Latina, Medio Oriente y África
— abarca el 12% restante. En términos de jerarquía
corporativa, el 57% corresponde a altas directivas
(ejecutivos Nivel C, miembros de junta directiva, vice-presidentes,
o directores de área o división), mientras que el
porcentaje restante comprende empleados que ocupan
cargos ejecutivos gerenciales o de gestión nivel senior.
Las áreas de la industria son, en orden decreciente, las
siguientes: Servicios financieros (22%), tecnología
(12%), servicios profesionales (11%), servicios de salud
y farmacéuticos (8%) y manufacturas (5%), quedando el
porcentaje distribuido entre una amplia y diversa gama
de segmentos industriales. Cerca del 74% de los
encuestados representa corporaciones cuyos ingresos
anuales son superiores a US$500 millones, incluyendo un
27% que corresponde a empresas cuya facturación excede
los US$10,000 millones al año.
El documento en inglés
desde
aquí
http://www.deloitte.com/assets/Dcom-CostaRica/Local%20Assets/Documents/Estudios/2012/120124-cr_Millennial_Survey_2011.pdf
Fuente: Deloitte.com Última actualización: martes 24 de
enero de 2012

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Las empresas
con ALTA sostenibilidad
la tienen BAJA,
Antonio Vives |
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El pasado 17 de enero tuve la oportunidad de
escuchar una presentación de los profesores de
la Universidad de Harvard Robert Eccles y George
Serafiem, sobre su trabajo The Impact of a
Corporate Culture of Sustainability on Corporate
Behavior and Performance (El impacto de una
cultura empresarial de sostenibilidad sobre el
comportamiento y rendimientos corporativos). A
pesar de que lo había leído no me había fijado
en algunos resultados, incluidos en tablas en
los apéndices, que en la presentación me
parecieron destacables. |
El
trabajo compara 90 empresas que califican de ALTA
sostenibilidad[i] con otras 90 que califican de BAJA
sostenibilidad, dependiendo de si tienen una cultura de
sostenibilidad, determinada en base a la adopción e
implementación de una serie de políticas coherentes
sobre medio ambiente, comunidad, empleados, productos y
clientes, adoptadas antes de que la sostenibilidad se
pusiera de moda y ahora deben formar parte de la cultura
de la empresa. Buena parte de la información se obtuvo
de respuestas a los cuestionarios que las empresas
completan para optar a ser incluidas en el Dow Jones
Sustainability Index (información confidencial).
Para evitar sesgos en la selección cada grupo tiene
empresas de similar tamaño, de los mismos sectores, de
semejante rentabilidad contable, y de semejantes niveles
de endeudamiento y ventas relativas a activos. No hay
empresas del sector financiero ya que sus factores de
sostenibilidad son diferentes al resto.
Comparando ambos grupos de empresas, el estudio
demuestra cuantitativamente una serie de hipótesis que
comúnmente se hacen sobre las empresas sostenibles. Las
empresas en el grupo de ALTA sostenibilidad tienen,
entre otras características:
-
Mayor
involucramiento de Consejo Directivo en la revisión
de la sostenibilidad;
-
Mayor
uso de las remuneraciones basadas en los resultados
sobre sostenibilidad;
-
Mejores prácticas de relacionamiento con los
stakeholders;
-
Mayor
orientación hacia el largo plazo (¡!basado en el
análisis lingüístico de 150.000 conferencias con sus
analistas financieros!!);
-
Mejores rendimientos en Bolsa[ii].
Solo tres
sectores tuvieron mejores rendimientos que sus
comparadores. Fueron los que se basan en consumidores,
los que dependen de la marca y de los recursos humanos y
la industria extractiva. Parece ser que los temas de
sostenibilidad son mas sensibles en Bolsa cuando afectan
la reputación, afectan a los consumidores, afectan a los
empleados. El caso de la industria extractiva (minería,
petróleo, gas, forestal) es especial y puede deberse a
que la sostenibilidad (medio ambiente, comunidad) puede
afectar seriamente sus operaciones y es ampliamente
publicitada.
Estas confirmaciones son muy valiosas para la promoción
de la sostenibilidad. Hasta aquí vamos bien. Pero para
mí lo más interesante del estudio está en algunos
números sobre las empresas con ALTA sostenibilidad. De
las empresas con ALTA sostenibilidad SOLO el (entre
paréntesis los números para las de BAJA):
· 41% (15%) tienen comité de sostenibilidad;
· 35% y 17% (22% y 8%) tienen remuneración variable de
sus ejecutivos relacionada con temas sociales y con el
medio ambiente respectivamente;
· 19% (3%) tiene mecanismos para resolver quejas de los
stakeholders;
· 20% (0%) publica los resultados de las consultas con
los stakeholders;
· 18%, 19% y 17% (6%, 8% y 0%) mide el cumplimiento de
los estándares internacionales sobre derechos humanos,
sobre los estándares laborales y la política de medio
ambiente respectivamente, en sus proveedores;
· 11% (1%) tienen auditoria de sus informes de
sostenibilidad;
· 5% (0%) tienen revisión externa (assurance) de las
consultas con los stakeholders;
· 26% y 33% (5% y 11%) integran información sobre
aspectos sociales y ambientales respectivamente en sus
informes financieros.
Si estos son los resultados en empresas grandes y de
ALTA sostenibilidad en los Estados Unidos, ¿que podemos
esperar de empresas normales en países con menos
desarrollo?
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[i] En este
artículo uso la palabra sostenibilidad y no RSE porque
es la que usan los autores del estudio.
[ii] No creo que la comparación entre 180 empresas pueda
ser concluyente para este tipo de confirmaciones.
Además, estos resultados pueden deberse al período
analizado.
Fuente:
envío de Antonio Vives, Mirada critica a la RSE en
Iberoamérica, 22 enero de 2012 |
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RPE:
Responsabilidad
Política de la Empresa, por Carlos March
Responsable de la Fundación AVINA Argentina.
Secretario General de la Confederación General de la
Sociedad Civil |
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El vínculo primario entre el
mundo empresarial y el político en una campaña
electoral, solía limitarse al interés del candidato en
obtener el voto del empresario y el financiamiento de la
empresa.
Con el tiempo, algunos empresarios se fueron dando
cuenta de que el apoyo financiero a una campaña
política, en lugar de convertirse en un gasto, podía
significar una rentable inversión. Así, varias empresas,
comenzaron a financiar campañas electorales para
transformar a los candidatos en sus rehenes, a quienes,
una vez que ocupaban el cargo, les exigían prebendas.
Así las cosas, las sociedades anónimas, en su relación
con el Estado y con los servidores públicos, se
convirtieron en asociaciones ilícitas. Empresas que
abusan de los recursos naturales y destruyen el medio
ambiente sin recibir ningún tipo de sanción; empresarios
que emplean trabajadores de manera irregular e ilegal no
son penalizados; un segmento del empresariado
acostumbrado a pagar coimas a funcionarios públicos para
ganar licitaciones y acceder a contratos millonarios de
manera absolutamente espuria.
Este esquema deriva en el deterioro de la
institucionalidad y en el llamado capitalismo de amigos
–o en términos más crudos, corrupción sistémica: de la
corrupción a la impunidad y de la impunidad a la
ostentación.
Hay una fórmula, creada por Robert Klitgaard, que
describe la corrupción estructural del Estado: M + D –
T. M significa monopolio en el uso del poder. D se
emparenta con discrecionalidad en el manejo de los
recursos públicos y por último, T, implica falta de
procesos y herramientas de transparencia en la gestión
pública.
Y existe otra fórmula, que da cuenta de la corrupción
estructural en el mercado: DI + CE – DBP. DI son las
siglas de debilitamiento institucional, es decir, lo que
sucede cuando las empresas hacen lo detallado en los
párrafos precedentes. CE implica consumidores enajenados
desde campañas publicitarias que fomentan el consumo
indiscriminado basado en información sesgada o falsa. El
último término de la fórmula consiste en restar
desarrollo de bienes públicos, es decir, cuando la
empresa se apropia de bienes comunes, como los recursos
naturales.
Pero si bien son varias las empresas que avanzan en
formatear este contexto hostil para la conformación de
institucionalidad, también es verdad que son muchos los
empresarios que se involucran en la construcción de las
comunidades en donde operan, en agregar valor a la
sociedad en general, en la generación de bienes públicos
y en el fortalecimiento de institucionalidad del sistema
democrático y del mercado.
Lo que la empresa puede hacer por la institucionalidad
La transparencia empresaria, en el plano de la propia
organización, es lo que legitima el capital financiero y
económico de la empresa; en el plano sectorial, es lo
que asegura el funcionamiento transparente de los
mercados; y en el plano de la sociedad, es una condición
básica para la construcción de capital social.
Los empresarios responsables socialmente, que en materia
de transparencia se convierten en los garantes de
probidad, son aquellos que además de cumplir con las
leyes que ordenan las conductas, implementan acciones
que potencian los incentivos para hacer negocios y no
negociados. Algunas formas de transparencia empresaria
son:
Transparencia sobre la agenda pública: las acciones del
sector privado sobre los espacios públicos son las que
mayor impacto tienen en la construcción de seguridad
jurídica. La transparencia del lobby empresario sobre
las instituciones públicas, sobre las formas de
financiar los partidos políticos -principalmente durante
las campañas electorales-, los procesos de transparencia
que se adopten en las contrataciones públicas, son
algunas de las acciones que orientan los incentivos
privados para que el patrimonio y bienes públicos, no
terminen generando beneficios sectoriales o particulares
en lugar de bienestar general.
Transparencia en los vínculos: el mercado no es otra
cosa que una red de vínculos que permite la realización
de transacciones comerciales. La falta de calidad en los
vínculos, la carencia de confianza en la dinámica de las
relaciones y la opacidad en los contextos, aumenta el
costo de esas transacciones. Las asimetrías de
información, las agendas ocultas, la carencia de
inteligencia emocional y social en los operadores de los
mercados, bajan los estándares de calidad de las
transacciones en la misma proporción en la que el activo
confianza deja su lugar al pasivo desconfianza.
Transparencia en la inversión social: las sociedades no
resisten más la lógica de maximizar ganancias
minimizando inversión social. Por ello, los impactos de
las decisiones comerciales sumadas a las acciones
sociales de las empresas, ayudan a construir lo público,
sus comunidades y la institucionalidad democrática y por
ello, deben ser informadas públicamente a través de
balances económicos-financieros y sociales. Es todo ello
información privada de absoluto interés público.
Transparencia en las mediciones: las ciencias económicas
se concentraron en medir los tangibles, pero en los
procesos de producción se ignoran los bienes intangibles
y sociales utilizados. Transparencia es registrar en los
balances empresarios y en mediciones como el producto
bruto interno de un país, tanto la riqueza que generan
los muebles que se venden y exportan, como el costo
social de los bosques que se talan para producirlos. Los
muebles que usan las generaciones presentes, son los
bosques que no podrán disfrutar las generaciones
futuras.
Transparencia es promover consumo conciente: la
responsabilidad social en materia de transparencia no
sólo implica atender la calidad de vida de los
accionistas y empleados, u ocuparse de fortalecer la
cadena de valor con los proveedores, sino también
promover el consumo conciente entre los consumidores de
los productos y servicios. Debe ser obligación de la
empresa aportar información al cliente no sólo sobre los
atributos de un producto, sino sobre aspectos sociales
como condiciones de empleo de la cadena de producción
para identificar, por ejemplo, empleo de mano de obra
infantil, impacto en el medio ambiente y orientación
para la deposición del residuo generado en el acto de
consumir.
De acuerdo a una progresión elaborada por el filósofo
colombiano Bernardo Toro, tres premios Nobel de economía
encontraron las formas de explicar la construcción que
pueden hacer las empresas a través de sus transacciones.
Ronald Coase explicó que lo que diferencia a las
empresas son sus tipos de contrato/transacciones.
Douglass North demostró que los costos de las
transacciones aumentan o disminuyen la capacidad de
generar riqueza de una empresa. John Nash comprobó que
las transacciones y contratos win-win (ganar-ganar)
generan riqueza y aumentan la equidad. Queda para un
próximo premio Nobel investigar y concluir que las
transacciones que no construyen institucionalidad
atentan contra la credibilidad social de la empresa y la
inhiben completamente para avanzar sobre los planteos de
North y Nash. Si el mercado pierde la institucionalidad
para autorregularse y el Estado carece de
institucionalidad para ser el garante público de la
acción privada, la comunidad deja de creer en la empresa
y ve al empresario como un depredador de riqueza social.
Mercados transparentes e institucionalidad estatal son
las arquitecturas sociales que garantizan la legitimidad
de la ganancia empresaria. Por ello, la principal
preocupación de un empresario debería ser ayudar a
consolidarlas.
Fuente IARSE Boletín Nº 202 – 05/07/2011 |
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RSE de qué estamos hablando
por
Alberto Willi
Profesor del Área Académica Empresa, Sociedad y
Economía del IAE de la Universidad Austral,
reflexiona sobre los riesgos de pensar
la RSE desde una mirada que la vincula primordialmente con la
rentabilidad y la competitividad para persuadir a los
empresarios a partir de su propio lenguaje. "Dado este panorama,
me pregunto si cuando hablamos de RSE (o Sustentabilidad)
estamos hablando de algo distinto, de un cambio de paradigma, de
una mirada fresca, no puramente económica de ver a la empresa, o
es más de lo mismo", dice Willi.
Artículo exclusivo para ComunicaRSE |
No seré el primero, ni el último, en decir que la
“Responsabilidad Social Empresaria” es un concepto equívoco que
significa muchas cosas al mismo tiempo, y a veces tantas cosas
que lo terminamos por vaciar de contenido. Igualmente, en esta
ocasión me gustaría detenerme en una cuestión que luego de que
los años pasan y seguimos hablando de estas temáticas me llama
poderosamente la atención. Para los fines prácticos denominare
RSE a todo el espectro conceptual que va desde la Filantropía
hasta la Sustentabilidad. Por último, aclarar que estoy
queriendo ser provocativo con estas ideas, primero conmigo mismo
y luego con los lectores.
En los manuales más conocidos de la temática , luego de
introducir el término y algo de historia viene irremediablemente
el capítulo sobre el “business case” de la RSE, y cuando leemos
ese capítulo las palabras competitividad, diferenciación,
ventaja competitiva, atractividad, entre otras, son las que más
fuertes suenan. En esta misma línea, entre algunos académicos y
consultores está esta idea de economizar el lenguaje de la RSE,
incluso de temas de Ética, y en este sentido es común escuchar
hablar de la “rentabilidad de los valores”, o la “rentabilidad
de hacer el bien”, y en general nuestros artículos de cabecera
son los de Michael Porter, quien claramente ha dado mucha luz a
estos temas pero no se percibe una mirada fresca y renovadora.
En el mismo sentido, cuando se habla de las causas y beneficios
de tener acciones de RSE dentro de las empresas en primer lugar,
irremediablemente, están la imagen y reputación. En mi caso
particular hace tres años que realizó una encuesta entre los
alumnos de las maestrías del IAE BS, Universidad Austral y la
imagen y reputación son la causa principal de la motivación de
las empresas para embarcarse en acciones de RSE (en más del 95%)
.
Dado este panorama, me pregunto si cuando hablamos de RSE (o
Sustentabilidad) estamos hablando de algo distinto, de un cambio
de paradigma, de una mirada fresca, no puramente económica de
ver a la empresa, o es más de lo mismo. Quizás a lo nuevo le
queremos dar el packaging que consideramos que los empresarios
van a comprar. Ahora, cuando escucho a los empresarios –no a
todos, pero cada vez a más- los escucho más audaces que cuando
escucho a los académicos y consultores de RSE. Estos empresarios
hablan de cambiar la lógica, de animarse a hacer las cosas
distintas.
Solo como ejemplo, la Visión 2050 que propone el WBCSD (el CEADS
en Argentina) propuesto por 29 grandes corporaciones es
realmente un cambio de paradigma, una mirada distinta de
entender el rol de los distintos actores de la sociedad,
empezando por ellos mismos, bajo el diagnóstico de que el
business-as-usual nos lleva hacia un mundo sin salida, ni
medioambiental, ni humana, ni económica. Sin caer en miradas
inocentes, tenemos que aceptar que discursivamente las empresas
(y algunas ONGs) están liderando el proceso de cambio.
Ahora va la aclaración necesaria en todos estos temas: no quiero
decir que las empresas no deben ganar dinero, ni ser
competitivas, ni que deben transformarse en una ONG, sino que
considero que la RSE viene a poner las cosas en perspectiva, y a
decirnos de que la empresa es una animal social y no un animal
económico, y que sus fines e impactos son más profundos y
duraderos como para pensar que está en este mundo solo para
buscar beneficios económicos. Tengo la sensación de que la RSE
viene a plantear ideas nuevas pero somos nosotros los que no nos
animamos a pensarlas y ponerlas en prácticas. Nuevamente, creo
que los empresarios están siendo más desafiantes e innovadores
que los académicos y consultores, quizás porque creamos que
hablando de esa manera, “economizando” todo el discurso podemos
llegar a los empresarios, cuando en este caso los empresarios
están esperando de nosotros algo más desafiante y motivador.
Finalmente, luego de decir que toda generalización comete
injusticias, considero que nos debemos animarnos a pensar desde
otro lugar, a poner en perspectiva las dimensiones que realmente
están en juego: la inclusión de los que se están cayendo del
mundo (no solo del mercado) y el cuidado del planeta para
dejarles a las futuras generaciones algo, aunque sea, razonable.
Tengo una esperanza ciega en la capacidad del hombre para
superarse y poner la mirada en el otro, pero también soy
consciente de que a veces tardamos más de lo deseado y de que
necesitamos tener el agua en el cuello para cambiar.
Fuente: ComunicaRSE,
17 de Noviembre de 2011 |
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La
RSE ha
fallado, Wayne
Visser |
Existen muchas maneras de presentar a Wayne Visser. Por sus
títulos. Por sus antecedentes laborales. Por la cantidad de
libros publicados. Quizás la mejor manera sea que es uno de
los pocos Gurus de la Responsabilidad Social Empresaria y la
Sustentabilidad que se anima en poner en palabras fuertes
aquello que es difícil de admitir, “La RSE ha fallado”.
Días atrás visitó el país, invitado por ReporteSocial.com,
para hablar sobre las oportunidades y desafíos de impulsar
el cambio a través de la sustentabilidad en las personas,
organizaciones y la sociedad en su conjunto. Entrevistado
por Visión Sustentable , durante el encuentro organizado por
AgendarRSE, fue categórico en afirmar que “si tenemos éxito
en admitir el fracaso de la RSE y enterrar el pasado,
podemos encontrarnos en la cúspide de una revolución”. Por
este motivo, cree que las implicancias para la
sustentabilidad y la RSE es hacer cambios fundamentales dado
que cualquier otra cosa que se realice será inútil.
Próximo a presentar su décimo libro “La Responsabilidad
Social 2.0 y el nuevo ADN de los negocios” asegura que
“estamos en un momento extraordinario después de la crisis
financiera mundial, y este nos dice que el sistema económico
financiero actual no es sustentable. Es un momento en que
tenemos que reformar el sistema y cuestionar el tipo de
capitalismo que está detrás de este sistema, que es un
sistema de capitalismo que está impulsado por los
accionistas, y también tenemos que cuestionar el tipo de
instituciones que tenemos que están muy enfocadas al corto
plazo y en las ganancias, nada más”.
- Pero estos conceptos los venimos escuchando desde la
década del 70 cuando se da la primera definición aceptada de RSE. ¿Opina que la historia de la RSE es un debate sobre el
futuro?
- Si, exactamente. En primer lugar debemos darnos cuenta que
la RSE es un movimiento dinámico que ha ido evolucionando en
las últimas décadas, sino en siglos. En segundo lugar, y
quizás más importante, debemos reconocer que a pesar de esta
impresionante marcha aparente, la RSE ha fallado.
Partiendo de esto podemos decir que sin dudas tuvo muchos
efectos positivos, sobre todo para las comunidades y el
medio ambiente. Sin embargo, su éxito o fracaso debe ser
juzgado en el contexto de los efectos totales de las
empresas en la sociedad, y visto de esta manera existen
pruebas fehacientes que demuestran que los impactos
negativos de los negocios han sido terribles.
- Ahora ¿Por qué fracasa la RSE precisamente en aquellos
problemas o temas que supuestamente son los que más le
preocupan?
- En mi opinión obedece a tres factores, que yo llamo Triple
Maldición. La primera la denomino RSE incremental, que
básicamente tiene que ver con la necesidad de la mejora
continua, la gestión de la calidad total que se exporta a
todo el mundo con la norma ISO 9001. Ahora bien, cuando esto
se aplica a los productos y servicios trae muchos
beneficios. Sin embargo cuando se la aplica como el método
fundamental para hacer frente a nuestros objetivos sociales,
éticos y ambientales se produce un error, por velocidad y
escala.
La segunda la denomino Periférica y tiene que ver con la
falta de compromiso del gobierno corporativo de la mayoría
de las compañías. El responsable es un periférico, aunque
haya un compromiso público por parte de la compañía,
elaboren reportes. El tema es que cuando vas a la parte
financiera ves medidas a corto plazo que se contraponen con
el uso del término RSE.
- ¿Por eso asegura que la RSE es antieconómica?
- Exactamente. Incluso tanto consultores, como responsables
o incluso directores están desesperados por poder demostrar
que la RSE es buena para los negocios, que la RSE paga. Y la
verdad que en la mayoría de los casos no lo hace. Revertir
la pobreza en el mundo o temas de biodiversidad requieren de
un cambio estratégico y una enorme inversión�
- ¿Pero cuál sería la salida?
- Si tenemos éxito en admitir el fracaso de la RSE y
enterrar el pasado, podemos encontrarnos en la cúspide de
una revolución. Con lo cual, todos aquellos que pretenden
que la RSE es algo bueno que ayudará a resolver los
problemas del mundo deberían entender que es algo que alguna
vez fue útil, pero cuyo tiempo ha pasado.
- Y surgiría lo que usted llama la RSE 2.0
- Sí, la denominé así porque las relaciono con la Web. A la
actual yo la identifico con la Web 1.0, porque es
unidireccional, estándar, mientras que la que debe surgir,
Web 2.0, es multidireccional, participativa, innovadora. Si
llega a tener éxito vamos a cambiar la forma en la que
hablamos y practicamos la RSE, y en última instancia la
forma de hacer negocios.
- ¿Cuáles serían los principios que regirán a la nueva RSE
2.0?
- Básicamente serían cinco principios: conectividad,
escalabilidad, capacidad de respuesta, dualidad y
circularidad.
Cuando hablo de conectividad me refiero a que las empresas
deben romper con la hegemonía de los accionistas. Es como si
las empresas fueran meros ciervos del valor accional donde
los CEOs no duran más de tres años y son esclavos a las
fluctuaciones de los mercados. Por eso hay que pasar de la
sumisión a la conexión, tienen que institucionalizarse de
múltiples partes interesadas.
En cuanto a la escalabilidad necesitamos cambiar a ésta dado
que los problemas de la humanidad se encuentran en una
escala masiva y son tan urgentes que las soluciones de la
RSE no pueden coincidir. Un ejemplo de esto fue lo que hizo
Walmart post Katrina y decidió que todas las prendas fueran
algodón orgánico y el pescado fuera certificado MSC. Esto es
un ejemplo que a futuro tendrá un impacto real. A su vez
esto también es capacidad de respuesta, porque donar un
cheque es fácil, sin embargo no se hace nada para modificar
su modelo de negocio.
Para resumir los otros dos... la dualidad se refiere a que
no podemos seguir polarizando, “se hace o no se hace” y lo
que se propone es buscar un equilibrio. Con respecto a la
circularidad, es necesario diseñar una economía donde no hay
distancia, todo debe estar diseñado para el reciclaje.
- ¿Qué cambios se deberían dar para que este concepto de la RSE 2.0 comience a instalarse?
- Bien, lo primero que hay que cambiar son las expectativas
de que los negocios y las empresas sólo tiene que ver con
ganancias, se tiene que dar un proceso educativo para la
sociedad, los políticos, para la gente de negocios. Se
tienen que dar cuenta que los negocios tienen que ver con
contribuir con la sociedad y esto es una materia pendiente
que tiene que ver con la educación.
La segunda cosa es que las políticas tienen que cambiar, las
instituciones deben promover incentivos que recompensen este
tipo de comportamiento, tanto para los CEOs como para las
empresas. Hay que recompensar cualquier tipo de acción que
resulte de la sustentabilidad.
Mi opinión es que todos los esfuerzos realizados por las
empresas en RSE o sustentabilidad fracasaron en los últimos
50 años, porque no cambiamos los incentivos. Hay compañías
que pueden seguir imponiendo costos a la sociedad que ellos
no están dispuestos a pagar, contaminación, costos de salud,
entre muchos otros. Entonces sin un cambio de políticas que
cree los incentivos necesarios es muy difícil para los
líderes de negocios hacer realmente un cambio...
LA RSE 1.0 |
|
LA RSE 2.0 |
- Paternalista
- Basada en los riesgos
- Basada en la imagen
- Especializado
- Estandarizado
- Marginal
- Occidental |
|
- Colaboración
- Basada en la colaboración
- Orientada a los resultados
- Integrado
- Diversificado
- Escalable
- Global |
- ¿Entonces el papel fundamental vendría por parte del
políticas públicas?
- Lo que vemos hoy en día es que el péndulo está volviendo
para atrás, hay más importancia en políticas públicas. Sin
embargo, tengo que decir que en muchos países en desarrollo,
incluyendo a Argentina, la implementación de las políticas
es un problema, con lo cual hay que encontrar formas más
creativas de Gobierno. Donde vemos muchos progresos aquí es
entre las alianzas de OSC y empresas, empresas y Gobierno.
También todas las normas voluntarias. Entonces mientras que
se puedan implementar políticas que sean transparentes y las
empresas puedan revelar su rendimiento, su performance, los
demás actores dentro de la sociedad pueden comenzar a
presionar.
- ¿Me podría dar ejemplos?
- Una ciudad como Curitiba es un muy buen ejemplo de esto,
donde hacen muchas cosas innovadoras para dar empoderamiento
a la gente local. Permiten a los sectores de menores
recursos intercambiar servicios públicos por alguna
contribución que puedan realizar, trabajo voluntario por
ejemplo para tener pasajes en transportes.
Otro ejemplo del Reino Unido, hay un Grupo de Líderes sobre
el cambio climático, son 30 CEO de toda Europa que se reúnen
para trabajar con los gobiernos para poder crear y
desarrollar más políticas sobre Cambio Climático con
objetivos específicos, porque entienden que si no se hace en
conjunto no se lograrán cambios sustentables.
- Hay autores e incluso empresarios que aseguran que el gran
desafío que tienen es incorporar los conceptos de RSE y
sustentabilidad en los mandos medios. ¿Cree realmente que
este sea un problema?
-Yo, no creo que sea un problema de la gerencia media sino
de la cultura de la empresa. Y el sistema de performance de
rendimientos e incentivos dentro de la misma. La razón por
lo que la gerencia media lo resiente es porque por lo que
los recompensan no tiene nada que ver con la RSE o la
sustentabilidad. Entonces, si alguien viene y les dice:
“tenes que hacer RSC, que es una carga adicional que se suma
sin recompensa alguna”. Entonces los incentivos tienen que
cambiar. Los gerentes tienen que ver que el liderazgo de la
empresa está realmente convencido de esto.
- ¿Me podría dar algunos ejemplo creativos que se hayan
implementado y que no estén relacionados con el bono?
- Si, algo que implementó una empresa brasilera, Semco, cuyo
CEO, Ricardo Sembla, estableció una política de Recursos
Humanos a partir de la cual se le permite a los empleados
establecer sus propios objetivos, su propio salario, sus
horarios de trabajo, teniendo como meta a la
sustentabilidad.
- ¿Cómo se relaciona la innovación con la sustentabilidad?
- Bueno, las relaciones reales que necesitamos para
enfrentar los retos de la sustentabilidad no las vamos a
poder tener sin innovación, de hecho una de las razones por
las que la RSE fracasó es debido a la falta de actividad y
de innovación. Si tomamos el ejemplo del Cambio Climático,
no es posible que el mundo llegue a una reducción del 80 o
90 por ciento para el 2050 sin que haya una revolución
industrial completa. Tenemos que entender que no llegaremos
a ese objetivo maximizando eficiencia, hay que generar
actividad e innovación para lograr ese cambio.
- ¿Cómo lo hacemos?
- Una de las maneras es estableciendo un horizonte de
políticas que establezca estos objetivos, por ejemplo, para
el 2050 debemos estar acá, y que las compañías hagan
innovación por ellas mismas, como puedan para cumplir con
esto.
Otra área que hay que tener muy en cuenta son las empresas
sociales, o el emprendimiento social, porque quizás algunas
de las grandes soluciones no vayan a venir de las grandes
empresas, de compañías como British Petroleum o Shell, ellos
realmente no han presentado ni van a traer soluciones
innovadoras. Por eso, quizás, sea una pequeña empresa, o una
de otro sector, como por ejemplo Google, que es una empresa
innovadora, no sólo en su política de Recursos Humanos. Por
ejemplo, en el tema de cambio climático, ha fijado el
objetivo de hacer que la energía renovable llegue a ser más
barata que la energía actual; y a tal punto está
comprometida que uno de cada cinco días, el equipo técnico
puede trabajar en proyectos propios, que no tengan
absolutamente nada que ver con el trabajo diario de la
empresa, entonces esto crea innovación. A su vez, se
relaciona con lo que te decía antes, esta es una muy buena
manera de decirles a los mandos medios que la alta dirección
está comprometida con el tema.
También empresas como General Electric con su programa ECO
Imagination está tratando de concentrarse en la innovación y
está ganando mucho dinero.
- Ahora, GE fue pionera en innovación, nació con este
espíritu incorporado...
- Sí, totalmente y a su CEO se lo puede ver este espíritu de
liderazgo, y una de las cosas que dice es que los líderes
tienen que ser curiosos, abiertos y humildes para creer que
no tienen todas las respuestas, y ese es el tipo de
liderazgo que necesitamos.
- ¿Cuáles son los desafíos para América Latina y para
Argentina en particular?
- Creo que para la mayoría de América Latina el tema
fundamental es el tema del Gobierno, de la gobernanza, tanto
corporativo como político. Tiene que ver con la
trasparencia, la estabilidad y hacerse cargo de la
corrupción. Países como Argentina, pueden ir solucionando el
problema de manera efectiva y, si lo hacen, muchos de los
otros problemas medioambientales, o de la sociedad en
general se van a solucionar dado que están socavados por el
tema de la corrupción. Creo que el hecho de lograr esta
gobernanza sería la prioridad más importante a la que se
enfrentan.
Y esto se puede solucionar de diferentes maneras, por
ejemplo, contar con un índice de sustentabilidad en la
bolsa, un código de gobierno corporativo adecuado, o tener
requerimientos obligatorios para presentar reportes de
sustentabilidad.
- ¿Qué opinión le merece la Norma 26.000?
- Tengo mis reservas. Hay que ver en qué medida se va a
tomar con seriedad dado que si seguimos igual que hasta
ahora en mi opinión fracasará en tres formas. El primero se
basa en que va a incorporar un abordaje continuo, sin
embargo, no aborda los problemas de corrupción, la brecha
entre pobres y ricos, entre otros muchos puntos. El segundo
punto se basa en que los problemas persisten a pesar de
existe la RSE y esto es así porque la RSE a quedado al
costado, ha sido una máscara que no ha cambiado la
estrategia fundamentales. Y por último, porque la RSE ha
sido poca económica, quiero decir, que no se ven casos de
negocios, el mercado no recompensa.
- ¿Se refiere a que debe surgir una nueva RSE?
- Si, hay una visión que debe morir y una nueva que debe
surgir. A la actual yo la llamo Web 1.0, porque es
unidireccional, estándar, mientras que la que debe surgir,
Web 2.0, es multidireccional, participativa, innovadora. Con
lo cual para que la ISO 26.000 tenga éxito dentro de 10 años
se deben haber aplicado aquello que yo llamo los cinco
principios de éxito: creatividad e innovación,
escalabilidad, capacidad de respuesta.
Fuente: Visión Sustentable,
Julio 2010
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América Latina:
Alto Riesgo Social
por
Bernardo Kliksberg |
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La
región llega a esta crisis con fortalezas
macroeconómicas pero con marcados déficit sociales.
Las prioridades deben estar claras: hay que
garantizar el trabajo, la educación, la sanidad y la
dignidad del pueblo. |
América Latina creció un 4,8% en 2005, un 5,6% en
2006, un 5,7% en 2007, y un 4,6% en 2008. A
consecuencia de una crisis que no generó, sino de la
que es una víctima más, sus economías decrecerán en
2009 un 0,3% según CEPAL o un 0,6% de acuerdo al
Banco Mundial. Será una caída muy fuerte. Se está
produciendo por diversas vías. En cinco de sus
mayores economías las exportaciones cayeron un
tercio entre agosto y diciembre de 2008. Los flujos
de inversiones pueden caer a menos de la mitad en
este año. El turismo está siendo afectado.
Uno de cada cuatro jóvenes está fuera del mercado
laboral y del sistema educativo Están bajando las
remesas migratorias. Son del 18% al 24% del Producto
Bruto de Honduras, Guyana, Haití, Jamaica y El
Salvador, y del 6,6% al 12,1% del de Nicaragua,
Guatemala, República Dominicana, Bolivia y Ecuador.
Se redujeron en el último año un 8% en Guatemala, y
un 11% en México, Por ejemplo, las remesas desde
España fueron en 2008 un 7,1% menores al año
anterior.
Pueden aumentar las ya muy altas tasas de violencia
doméstica, que van del 10% al 38%
La región ha llegado a esta crisis con fortalezas
macroeconómicas pero con marcados déficits sociales.
Más de un tercio de su población es pobre y la
desigualdad es la peor de todos los continentes. La
combinación de la crisis con estas vulnerabilidades
puede ser explosiva si no se adoptan las políticas
más adecuadas.
Entre
los posibles efectos sociales de la crisis se
hallan:
1. Aumentará la desocupación. Según OIT la tasa de desempleo
urbano crecería, ha aumentado sus proyecciones negativas del 7,5%
al 8,4% y luego al 8,8%. Serían entre 2,3 millones y
3,2 millones de nuevos desocupados, que elevarían el
total a 18,2 millones o 19,1 millones.
2.
Los más afectados serán los jóvenes. En nueve países
analizados la tasa de desempleo juvenil más que
duplica la tasa de desocupación total. Aun en una de
las economías más prósperas como la de Chile, el
20,2% de los jóvenes está desocupado. En Colombia
los desempleados jóvenes son 978.000, el 50% del
total nacional. En Perú, son el 22%. Uno de cada
cuatro jóvenes latinoamericanos está fuera del
mercado laboral... y del sistema educativo.
La crisis puede agravar aún mucho más la situación
de los jóvenes. Eso ya está sucediendo en Estados
Unidos. Un estudio del Center for Labor Market del
pasado mayo concluye: "Cuanto más joven, más será
expulsado del mercado de trabajo". En la medida en
que se reducen los puestos de trabajo disponibles
están quedando fuera los jóvenes, los pobres y los
de menos educación. También se está produciendo el
fenómeno de que los jóvenes graduados con título
universitario están ingresando en trabajos que no
requieren más calificación que uno secundario,
desplazando así a sus pares menos educados.
3.
Las mujeres pueden ser más discriminadas
laboralmente. Ya previamente a la crisis, en 2006,
la tasa de desocupación femenina era un 56% superior
a la masculina, y sus ingresos un 72% de los de los
hombres. Pero en esta crisis esas brechas se están
agudizando. Entre otras actúan las estructuras
machistas que siguen viendo al hombre como el sostén
real del hogar y desvalorizan el rol laboral logrado
con tanto esfuerzo por la mujer.
Las mujeres verán también aumentadas sus
responsabilidades familiares por las dificultades
económicas. En un mercado laboral mucho más tenso y
disputado se hará aún más difícil la situación de
las mujeres solas jefas de hogar, que son un pilar
de la familia en la región. Como media, un 33% de
los hogares están dirigidas por ellas. En el caso de
Nicaragua es un 40%, en México un 26%. La CEPAL
estimó que sin la barrera de protección que
significan las trabajadoras al frente de hogares, la
pobreza sería un 10% mayor en América Latina.
También puede producirse como ha sucedido en crisis
recientes en diversos países de la región un aumento
de las ya muy altas tasas de violencia doméstica,
que van del 10% al 38% según el país. El estrés
socioeconómico agudo que implica la crisis para
muchas familias puede ser un disparador de estas
conductas aberrantes que recién empiezan a ser
denunciadas y sancionadas como corresponde.
4.
Elevación del número de trabajadores pobres. La OT
proyecta que en un escenario pasivo, si no hay
respuestas públicas de envergadura, el número de
trabajadores con empleo pero cuyos sueldos serán
menores que el umbral de la pobreza puede subir en
cinco millones en 2009.
5.
Crecimiento de la vulnerabilidad en salud y
protección social. La cobertura social de la región
es limitada. Casi cuatro de cada 10 ocupados urbanos
carecen de protección en salud y seguridad social.
El crecimiento del trabajo informal por la crisis
aumentará la población vulnerable.
Por otro lado, a pesar de progresos, la región tiene
indicadores comprometidos en mortalidad infantil
(multiplica por 10 la de los países nórdicos) y
mortalidad materna (multiplica por 15 la de Canadá).
Pueden potenciarse por el aumento de la pobreza en
sus diversas expresiones.
6.
Los riesgos en deserción escolar. América Latina
tiene 110 millones de personas que no terminaron la
primaria, y sólo uno de cada dos jóvenes termina la
secundaria. En la crisis puede aumentar
significativamente el trabajo infantil que lleva al
abandono de la escuela en los primeros niveles. Hay
18 millones de niños menores de 14 años que
trabajan. También el ingreso temprano al mercado de
trabajo de los jóvenes de menores recursos puede
llevar a acortar sus años de estudio, en un mundo en
donde es fundamental para las personas aumentar su
capital educativo.
7. El
fortalecimiento de las "trampas de la pobreza". El
Banco Mundial estima que habrá seis millones nuevos
de pobres en América Latina en este año. Muchos de
ellos estarán encerrados en "trampas" que sólo
políticas públicas agresivas pueden romper.
El
círculo perverso que se produce es conocido. Siendo
niños de hogares pobres, deberán trabajar,
abandonarán la escuela, sólo podrán acceder a
empleos marginales, carecerán de protección social y
reproducirán la pobreza. Un alto porcentaje de los
niños nacidos en hogares donde sus padres no
terminaron la primaria tampoco la finalizan. En
México, en 2008, mostrando como funcionan estas
"trampas", el 83% de los ocupados con primaria
incompleta no tenían seguridad social, frente al 45%
en la población global.
La región tiene a pesar de sus avances
macroeconómicos un fuerte talón de Aquiles social.
Sus desigualdades agudas inciden en los altos
niveles de pobreza. Lo ilustra el siguiente dato: a
pesar de producir alimentos que podrían abastecer
varias veces a su población, el 16% de los niños
está desnutrido. De 2005 a 2007, aun siendo época de
bonanza económica, al subir el precio de los
alimentos el total de personas desnutridas creció
fuertemente, en seis millones llegando a los 51
millones. En América Latina el tema no es la
producción, sino el acceso a los alimentos.
La crisis requerirá prestar máxima atención a lo
social. Las ideas de ajuste ortodoxo practicadas en
décadas anteriores pueden ser fatales, acentuar
todas las tendencias referidas y generar altísimos
niveles de conflictividad.
Entre otras áreas, hará falta mucha política
contracíclica: invertir fuertemente en obra pública,
potenciar el mercado interno, proteger a la pequeña
y mediana empresa, extender el crédito, blindar las
inversiones en educación y salud, encarar
especialmente el desempleo joven y las
discriminaciones de género, ampliar la cobertura
social...
¿Cómo
financiarlo? Hay mucho terreno a explorar, desde los
elevados niveles de evasión fiscal, pasando por la
posibilidad de rehacer el anacrónico pacto fiscal
actual, hasta el gasto militar, que creció un 30,54%
en los últimos 10 años.
Se necesitará, asimismo, junto a política pública de
calidad, responsabilidad social a escala de la
empresa privada, movilizar el voluntariado y
aumentar sustancialmente los niveles de concertación
social.
Una
ciudadanía cada vez más activa exige que, a
diferencia de los ochenta y los noventa, esta vez
las prioridades deben estar claras. En primer lugar,
debe quedar garantizado el derecho al trabajo y la
dignidad de las grandes mayorías de la población que
están en serio riesgo.
*Bernardo Kliksberg es economista y asesor de
Gobiernos y organizaciones internacionales, es
coautor junto al premio Nobel Amartya Sen del libro
Primero la gente (Deusto, 2008).
Fuente: elpais.com 24 de junio de 20099 |
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Hablar de crisis es promoverla
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El precio que pagamos por
nuestra riqueza es que no
podemos hacer nada por los
problemas que crea ...
por FernanDoylet
(traducido del libro “Poor because of Money”) |
La existencia de la pobreza es
algo a lo que nos acostumbramos,
y se vuelve mas fácil
acostumbrarse; pero acaso nos
sentimos confortables atrás de
una cerca de alambre
electrificada con 10000 Voltios,
y un perro bravo en el patio? No
estaremos cerrando nuestros ojos
muy fácilmente a la realidad?
Ablando con propiedad, es
sorprendente que podamos vivir
con la idea de que en algún
lugar en el mundo, niños de 5
años trabajen en basureros entre
hediondeces nauseabundas
buscando por pequeños pedazos
viejos de papel y metal, solo
para poder ganar lo suficiente
para comer. Lo he logrado
aceptar; he notado que se vuelve
aceptable, y lo mas probable es
que usted sienta de igual
manera. Hemos descubierto formas
de ignorarlo, para ponerlo a un
lado, o ni notarlo nunca mas.
También es demasiado frustrante
lidiar con la realidad, por lo
que hacemos casi cualquier cosa
para evitarla. La mejor excusa
que podemos tener es la
convicción de que no hay nada
que podamos hacer al respecto.
Esta es una manera muy saludable
de ver las cosas; ofrece una
forma legitima para ignorar la
miseria interminable en la que
tienen que vivir millones de
personas. Esta convicción
también nos esta costando:
perdemos una parte importante de
nuestra humanidad. Involucrarnos
con todo lo que esta vivo, lo
que fue y lo que sera, es
esencial para nuestro desarrollo
mental. El hecho del que he
logrado esconderme atrás de
algunos argumentos, es lo que
ahora observo como pobreza.
El costo de nuestra riqueza
El costo de nuestra riqueza es
mas alto de lo que pensamos.
¿Con que frecuencia la riqueza
material no dirige el desarrollo
personal de valores materiales?
¿Con que frecuencia nota lo
ocupado que estamos protegiendo
el engrandecimiento de nuestra
riqueza? Nuestras necesidades
aumentan sin darnos cuenta; no
es a propósito, es un desarrollo
autónomo. En el mercado de
valores se estudian las
inversiones con intensidad; es
un juego absorvente, pero de no
tener cuidado, se estaría
ocupando solo con “otros ricos”.
Como las ganancias son un (el)
juego, las perdidas son reales.
Cuando las necesidades y las
posibilidades de satisfacerlas
siguen creciendo, tenemos menos
y menos tiempo. Es estres es
parte de del estilo de vida
actual.
“Aquellos que tienen la mayoría,
son los que tienen la menor
presencia.
Ellos crecen sin raíces, sin
identidad cultural, y con la
única consciencia social de que
la realidad es peligrosa.”
Referencia: De Omgekeerde Wereld,
Eduardo Galeano.
En muchos países, el mundo de
los adinerados de clase media
comienza atrás de un muro de
seguridad, cubierto con vidrios
rotos; ahí es donde se sienten
seguros; pero las paredes hechas
para mantener al mundo furioso
afuera, también mantienen sus
propias vidas adentro. Muchos
Africanos blancos de Shanton, un
suburbio lujoso cerca de
Johannesburg, no se atreverían a
mostrar sus caras en un
vecindario negro no muy lejano.
Hay 10000 Voltios alrededor de
su propiedad, y tiene un perro
muy bravo. Hay barrios ricos
alrededor de Los Ángeles, que
tienen sus propias escuelas, sus
propias tiendas, su propia
seguridad; incluso, formando su
propia jurisdicción. Los niños
de esta gente adinerada ya no
salen del área. Galeano, el
escritor Latino-Americano,
escribió en su libro “El Mundo
al Revés” sobre como los hijos
de los ricos en Río de Janeiro o
Buenos Aires no saben nada
acerca del metro en sus propias
ciudades, pero si están
familiarizados con el Metro en
París. Ellos crecen con la única
consciencia social de que la
realidad es peligrosa. El precio
de la riqueza es también el
miedo de perderlo todo; miedo de
ser robado; miedo de ser
secuestrado.
Al mismo tiempo, las personas de
clase media en muchas partes del
mundo están tomando una posición
incierta; ellos tienen el temor
constante de que pueden perderlo
todo de un día a otro.
Esto me quedo muy claro unos
años atrás, cuando leí una frase
en la pared de un barrio
marginal de Buenos Aires:
‘Bienvenidos Clase Media’.
Por supuesto que no es tan obvio
para nosotros; pero de veras ¿es
tan diferente para nosotros?
Un muro virtual (completo) con
vidrios rotos y alambre de púas
existe alrededor de Europa, con
el mismo propósito que las
paredes alrededor de las villas
en SudAfrica; es el precio que
pagamos por nuestra riqueza; un
precio que aceptamos porque no
conocemos una alternativa, y no
creemos que tenemos el poder de
hacer algo al respecto. Tarde o
temprano debemos oponernos a
esto, porque no podemos vivir
así! Yo quisiera sentirme humano
sin sentirme atrapado en un nudo
de frustración porque no hay
nada que pueda hacer al
respecto. Creyendo en mi propio
sentimiento de impotencia,
quizás me ofrece un grado de
seguridad, pero en el fondo me
sigue molestando; siento que hay
ciertas conexiones entre mi
mundo y los eventos desastrosos,
que comprar productos de
‘comercio justo’ no es
suficiente; mientras tanto,
nosotros podemos comprar 15
clases de comida diferentes para
nuestros gatos: corazón, pollo,
conejo, pato, carne de res,
cordero, paté de atún, ave con
res, pescado de mar, carne de
ternera, sardinas, ternera y
pollo, pavo, pavo y cordero, y
salmón. Perro y ratón, los
sabores favoritos del gato, no
están disponibles. Solo para
poder comer lo que le damos a
comer a nuestros gatos, otras
personas estarían dispuestas a
trabajar bajo las peores
circunstancias.
Es tiempo de despertarnos. La
alternativa es que vivamos
nuestras vidas como una especie
de monstruo psicótico dividiendo
al mundo en dos partes; nuestro
propio lugar, conocido y
confiable, y el resto del mundo;
y que nos sintamos amenazados
del avance de extranjeros y
ciudadanos enloquecidos.
Esta es quizás mi mayor
motivación interior para
escribir este libro. Creo que he
superado la convicción de que
nada se puede hacer al respecto.
Hay movimiento en el sistema
monetario; y como consumidores,
nosotros podemos darle un
empujón a ese movimiento en la
dirección correcta. [Zap U]
Tenemos muchas razones para
buscar (trabajar) soluciones
estructurales en forma
colectiva!
|
No
pretendamos que las cosas
cambien, si siempre hacemos lo
mismo.
La crisis es la mejor bendición
que puede sucederle a personas y
países porque la crisis trae
progresos.
La creatividad nace de la
angustia, como el día nade de la
noche oscura.
Es en la crisis que nace la
inventiva, los descubrimientos y
las grandes estrategias.
Quien supera la crisis se supera
a sí mismo sin quedar
"superado". Quien atribuye a la
crisis sus fracasos y penurias
violenta su propio talento y
respeta más a los problemas que
a las soluciones. La verdadera
crisis es la crisis de la
incompetencia. El problema de
las personas y los países es la
pereza para encontrar las
salidas y soluciones. |
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Sin crisis no hay desafíos, sin
desafíos la vida es una rutina,
una lenta agonía. Sin crisis no
hay méritos. Es en la crisis
donde aflora lo mejor de cada
uno, porque sin crisis todo
viento es caricia.
Hablar de crisis es promoverla y
callar en la crisis es exaltar
el conformismo. En vez de esto
trabajemos duro. Acabemos de una
vez con la única crisis
amenazadora que es la tragedia
de no querer luchar por
superarla.
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Fuente: Doylet.org adaptación de
Código R |
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RSE: ¿Crisis económica =
Crisis de la
RSE? |
Diario
Responsable (Enviado por: Redacción), 23
de Enero de 2009 |
Algunos creen que la Responsabilidad Social de la
Empresa ha muerto con la crisis. Son los que nunca
creyeron en ella. Son los que la confundían con la
Acción Social de las empresas o con el marketing social.
O los que creían que la RSE se practica sólo cuando hay
abundantes y únicamente bajo criterios de rentabilidad
financiera. O los que centraban su política de RSE en
una estrategia de Reputación Corporativa sin comprender
que ésta es una buena medida inseparable de la
responsabilidad de la empresa y, en buena medida,
consecuencia de ella.
Alternativa Responsable
Ha habido y hay demasiada confusión conceptual sobre la
RSE. Mucho desconocimiento y sobre todo, excesivo
contrabando semántico entre RSE y propaganda social. Por
eso no nos extraña que, en cuanto han soplado los
vientos huracanados de esta tormenta económica y
financiera, algunos expresamente y otros en complaciente
silencio, están extendiendo oportunistas e
irresponsables actas de defunción a la RSE
Es un análisis equivocado y un pronóstico que no se
cumplirá. Varias son las razones que queremos compartir:
1ª) Bien analizada, la crisis que estamos sufriendo es
precisamente una crisis de irresponsabilidad: la de las
hipotecas subprime; la de las empresas de raiting; la de
los defraudadores financieros; la de inversores
especuladores; la de los altos e injustificados salarios
y bonus; la de las ganancias financieras
desproporcionadas y a corto plazo; la de quienes se han
acomodado en sectores burbuja sin planificación futura;
la de quienes no han hecho previsiones y esfuerzos en
tiempos buenos para sortear los malos. La sociedad está
pagando hoy las consecuencias de esas prácticas y
actitudes y su creciente irritación le hará huir mañana
de todos estos comportamientos. Crece así la línea de
exigencia de los consumidores, de los inversores, de los
trabajadores, de los ciudadanos al fin, para con las
empresas. Al margen de que esa exigencia social múltiple
es un fenómeno objetivo e inevitablemente creciente a
medida que aumenta la formación, la conciencia, la
vertebración y, en definitiva la madurez de la sociedad
y de sus instituciones.
Si las demandas de la sociedad hacia las empresas se
hacen patentes, esa línea gruesa que impulsa la RSE,
consolidará su evolución. De manera que, bien podríamos
extraer una primera conclusión y es que la RSE como
cultura prudente y sostenible del negocio, saldrá
fortalecida de esta crisis.
2ª) Los fallos clamorosos en la regulación nacional y en
la coordinación de la supervisión internacional, en los
controles internos y externos etc., van a transformarse,
seguro, en un aumento de los sistemas de información
sobre la vida de las empresas, sobre su actividad
financiera y sobre sus decisiones estratégicas. Crecerán
los instrumentos de análisis de múltiples organismos
sobre los riesgos de las compañías. Se revisarán y
fortalecerán los índices bursátiles que premian a las
empresas sanas, estables, sostenibles, responsables en
suma. Crecerá la exigencia de transparencia y buen
gobierno de los Consejos de Administración hacia
accionistas y otros stakeholders de las empresas y
debería crecer la exigencia de los Gobiernos hacia
algunas empresas (máxime cuando son muchos los fondos
públicos que se les están facilitando en estos
momentos).
En definitiva y segunda conclusión, la empresa acentuará
su transparencia informativa, estará mucho más vigilada
por accionistas, inversores, consumidores,
representantes de los trabajadores y comunidad en
general, en un marco más regulado, más exigente sobre su
responsabilidad y sostenibilidad y eso, fortalece la
cultura de la responsabilidad social y sostenible de las
empresas.
3ª) La visión cortoplacista de la actividad empresarial
y la búsqueda del máximo beneficio en el menor plazo han
salido derrotados: son casi siempre causa de resultados
trágicos.
Como ejemplo directo recordemos las remuneraciones
extraordinarias a los ejecutivos en la concesión de
hipotecas, generadoras de las basuras hipotecarias, o
los incentivos por resultados a los directivos que, al
igual que las políticas inapropiadas de remuneración a
los directivos, acaban primando la rentabilidad
financiera a corto plazo de empresas, las cuales
terminan siendo descapitalizadas o quedando en grave
riesgo de competitividad por falta de inversiones y de
apuestas estratégicas a largo plazo. Ha llegado la hora
de una revisión profunda al sistema de remuneración de
los directivos. ¿Para cuándo alguna concesión de malus
tras tanto bonus? ¿Y por qué no unos ligados a objetivos
alcanzados en materia de RSE?
Esta crisis es una auténtica lección de prudencia y del
sentido de la Responsabilidad -Sostenibilidad en el
núcleo del negocio. Lección que es de esperar haya sido
bien aprendida en las entidades financieras,
constructoras e inmobiliarias, etc. para trasladarse a
continuación a toda la actividad económica y a la
formación universitaria y de posgrado en la gestión
empresarial.
4ª) La crisis fortalece los valores de “la nueva
economía”, la basada en el conocimiento y en la
información, en la tecnología y en la inversión, en la
formación continua y en la I+D+i. La apuesta por esos
valores, por unas relaciones laborales de calidad que
atraen a los mejores y los fidelizan a la empresa, sale
fortalecida de una crisis que golpea y castiga lo
contrario. Una empresa “limpia”, ecológica, sostenible,
con una vitola de responsabilidad social emerge de la
crisis con un plus de competitividad frente a la empresa
“tóxica” e irresponsable.
5ª) Por último, la crisis intensificará la vigilancia de
las empresas hacia sus proveedores. La creciente
vulnerabilidad de las grandes firmas en la globalización
económica y en la sociedad de la información les
obligará a extremar sus cuidados en la subcontratación y
a establecer crecientes controles a la trazabilidad de
sus productos agregados. Esta será, así una nueva
oportunidad de fortalecer y extender la cultura
responsable – sostenible a las PYMES, factor fundamental
en un proyecto expansivo de la RSE al mundo productivo.
De manera que, ¿quién dijo aquello de que las crisis no
deben deprimirnos, sino estimularnos? Pues eso, en la
larga marcha por una economía de mercado, sí, pero con
empresas responsables social y medioambientalmente. Esta
crisis que nos ahoga, debe ser una oportunidad de
avanzar en la responsabilidad y en la sostenibilidad de
las empresas.
Alternativa Responsable
Ramón Jáuregui, Juan José Almagro, Marta de la Cuesta,
Javier Garilleti, Marcos González, Jordi Jaumà, José
Ángel Moreno, José Miguel Rodríguez, Isabel Roser.
Fuente:
Diario Responsable (Enviado por:
Redacción), 23 de Enero de 2009 |
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La
RSE y tiempos difíciles
La RSE será especialmente creíble en tiempos
difíciles. Entonces se probará, desde luego,
el modo en que los costos de las crisis se
distribuyen entre los accionistas y los
trabajadores.
Alejandro Ferreiro, Chile
Fuente: Revista
Poder - Enero de 2009 |
En los últimos
años ha sido mucho lo que hemos escuchado
acerca de la Responsabilidad Social
Empresarial (RSE). Para algunos, es un
esfuerzo sincero de las empresas por
reconocer que su objetivo trasciende a la
maximización de utilidades y se extiende a
la búsqueda de un equilibrio con todos sus
públicos: trabajadores, clientes,
proveedores, accionistas, comunidad y medio
ambiente. Para los escépticos, en cambio, la
RSE no sería más que una estrategia
sofisticada de marketing. La crítica apunta
al esfuerzo por “parecer” socialmente
responsables en lugar de “ser”.
No es fácil distinguir la genuina RSE del
mero oportunismo. A ello contribuyen las
dificultades para medir con objetividad la
responsabilidad social que se alega, la
inexistencia de auditorías externas
enteramente confiables, por lo que con
frecuencia las mediciones reportadas
descansan más en lo que las empresas
declaran que en lo informado por los
beneficiarios o público. Más aún, connotadas
escuelas de administración (como el análisis
de las fuerzas competitivas de Porter)
sugieren que el éxito de una empresa depende
de su poder de negociación en los mercados
de insumos (trabajadores y proveedores) y de
extremar márgenes frente a los clientes, lo
que ocurriría en mercados con débil
competencia. En suma, más que colaboración o
equilibrio, lo que se sugiere es que el
éxito de la empresa –al menos en el corto
plazo– se daría en conflicto de intereses
con los demás públicos o stakeholders.
La consolidación del concepto de RSE
enfrenta, pues, el desafío de superar la
noción de “juego de suma cero” entre
accionistas, por un lado, y stakeholders,
por otro. Cuestión difícil si no se mide el
éxito de la empresa en el largo plazo: sólo
en esa perspectiva tendrán sentido los
sacrificios de utilidad presente a cambio de
la construcción de alianzas estratégicas con
trabajadores, proveedores, clientes,
comunidad o medio ambiente. Es en el largo
plazo cuando la RSE “paga” a la empresa que
la pone en práctica a través de un conjunto
de fortalezas, intangibles algunas, pero
potentes todas: reputación, disminución de
riesgos, capacidad de reclutar trabajadores
con compromiso social, entre muchas otras.
La RSE se construye con paciencia, rigor y
temple. En tiempos en que internet, la
transparencia informativa y las estrategias
de los competidores hacen imposible engañar
por mucho tiempo, de poco vale aspirar a
construir una imagen que carezca de
respaldo. Por lo mismo, la RSE será
especialmente creíble cuando se la practique
en tiempos difíciles. Entonces se probará,
desde luego, el modo en que los costos de
las crisis se distribuyen entre accionistas
y los trabajadores. No es razonable decir un
día que los trabajadores son el activo y
preocupación principal de la empresa y, acto
seguido, proceder a despidos masivos sin
haber explorado otros caminos. Dejar de
trabajar algunos días, así como la reducción
pareja de sueldos (gerentes y trabajadores
incluidos), son alternativas. Es cierto, las
leyes no permiten a la gerencia imponer ese
tipo de ajustes, pero si ambas partes están
de acuerdo, la ley no será obstáculo.
En tiempos en que todavía no decanta aún un
concepto inequívoco de RSE, ni tampoco la
capacidad de auditar las prácticas
empresariales para distinguir lo genuino de
lo aparente, el modo en que las empresas
aborden tiempos difíciles en su relación con
los trabajadores ofrece una prueba de fuego
para evaluar la consistencia entre discurso
y práctica. Me cuento entre quienes creen en
la importancia de una RSE sólida y creíble:
una que ayude a reconciliar los fines
empresariales con la búsqueda del bien común
(tan distinto, por cierto, de las teorías
que marcaron la fractura ideológica en el
siglo XX). Por lo mismo, considero que no
hay peor enemigo de la RSE que su
manipulación con fines publicitarios. El
modo en que se distribuyan entre accionistas
y trabajadores los costos de los ajustes
ofrece una buena oportunidad para saber
“cuántos pares son tres moscas” en relación
a una RSE que no siempre se practica al
nivel que se verbaliza. |
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Derechos Humanos:
La única llave para
salir de la crisis mundial, por Jana Silverman, Social Watch |
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Fuente:
blog.socialwatch.org/es
23 de Enero de 2009 |
La amenaza
creciente de crisis financiera, alimentaria,
energética y ambiental requiere un nuevo
enfoque basado en los derechos humanos,
argumenta la coalición internacional de
Social Watch en su informe de 2008, lanzado
el 1 de diciembre en Doha, la capital de
Qatar, en el marco de la Conferencia
Internacional sobre la Financiación para el
Desarrollo de las Naciones Unidas.A través
del testimonio de grupos de la sociedad
civil de 59 países, el informe de Social
Watch de 2008, titulado Derechos humanos: La
única llave, documenta cómo los gobiernos
han fallado en cumplir con sus obligaciones
internacionales de erradicar la pobreza y
lograr la equidad de género, y además
proporciona ejemplos impactantes sobre cómo
la arquitectura financiera vigente ha
ignorado -o ha violado abiertamente- esos
derechos y ha provocado una creciente
injusticia en todo el mundo.
Según Roberto Bissio, coordinador de Social
Watch, “en años recientes, se formularon
nuevos derechos para las instituciones
financieras y las empresas, sin crear
derechos equivalentes para las personas”.
Esto ha creado
una situación en la cual la creciente
desigualdad de ingresos, tanto dentro como
entre los países, provocada por la fuga de
capitales, la evasión fiscal y la
privatización, ha hecho más lento el proceso
de mejora de los indicadores sociales clave
hasta casi el estancamiento total durante
las últimas dos décadas. Según los cálculos
de Social Watch, el cumplimiento universal
de los Objetivos de Desarrollo del Milenio
es ahora una meta imposible, en tanto los
gobiernos del mundo mantengan la actitud de
que “aquí no ha pasado nada”.
Social Watch, una red internacional de ONG
que monitorean el cumplimiento de los
compromisos internacionales asumidos por sus
gobiernos, publica su informe anual desde
1996.
Los activistas de base y los analistas de la
sociedad civil de diversas partes del mundo
que contribuyeron al Informe Social Watch
2008demuestran que la predominancia de la
extrema pobreza y la inequidad de género
están íntimamente ligadas a los efectos
inmediatos de la crisis sistémica actual y a
cuestiones estructurales de largo plazo
enlazadas al sistema económico neoliberal.
Kinda Mohamadieh de la Red de ONG Árabes
para el Desarrollo, con sede en el Líbano,
comprobó en el lanzamiento del Informe
Social Watch 2008que “el sistema económico
en la región árabe es antidemocrático,
porque concentra la riqueza en las manos de
los pocos que estén en el poder”. Las
políticas económicas actuales sólo perpetúan
la marginalización social y política de la
gran mayoría de la población, excluyendo a
la ciudadanía de la participación en los
procesos de toma de decisiones y agravando
problemas como el desempleo y la provisión
inadecuada de programas de seguridad social.
“Aunque nosotros en la sociedad civil hemos
mostrado que este modelo no ha generado
empleos o erradicado la pobreza, los
gobiernos árabes no nos quieren escuchar”,
agregó Mohamadieh.
La desigualdad social no es un problema
aislado de los países árabes. Por ejemplo,
ONG de India describen en el Informe Social
Watch 2008 cómo el crecimiento económico en
su país ha llegado a una tasa anual por
encima del nueve por ciento, pero la riqueza
resultante no se redistribuye hacia las
mujeres, que constituyen el sesenta y tres
por ciento de la fuerza de trabajo informal,
o hacia los miembros de las castas más bajas
o grupos minoritarios, de los cuales treinta
y cinco y treinta y uno por ciento,
respectivamente, viven por debajo de la
línea de pobreza.
En muchos casos,
las políticas de financiamiento del
desarrollo de los países ricos tienden a
reforzar estas inequidades en lugar de
eliminarlas. El articulo “La estructura
jurídica y financiera de la Unión Europea:
consecuencias para los derechos humanos
básicos”, del Informe 2008 de Social Watch,
argumenta que los intereses comerciales de
la Unión Europea han desviado sus
estrategias de ayuda al desarrollo. Sus
prioridades ahora se concentran
principalmente en mejorar la
infraestructura, el transporte y los
sistemas aduaneros de los países en
desarrollo para convertirlos en mercados mas
atractivos para los inversionistas europeos,
en lugar de contribuir a la realización de
los derechos sociales básicos, como el
acceso a la salud y la educación, en dichos
países.
Además, las cifras del Índice de Equidad de
Género (IEG) de Social Watch incluidas en el
Informe 2008 muestran que la desigualdad de
género es aun un tema de preocupación a
nivel mundial: la brecha global de salarios
entre mujeres y varones se estima en treinta
y dos por ciento, las mujeres en la política
no superan el 17,5 por ciento de los
miembros del parlamento, y el sesenta por
ciento de los países no han avanzado en años
recientes en la ampliación del acceso a la
educación para las mujeres.
Las ONG ligadas a Social Watch utilizan
herramientas como el IEG para impulsar
cambios políticos y sociales en sus países.
“Utilizando el IEG, estamos presionando al
gobierno a promover los derechos de las
mujeres en el contexto de las políticas
macroeconómicas del país, y no como un
asunto separado o secundario”, dijo Niemat
Kuku, del Centro de Investigación y
Capacitación sobre Género de Jartúm, Sudán.
Para enfrentar los numerosos obstáculos
estructurales y circunstanciales creados por
los defectos fatales de la arquitectura
financiera global que bloquean el
cumplimiento pleno de los derechos humanos
de todos los ciudadanos, en su Informe 2008,
Social Watch llama a las Naciones Unidas a
que convoque un proceso exhaustivo e
incluyente para revisar y reconstruir las
instituciones financieras y monetarias
internacionales. Como urge Roberto Bissio:
“Durante la transición del sistema actual
–que ha fomentado la inestabilidad y la
inequidad– a un sistema que sea justo,
sostenible y responsable (…) los derechos
humanos deben ser el punto de partida y no
una meta en un futuro distante”.
- Dejar un comentario Jana Silverman,
miembro del Secretariado Internacional de
Social Watch.
- Ver el Informe 2008 de Social Watch
http://blog.socialwatch.org/es/tag/reporte-2008-de-social-watch/
Fuente:
Blog.SocialWatch.org 23 de Enero de 2009 |
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Aportes de Social
Watch a la Comisión Stiglitz sobre
Reformas al Sistema Financiero y
Económico |
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Fuente:
SocialWatch.org (inglés)
Control Ciudadano (español)
publicada el 17 de febrero de 2009
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Social Watch es una red de coaliciones ciudadanas en
más de 70 países que monitorea los compromisos de
los gobiernos y las organizaciones internacionales
referidos a la erradicación de la pobreza y el logro
de la igualdad de género. Social Watch ha venido
informando sobre la temática del desarrollo cada año
desde 1995, y en ese proceso hemos abordado
frecuentemente los temas relacionados con las
finanzas mundiales y su gobernanza. En particular,
el informe 2006 de Social Watch se titulaba:
“Arquitectura imposible: por qué la estructura
financiera no le sirve a los pobres y cómo
rediseñarla para la equidad y el desarrollo”. El
informe 2008 titulado “La única llave” examina la
relación entre los derechos humanos y las reglas
económicas (y la desregulación) que trajo la
globalización. Social Watch participó activamente
tanto en la conferencia de Monterrey en 2002 sobre
Financiación para el Desarrollo como en la
conferencia de seguimiento de Doha en 2008.
A partir de esa experiencia y de la evidencia
proveniente de los grupos de base, el Secretariado
de Social Watch formuló las siguientes 10 medidas
para combatir la recesión mundial y rescatar a los
pobres:
1. Invertir en la gente - Los paquetes de
estímulo anticíclicos para reactivar la economía
deberían invertir al mismo tiempo en recursos
humanos, mejorando la infraestructura educativa y de
salud y la provisión de servicios esenciales como
agua potable, saneamiento y electricidad.
2. Promover los derechos humanos - Los
derechos humanos, incluyendo la igualdad de género,
el pleno empleo y el trabajo decente, y los medios
necesarios para lograr la “dignidad para todos y
todas”, no deberían mencionarse sólo en el preámbulo
de los acuerdos internacionales, sino que deberían
establecerse mecanismos que aseguren el cumplimiento
y que obliguen a las corporaciones globales y
organizaciones internacionales a hacerse
responsables por sus compromisos de derechos
humanos. Este incluye impedir que el espacio de
política nacional sea erosionado por las
condicionalidades políticas que socavan los
mecanismos democráticos de gobernanza como la
supervisión parlamentaria. La falta de monitoreo y
de regulación por parte de las autoridades
responsables es una de las causas principales de la
actual crisis financiera.
3. Economía verde - Reconstruir una economía
verde global que respete y proteja nuestros bienes
mundiales comunes, que prevenga un mayor
calentamiento global y asegure un ambiente
sustentable, seguro y limpio para las futuras
generaciones. En este contexto, la introducción de
un impuesto a las emisiones de carbón puede ser una
medida eficiente no sólo para combatir el
calentamiento global sino también para compensar a
los países en desarrollo por las asimetrías
adicionales provocadas por el aumento de los
subsidios y el proteccionismo de los países
desarrollados.
4. Comercio - Las medidas de liberalización y
desregulación de los servicios financieros incluidas
en los acuerdos comerciales y de inversión
bilaterales y multilaterales deben ser revisadas. La
ronda de negociaciones comerciales de Doha debería
separar los acuerdos sobre servicios financieros del
paquete de “emprendimiento único”, de modo que
cualquier ganancia para los países en desarrollo en
el acceso a los mercados no se vea socavada por una
mayor vulnerabilidad introducida al ser obligados a
entregar el control sobre los mecanismos claves de
control financiero y monitoreo.
- Todas las negociaciones comerciales vigentes tanto
a nivel multilateral como bilateral deben dejarse en
suspenso hasta que se implementen las protecciones
necesarias para resguardar al sistema financiero de
futuros choques, y hasta que se logre un mejor
entendimiento de los vínculos entre la política
comercial y la estabilidad financiera actual. Tanto
los tratados comerciales bilaterales como
multilaterales (GATS) que piden la desregulación de
los servicios financieros y la eliminación de los
requisitos de desempeño para las inversiones
extranjeras deberían ser negociados nuevamente.
5. Detener las fugas: Controlar los flujos de
capital - Deben introducirse nuevamente medidas
de control de capital, como los requisitos de
depósito para desalentar a inversionistas
especulativos de corto plazo como parte de las
herramientas disponibles para gobiernos a fin de
evitar fugas de capitales y ataques especulativos.
La fiscalización de las transacciones financieras
internacionales, en la forma de un Impuesto a las
Transacciones Monetarias o Financieras puede ayudar
a generar los recursos necesarios para “rescatar a
los pobres”. Además, son necesarias medidas
políticas coordinadas para permitir controlar
actividades ilegales que generan pobreza, desde el
lavado de dinero y la evasión fiscal hasta la
transferencia de precios del comercio entre empresas
y la corrupción.
6. Nacionalizar los bancos - Las
instituciones financieras que “fracasan demasiado” y
desempeñan un papel tan vital para la verdadera
economía que merecen ser mantenidas en actividad con
el dinero de los contribuyentes, mientras el Estado
se arriesga a garantizar los depósitos, deberían de
hecho estar bajo estricta supervisión gubernamental,
con límites impuestos a las compensaciones de los
ejecutivos y a las liquidaciones de dividendos. Los
accionistas que exigen que se socialicen las
pérdidas no tienen ninguna autoridad moral para
privatizar las eventuales ganancias y esas
instituciones, por tanto, deberían estar sujetas a
las reglas de transparencia y responsabilidad de
otros servicios estatales.
7. Cooperación fiscal - Deben clausurarse las
jurisdicciones secretas, el sistema bancario sombra
y los centros financieros offshore (OFC por su sigla
en inglés) como forma de eliminar la evasión fiscal
transnacional y la fuga de capitales y limitar el
alcance de futuras evasiones fiscales, a fin de
movilizar los muy necesarios recursos para el
desarrollo sustentable. Para comenzar, debe
desarrollarse una sólida regulación de las
transferencias bancarias a los OFC. En última
instancia, es necesaria una organización fiscal
internacional bajo los auspicios de las Naciones
Unidas para el control democrático de los impuestos,
es decir, para combatir la competencia fiscal, la
evasión fiscal y la fuga de capitales corrupta. Para
comenzar, el Comité de Asuntos Fiscales de Naciones
Unidas debería ser mejorado considerablemente.
8. Reforma de las IFI - La estructura de las
IFI debería replantearse para reflejar el equilibrio
actual del poder económico y político en el sistema
global. Además, deberían implementarse mecanismos de
capacitación técnica para asegurar una participación
más eficaz de los PMA en los procesos de decisión en
cuanto a las IFI tanto a nivel nacional como
multilateral. El mandato de las IFI debería ser
reducido a su objetivo original de ser los garantes
de un sistema económico y financiero estable, sin
inmiscuirse en el espacio político de los países en
desarrollo, sobre todo en cuanto a políticas
sociales, laborales y ambientales.
9. Mecanismo para la deuda - Establecer un
proceso internacionalmente aplicable, transparente,
imparcial e integral para resolver crisis de deuda,
para juzgar qué deuda no es sustentable o legítima y
asegurar que las obligaciones internacionales de
derechos humanos toman precedencia frente al
servicio de la deuda. Además, establecer pautas para
que los préstamos sean responsables, democráticos y
justos, y que promuevan el desarrollo sustentable y
equitativo.
10. Negociaciones inclusivas - Las
negociaciones para una nueva arquitectura financiera
y económica internacional deben ser totalmente
inclusivas, por lo tanto las Naciones Unidas deben
estar en el centro de ellas, con el objetivo de
introducir una arquitectura financiera equitativa y
sustentable a fin de permitir una representación
democrática fuerte y la participación de los países
en desarrollo en la toma de decisiones – incluso
iguales derechos de votación. También deberían
permitirse las opiniones de la sociedad civil
durante el proceso de negociación. El G-20 y G-8 no
son los foros legítimos para resolver la crisis
financiera.
Fuente: SocialWatch.org (inglés) - Control Ciudadano
(español) publicada en sección Noticias, 17/02/2009
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¿Responsabilidad Social Corporativa o Marketing?
Javier Barranco Saiz* |
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En algunos foros en los que, públicamente, he expresado
mi preferencia a utilizar el término “Marketing Social
Corporativo”, (MSC) en lugar del de “Responsabilidad
Social Corporativa”, (RSC), he obtenido críticas, por un
lado y razonamientos explicativos de sus diferencias,
por otro.
Evidentemente, estoy convencido de que no son conceptos
idénticos ya que la RSC comprende ámbitos que el
Marketing no atiende, en principio, como es la
conservación del Medio Ambiente o la autorregulación de
la ética empresarial a través de los Códigos de
Conducta. |
De ahí que no me esté
refiriendo al aspecto conceptual, sino a la similitud en
la finalidad que muchas empresas persiguen con ambas
estrategias: convencer a los grupos de Interés
relacionados con la entidad de lo socialmente
responsable que ésta es, para transformarlo en un
beneficio. Es decir, el uso de la RSC como una
estrategia más de Marketing.
Quisiera, en este artículo, explicar el por qué de esta
opinión, evidentemente sin ninguna trascendencia,
aprovechando para incidir en aquellos aspectos que
considero más significativos en la relación entre ambos
conceptos.
Sin llegar al extremo de lo planteado en 1.969 por
Theodore Levitt, profesor de la Escuela de Negocios de
la Universidad de Harvard, recientemente fallecido y
autor, entre otras muchas publicaciones, del famoso
artículo “Miopía del Marketing”, al indicar que “El
Marketing tiene que ver con todas las cosas que deben
hacerse para atraer y conservar al cliente”, sí conviene
especificar los hitos fundamentales del proceso de
comercialización.
En un principio, cuando no existían los medios de
transporte que hoy consideramos habituales, las empresas
vendían lo que fabricaban dentro de la zona geográfica
en la que ejercían su influencia. Las posibilidades de
elección por parte del cliente estaban totalmente
restringidas.
Con el desarrollo de los medios de comunicación y de
transporte de mercancías surge la competencia y, con
ella, una nueva forma de gestión: el Marketing, que
transforma totalmente la comercialización. Se pasa de
comprar lo existente a poder elegir entre diferentes
ofertas. El Marketing, en consecuencia, permitió ampliar
las posibilidades de elección de los ciudadanos.
Desde su inicio la actividad del Marketing se centra en
el cliente, en conocerle, en detectar cuáles son sus
necesidades y expectativas para satisfacerlas y para
conseguir su fidelización, es decir, para que siga
comprando; para continuar obteniendo un beneficio.
El crecimiento de los mercados, la evolución de la
competencia y las, cada vez, mayores diferencias en las
distintas tipologías de la clientela, obliga a las
empresas a dar un paso más en el planteamiento de su
Política Comercial.
Parece que resulta conveniente agrupar a los clientes en
base a determinadas características similares para poder
darles un tratamiento de Marketing especializado y
adaptado a las mismas. Es lo que se denomina Estrategia
de Segmentación. Se pasa de dar supremacía al cliente
individual, a dársela al segmento de mercado o grupo de
potenciales compradores con parecidas peculiaridades.
Pero el entorno continúa cambiando y el escenario en el
que se mueven las compañías se ve influenciado por una
serie de factores exógenos que implican la irrupción en
el mundo empresarial de otros protagonistas, además de
los clientes: Accionistas, Proveedores, Administración,
Entidades No Lucrativas, etc., que reclaman su papel.
A todos estos colectivos que se relacionan con la
empresa y que influyen en ella, se les denomina Grupos
de Interés o, utilizando un término inglés ya usual en
la literatura económica, stakeholders.
Esta evolución de los segmentos de mercado a los grupos
de interés sucede, principalmente, porque la empresa
reconoce que necesita para su estrategia de negocio, no
lo olvidemos, tener una visión más amplia de los valores
imperantes en la Sociedad, tanto de las personas como de
los colectivos e instituciones, para seguir obteniendo
un beneficio.
Porque la realidad es que las organizaciones evolucionan
hacia nuevas formas de gestión sólo cuando se ven
obligadas por las circunstancias, es decir, cuando sus
resultados están en peligro.
Estas nuevas relaciones de la empresa con sus
stakeholders son, en este escenario, funcionales y
relacionales. Funcionales porque lo prioritario es la
eficacia de su gestión con cada grupo de interés para
lograr los objetivos deseados; objetivos de tipo
coyuntural, como hacer frente a una denuncia de una ONG
que origina una situación conflictiva, o estratégico,
como la creación permanente de valor o el
reposicionamiento público ante cualquier avatar negativo
que empañe la Imagen Corporativa.
Y son relacionales porque las actuaciones de la entidad
se enfocan a que la percepción que tengan los
stakeholders de la misma, se transforme en resultados
positivos.
Siguiendo un poco más con el razonamiento, podríamos
concretar que, en un modelo de Marketing Estratégico,
las variables a considerar son tres, según el plazo de
visión:
- A corto plazo: La Cuota de Mercado. Conseguir un
determinado crecimiento que garantice un porcentaje del
mercado.
- A medio plazo: El Posicionamiento Estratégico.
Alcanzar una situación de liderazgo en comparación con
el resto de los competidores.
- A largo plazo: La Competitividad. Incorporar valores
que diferencien al producto y/o a la empresa respecto al
resto de oferentes.
De todas estas variables, la más significativa en
situaciones como las actuales en las que las ofertas son
tan similares en precio y calidad, es la Competitividad.
Si, además, siguiendo una Óptica de Marketing,
consideramos que es el mercado el que con su veredicto
de compra refrenda la gestión de la empresa, no nos
queda más remedio que conocer y considerar su opinión al
respecto.
Y lo que nos dicen las encuestas realizadas por
instituciones especializadas es que los clientes ven muy
bien el que la Imagen Corporativa de las Compañías se
asocie a causas solidarias; que una empresa socialmente
responsable consigue diferenciar a sus productos mejor
que otra que no lo es; y que todo ello incrementa el
grado de fidelidad del mercado y la admiración de los
grupos de interés.
Consecuencia: parece conveniente y hasta necesario que
la estrategia de la entidad considere estas
indicaciones: seamos solidarios y seámoslo más que
nuestros competidores para que nos distingamos de ellos
y logremos, así, la fidelización de nuestra cartera de
clientes para venderles más.
Veamos, ahora, qué es lo que dicen algunos expertos
acerca de la Responsabilidad Social Corporativa.
- La AECA, Asociación Española de Contabilidad y
Administración, una de las primeras organizaciones que,
en España, vislumbró la importancia de esta materia,
indica en su Marco Conceptual de la RSC: “La RSC centra
su atención en la satisfacción de las necesidades de los
Grupos de Interés, a través de determinadas estrategias
cuyos resultados son medidos, verificados y comunicados
adecuadamente”.
- Valdemar de Oliveira, presidente en Brasil del
Instituto ETHOS de Empresa y Responsabilidad Social,
afirmaba que “la RSC es la capacidad de una empresa para
escuchar, atender, comprender y satisfacer las
expectativas legítimas de los diferentes sectores que
contribuyen a su desarrollo”
Es decir, que al igual que el Marketing, la RSC busca la
satisfacción de los Grupos de Interés: sus clientes y
los otros colectivos relacionados con la empresa.
AECA también indica que “la RSC supone un planteamiento
de tipo estratégico que afecta a la toma de decisiones y
a las operaciones de toda la organización, creando valor
a largo plazo y contribuyendo significativamente a la
obtención de ventajas competitivas duraderas”.
En este mismo sentido se pueden interpretar las
declaraciones de Eduardo Montes, presidente del Club de
la Excelencia en Sostenibilidad, al afirmar que “la RSC
no es una moda, ni un lujo, sino una ventaja competitiva
para aquellas empresas que la han implantado como una
herramienta más de gestión”.
Estamos, pues, ante una situación similar a la que
podríamos tener con una Óptica de Marketing ya que,
igualmente, afirmamos ahora que la RSC genera valor para
la empresa: innovación, eficacia, rentabilidad,
confianza, cercanía, competitividad…
Es decir, que lo mismo que antes en dicha óptica, la
palanca que moviliza la RSC en las compañías es la
fuerza de los Grupos de Interés para rechazar a aquellas
empresas que transgredan los valores sociales vigentes.
Con otras palabras: el veredicto del mercado, en sentido
más amplio, pero con el mismo fin ya que el castigo es
la no compra. Sin embargo, nos podríamos preguntar si el
mercado premia a las entidades socialmente responsables.
La respuesta, en mi opinión, es que, todavía, no.
De ahí el acierto de Ramón Jáuregui, responsable que fue
de la Subcomisión del Congreso de los Diputados para el
Fomento de la RSC, cuando indica la importancia de
concienciar a los clientes para que sean estos, con su
fuerza, los que exijan a las empresas un comportamiento
responsable, ya que “si no, todo se desmoronará como un
castillo de naipes”.
Por todo ello se origina una necesidad de tener que
realizar el “Marketing de la RSC”. Las compañías,
preocupadas porque el mercado les reconozca su
solidaridad, su comportamiento ético, su contribución a
la conservación del Medio Ambiente, etc., se acogen a
cuantos pactos o acuerdos sean necesarios, implantan
códigos de comportamiento ético y publican memorias e
informes para difundirlos entre sus stakeholders. Con
esto pretenden reforzar su Imagen Corporativa y mejorar
o consolidar su reputación.
Y este “Marketing de la RSC” llega, a veces, a extremos
tales como la incorporación, en los productos que
comercializan, de las “etiquetas ecológicas” o de las
“etiquetas de reducción de Carbono” en las que indican a
los clientes el impacto ambiental que generan o la
cantidad de Anhídrido Carbónico u otros gases de efecto
invernadero emitidos al fabricar el producto.
La actual crisis económica que estamos padeciendo puede
ser la piedra de toque de la RSC. En situaciones
similares se ha comprobado que el esfuerzo en políticas
de Marketing se incrementa, en especial en lo que afecta
a Comunicación, Promoción y Precios. ¿Qué pasará con la
RSC?
- José Manuel Sedes, Director de RSC de Vodafone, opina
que “la RSC sobrevivirá siempre y cuando cree valor. Si
no, tendrá que desaparecer”. Y añade que “aquellas
actuaciones que vengan enfocadas a generar ingresos
dentro de la RSC se verán potenciadas, mientras que
otras, como el Patrocinio o el Mecenazgo, corren cierto
riesgo porque se pueden considerar un mero coste”.
- El Financial Times y algunos otros medios de
comunicación son más drásticos, ya que auguran que con
la crisis el fin de la RSC está próximo.
No obstante, los planteamientos no pueden ser tan
radicales. La RSC permanecerá porque, al igual que el
Marketing, es una filosofía empresarial de, podríamos
decir, “amplio espectro” ya que afecta a todas las áreas
de la organización: la Ética de los Negocios, la Acción
Social, el Medio Ambiente, los Recursos Humanos, etc.
Y esto muchas empresas lo tienen interiorizado en su
estructura y comportamientos, siendo conscientes de que
forman parte de una Sociedad que necesita de su
experiencia de gestión y de sus recursos para
desarrollarse y para mejorar la calidad de la vida de
los ciudadanos, sean clientes o no. Estas empresas, por
lo general, suelen ser bastante discretas en la forma de
comunicarlo, cuando lo comunican, ya que no siempre lo
hacen.
Otras, por el contrario, lo hacen con un objetivo de
negocio exclusivamente. Es a este grupo al que me
refiero cuando hago la similitud entre RSC y Marketing
sin apellidos. Estas son las que hacen solidaridad pero
transfiriendo los costes de la misma a sus clientes.
Porque no olvidemos que estamos ante acciones que
requieren una cierta inversión y que implican costes y
que, si no se quiere perder el sentido que rige a la
empresa, el de la obtención del máximo beneficio,
alguien, algún stakeholders, tendrá que asumirlos, sean
los clientes o sean los accionistas.
Finalizo citando a Juan José Barrera, Director General
de Economía Social y auténtico “apóstol” de la
implantación de la RSC en España, cuando indica que “con
la crisis llegarán los ajustes de plantillas y habrá que
ver si las empresas que dicen ser socialmente
responsables se comportan como tales, porque ser
responsable no es dar una donación a una ONG”.
Bienvenida la Responsabilidad Social Corporativa
auténtica y bienvenido, también, el Marketing Social
Corporativo, pues con ambos se conseguirá desarrollar la
sociedad y mejorar las condiciones de vida de quien más
lo necesite y se evitará, en lo posible, la destrucción
del Medio Ambiente. Pero seamos sinceros y llamemos a
las cosas por su nombre.
- - -
* Licenciado en Ciencias Físicas y en Gestión Comercial
y Marketing (ESIC), Javier Barranco Saiz es asimismo
Master en Recursos Humanos (Instituto de Empresa). Su
trayectoria profesional ha transcurrido en Orgemer
Consultoría como Jefe de Investigación de Mercados y en
el Grupo Telefónica como responsable en las siguientes
áreas: División de Informática (Servicio de Marketing),
Recursos Humanos (Estudios, Selección de Personal,
Organización y Planificación), Relaciones
Institucionales (Gestión Económica) y Fundación
Telefónica (Gestión Económica, Marketing
Social,Proyectos Sociales y Culturales,Voluntariado
Empresarial). Actualmente Javier Barranco es Socio
Director de Abalon Consultoría de Marketing. Ha sido
profesor en los MBAs de Marketing y Recursos Humanos del
Instituto de Empresa y de la Escuela Superior de
Estudios de Marketing, ESEM. Ha publicado en Ediciones
Pirámide, Grupo Anaya, los siguientes libros:"Tecnicas
de Marketing Político","Planificación Estratégica de
Recursos Humanos","Marketing Interno","Marketing
Político"(2ª Edición) y "Marketing Social Corporativo".
Además ha publicado artículos en" Capital
Humano","Marketing y Ventas para Directivos","Revista
T". Es asimismo miembro de de AEDEMO (Asociación
Española de Estudios de Mercado, Marketing y Opinión) y
de AEDIPE (Asociación Española de Dirección y Desarrollo
de Personas).
Fuente:
tendencias21.net
22 Julio de 2008 |
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La RSE:
Una mirada
crítica ¿ Seducción, Ilusión o Acción? Saturnino
Herrero Mitjans* |
 |
Nota
-
El contenido de este apartado es el paper original, que
el autor había previsto exponer en la propuesta
"RSE ¿Marketing o
Compromiso?"
del Ciclo 2008 de Encuentros de Práctica y Desarrollo
Profesional realizado el 17 de julio ppdo. con auspicios
de El Ateneo, Temas Grupo Editorial, iEco y Fibertel.
Como orador de cierre, lo modificó para enriquecer las
perspectivas de sus antecesores Gavo Nazar y Gabriel
Berger, con quienes integró el panel.
Al final de la actividad lo invitamos a conocer nuestra
web y como resultado de su amplia generosidad, nos lo
envió para compartirlo con nuestro equipo de trabajo,
que extendemos ahora a nuestros usuarios más frecuentes.
Desde este espacio, hacemos público nuestro
agradecimiento, por esta gentileza.
Y como
siempre ... los invitamos a acercarnos sus comentarios
info@codigor.org |
*Licenciado en Relaciones Industriales de la UADE;
Diplomado de Studios de Perfeccio-namiento del ITP
(Internacional Teachers Program) en el CESA (Centre
d´Enseignement Superieur des Affaires) Francia. Autor de
"La Comunicación Incomunicada" escrito con la
colaboración de Daniela Mora Simoes y Marcela Noble
Herrera y de "La comunicación cosificada" ambos editados
por Editorial Temas. Actualmente es Director de Asuntos
Corporativos del Grupo Clarín. |
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La RSE : ¿Seducción, Ilusión o Acción?
Decía Lord Rothschild (1910-1990) que “Las promesas en las
proclamas partidarias brillan siempre como dientes falsos” ;
pues bien esta irónica mención a las promesas políticas puede
muy bien aplicarse también a las declamaciones y declaraciones
en torno al tema de la responsabilidad social empresaria (RSE),
en las cuales –por lo general- suele percibirse una cierta
sensación de falsedad; en primer lugar porque hay una suerte de
tautología en el enunciado, ya que uno podría preguntarse si el
resto de la actividad empresaria se conduce sin responsabilidad
social.
Podríamos decir entonces que Responsabilidad se escribe con “hache”:
Respons –
habilidad;
no se trata de un “horror” ortográfico, sino simplemente de
descomponer la palabra para introducir la idea de que la
Responsabilidad (con mayúscula) supone la capacidad de dar una
respuesta hábil o idónea, de ahí la grafía de ResponsHabilidad;
pero esa respuesta no puede ser sólo idónea desde la mera
perspectiva técnica o normativa, sino que para serlo plenamente
necesita incluir la dimensión moral, puesto que de modo
inescapable cada uno de nosotros es responsable de sus actos y
por ende de sus consecuencias.
Toda respuesta humana tiene siempre un vector moral, pero cuando
se trata de la respuesta de personas que ejerce autoridad y
control sobre estructuras conformadas por otras personas, esa
dimensión de lo moral es central. Sin embargo en la vida diaria
más de una vez quienes están en esa posiciones directivas
ensayan dejar de lado la dimensión moral de su responsabilidad
en aras de un seudo “principio de realidad” técnica, económica,
política o una combinación de ellas, con lo cual se pretende
construir una aparente justificación valedera para pasar por
alto la dimensión moral.
En cuanto a “Responsabilidad social”, reiteramos que la acción
empresaria en cualquier campo debiera ejercitarse (o al menos
ello se supone) con responsabilidad social, es decir mediante
una respuesta socialmente idónea, dado que la empresa es una
institución social, por lo tanto con fines sociales, cuales son
los de generar fuentes de trabajo, producir riqueza y servir a
la comunidad mediante productos o servicios de calidad; en
síntesis: una estructura social con propósitos económicos, como
postulaba Drucker.
Por último está el hecho que las acciones de RSE no suelen ser
demasiado claras ni definidas, por lo cual muchas de ellas
tienden a confundirse con acciones de tipo publicitario/
promocional/comercial, o enredarse con lo que son las
obligaciones fundamentales vinculadas al cumplimiento de las
normativas legales e impositivas ordinarias en cualquier
sociedad medianamente ordenada..
Así por ejemplo: no pagar sueldos en negro, no tener empleados
en situación de precariedad, pagar las cargas sociales, no
emplear menores, pagar impuestos, no defraudar al fisco, no
adulterar productos, no contaminar, etc. son obligaciones
básicas derivadas del carácter de persona jurídica que tiene una
empresa, organismo estatal, sindicato, ONG, etc. y por lo tanto
obligada al cumplimiento del orden legal vigente y en modo
alguno son acciones de RSE, por lo tanto su incumplimiento no es
ausencia de acciones de RSE, sino infracciones o hechos
delictivos de carácter punible.
Sin duda, como bien ha señalado de modo reciente Manuel Sbdar ,
la perspectiva acerca de la RSE suele oscilar entre el ser y el
parecer, planteándose una suerte de falso dilema entre ley y
moral, la respuesta inequívoca es que no se trata de dos
conceptos antagónicos, por lo tanto la RSE “supone un elevado
compromiso con la ley. Y eso es verdaderamente moral”. Hay que
aclarar en cuanto la ley sea “legítima”.
Aparece entonces la pregunta obvia: ¿qué es entonces la RSE?
Podemos intentar una suerte de definición provisoria, señalando
que la RSE es el conjunto de acciones de diálogo y respuesta que
una determinada organización (no sólo empresaria) mantiene con
sus “apostadores”, considerando que estos no son sólo sus
accionistas o referentes, sino que junto a éstos coexisten otros
“apostadores” con sus propias agendas que también reclaman su
relación, a veces excluyentes entre sí, con respecto a una
determinada organización.
Va la siguiente pregunta: ¿pero quienes son entonces los
“apostadores”? En la bibliografía de gestión se suele mencionar
el término stakeholder (apostador) para hacer una referencia
imprecisa a determinadas figuras o grupos de influencia que
actúan o presionan sobre la actividad de la organización; en un
enfoque amplio se trata de aquella persona o grupo de personas
tanto externas como internas que pueden afectar o ser afectadas
por el impacto de las acciones de una determinada organización.
Por eso, como hemos señalado en varias ocasiones, el primer
grupo de “apostadores” con los cuales toda organización tiene
relación directa es el que constituyen sus propios
colaboradores, a partir del hecho que la gente que trabaja en
ella, de modo conciente o no, ha “apostado” en ese espacio su
proyecto de vida personal que incluye también a su familia, y
que esta “apuesta” va más allá del límite del pago de una
remuneración por óptima que esta sea.
La premisa en que se apoya lo antedicho es que la relación
trabajador-organización no es una mera relación económica de
esfuerzo de trabajo a cambio de incentivos, como pretende la
vieja propuesta de Taylor y Ford, propuesta que hoy sigue en
boga de manos de lo que, de modo paradójico, pretende ser una
perspectiva post-moderna neoliberal, la cual no deja de ser un
antiguo enfoque mecanicista apoyado en la teoría del hombre
económico, el cual, sin embargo, sigue teniendo sus fervientes
epígonos actuales como sucede con el francés Guy Sorman .
Se trata sin duda de un enfoque ideológico muy arraigado en el
pensamiento contemporáneo, que anima a una gran mayoría de
directivos y líderes empresarios y políticos de nuestro medio,
lo cual hace que esto sea un hecho no menor, pues se trata de
personas que cuentan con verdadero poder de influencia no sólo
en sus empresas, sino también en la sociedad.
Esta es una perspectiva muy limitada desde la cual parece casi
imposible poder intentar construir una visión más amplia y
actual del papel del gobierno corporativo en la sociedad y de la
RSE como un factor importante en la gestión/relación de las
organizaciones con los diferentes grupos sociales donde
adscriben sus distintos “apostadores”. Por lo tanto, si nos
proponemos construir una mejor relación entre las organizaciones
que operan en la sociedad y los grupos o públicos que la
conforman, la revisión de este propósito plantea todo un
desafío.
Esta lógica neoliberal, haciendo un juego de palabras en inglés,
dice que el único stakeholder es el shareholder, esto es, que el
apostador reconocido y reconocible para la organización –en este
caso, con fines de lucro- es solamente quien apostó por ella
comprando sus acciones. La lógica de este enunciado es impecable
pero, ¿es suficiente? No lo parece, pese a que el reconocido
economista Milton Friedman, ya fallecido, la defendiera de modo
vehemente.
Podría decirse que, según esta perspectiva economicista, la
función directiva primordial es la de maximizar la ganancia del
accionista tanto a corto como a mediano plazo. Aunque parezca
árida y fuera de contexto, esta visión es la que prima en los
mercados financieros y es la mirada con que es evaluada la
dirección de las empresas a través del frío examen de los
informes bursátiles trimestrales. Se trata de una lógica
implacable e imparable, cuyas consecuencias se hacen sentir hoy
de manera harto dura; en consecuencia, preservar el valor del
accionista parece ser así la “última ratio” y la única medida
del éxito de la gestión.
Por el contrario, una visión amplia o pluralista, si bien no
deja de lado la importancia de satisfacer el interés del
accionista que “apostó” por la empresa, la integra con otras
demandas y exigencias sociales, que pugnan por hacerse oír y que
sin duda reclaman el pago de su “apuesta” o al menos pretenden
cobrarla, pues siguiendo su propia lógica, creen que eso es
justo para no sentirse estafados. Esta postura se inscribe
dentro de lo que hemos denominado como un enfoque
multidimensional del gobierno corporativo y dentro de éste la
RSE como una forma de contacto e interacción con los principales
grupos de “apostadores”.
Entonces, como primer paso en pos de la posibilidad de una RSE
eficaz –recordemos la idea de eficacia como la relación entre
los objetivos a alcanzar y el fin último de la organización- la
cual define una estrecha relación entre ambos, ello hace
necesario que el tema de la RSE junto con el de la cultura
corporativa forme parte de la agenda y los planes de trabajo
tanto del directorio como del CEO y de modo consiguiente debe
penetrar en el resto de la organización, transformándose de modo
paulatino en una característica cultural distintiva de la misma.
El funcionamiento activo y comprometido del directorio es la
base constitutiva de esa RSE, pues sin un directorio cuyas
preocupaciones vayan más allá de los controles financieros, no
es posible pensar en la vigencia de una RSE también activa y
comprometida. Por consiguiente es impensable contar con un
programa medianamente efectivo de RSE con un directorio laxo o
desertor de sus responsabilidades y que además no tenga clara la
visión multidimensional del gobierno corporativo.
Ahora bien, es imposible atender simultáneamente, con el mismo
grado de importancia, a todos los públicos posibles o pasibles
de atención por una determinada organización. Por eso una de las
tareas primeras es la determinación de los públicos de interés
para el desenvolvimiento de las actividades de la organización.
Esto significa identificar los “apostadores” y su grado de
“saliencia” o relevancia para determinar la importancia/gravedad
que su atención demanda.
Una vez identificados los “apostadores” que influyen o reciben
influencia o impacto como consecuencia de las actividades de la
propia organización, es oportuno asignar prioridades en función
de su impacto y “saliencia”. La construcción de este panorama es
esencial antes de considerar cualquier acción de RSE, ya que no
hay ninguna acción en este sentido que “tape” problemas críticos
emergentes no resueltos o no encauzados correctamente.
Para esto puede ser interesante construir un cuadro con dos
variables: poder e interés. La primera de ellas se refiere a la
influencia (positiva o negativa) que pueden ejercer sobre las
actividades mencionadas; mientras que la segunda se refiere al
grado de interés que esas actividades despiertan en determinado
grupo. Ambas variables determinan distintos comportamientos de
respuesta.
En ningún caso estas posiciones son estáticas, en todo caso
corresponden a una “fotografía” en un momento dado, pero las
circunstancias, la propia dinámica de los hechos y del
funcionamiento de los diferentes grupos de “apostadores”, hacen
de este un ejercicio en permanente proceso de revisión, el cual
forma parte del trabajo de actualización de las agendas de
trabajo corporativo y del CEO.
Pero el trabajo con los apostadores no concluye aquí, por el
contrario recién comienza. Sobreviene la tercera etapa que es la
del conocimiento de los apostadores clave, de modo tal de tener
un panorama claro de cuáles son sus reacciones posibles, frente
a emergentes críticos de las actividades presentes o futuras de
la organización, y cuál es o será su posible posicionamiento
frente a una determinada situación, para que las acciones de RSE,
no se den en el vacío y, por el contrario, sean compatibles con
sus necesidades o reclamos.
Pero ¿cómo reconocer a los apostadores y sus intereses
manifiestos y ocultos? Es necesario un esfuerzo integral de
relevamiento, dentro del cual pueden trazarse muchos
interrogantes en esta tarea para conocer mejor al o los
“apostadores” clave.
La mejor manera de poder contestar estos interrogantes, y otros
más que puedan surgir, es abrir un canal de contacto con esos
“apostadores” clave que permita dialogar de modo abierto y
directo, a la vez que evaluar la situación y sus proyecciones a
corto y mediano plazo que permitan construir un programa de RSE
con un horizonte temporal amplio y no pequeñas acciones aisladas
que parecen más bien respuestas compulsivo/reactivas que un plan
orientado a construir vínculos con los diferentes “apostadores”.
Un enfoque abarcador del tema es el que propone un modelo de
investigación realizada por el CICA (Canadian Institute for
Chartered Accountants) , entidad que nuclea a los contadores
públicos canadienses, la cual trabaja en cooperación con el
Centro para la Innovación en la Gestión (CIM) de la Universidad
Simon Fraser – (Vancouver-Canadá).
Este trabajo busca explorar tres cuestiones fundamentales: a)
bajo qué condiciones las relaciones con los “apostadores” crean
valor para la organización, b)cuales son las condiciones para
construir relaciones positivas con los “apostadores” y c)cuáles
son las medidas adecuadas para evaluar la calidad de esas
relaciones.
Un interesante aporte complementario para evaluar la relación
con los diferentes grupos de “apostadores” es la herramienta
–que con carácter experimental- ha desarrollado también el
citado Centro de la Universidad Simon Fraser en Canadá. Se trata
de “The Stakeholder 360” .
Con dicho instrumento se pretende medir los niveles de “capital
social” producido por una empresa en la relación con sus
diferentes “apostadores”. El “capital social” se define como la
suma de las evaluaciones de la relación entre ambas partes,
expresada en términos de a) cantidad de comunicación (lo
hablado), b) acuerdo mutuo sobre objetivos (lo pensado e
instrumentado) y c) la confianza generalizada (apertura y
transparencia).
El objetivo de utilizar esta herramienta es ayudar a las
organizaciones a comprender y satisfacer las expectativas de sus
múltiples “apostadores” que suelen tener intereses divergentes,
los cuales muchas veces son hasta antagónicos y conflictivos
entre sí.
Sin duda la evaluación de cuáles son los públicos clave para una
organización determinada y la consiguiente implementación de
acciones concretas, constituyen un ejercicio de importancia y
atención permanente, que tiene que ver con el posicionamiento y
la fuerza institucional que se quiera ocupar no sólo en materia
de RSE sino como organización al momento de considerar la
coherencia entre lo declamado y lo actuado.
Pero, como señalamos con anterioridad, existe –de modo más o
menos deliberado- un cierto grado de confusión en torno a los
objetivos, propuestas y acciones de RSE, desconociendo o
ignorando que como tal la RSE integra, de modo indisoluble, no
sólo la forma sino también el contenido con que se ejerce el
gobierno corporativo de una determinada organización.
De modo reiterado se la suele confundir con operaciones de mera
promoción comercial o con actividades aún más elaboradas, como
son las que se refieren al posicionamiento de imagen, razón por
la cual una de las formas habituales de “maquillaje” es la de
ejercer algún tipo de acción filantrópica que brinde o permita
ese posicionamiento.
Lo anterior supone el obviar se ejerza algún tipo de juicio
crítico valorativo, que obligue a tener que revisar o cambiar
algo acerca de las maneras de gestionar los negocios o las
prestaciones de una determinada organización, como también
evitar el examen de las posibles fallas o puntos débiles en
relación con las expectativas de sus respectivos “apostadores”.
Por lo tanto, se parte de la pretensión de suponer que la acción
filantrópica es la moneda de cambio que permite dejar fuera de
discusión esos temas emergentes que los directivos consideran
tabú. Es lo que en política se denomina como “clientelismo”
electoralista, actitud denostada por diferentes sectores de la
sociedad, pero que sin embargo se suele practicar en otros
ámbitos, bajo otros títulos, pero con el mismo fin.
En verdad es más que difícil hacer que la RSE no sólo sea
compatible con el gobierno corporativo, sino que también integre
la agenda de temas críticos del directorio como también del CEO.
Así por ejemplo las empresas de servicio masivos que por lo
general cuentan con un deficiente servicio de atención a sus
clientes (CRM), no hacen una revisión crítica de cómo gestionan
esta relación con sus apostadores.
Pese a no atender este punto esencial de su respectiva RSE, sin
embargo promueven a la vez la realización de actividades
benéficas, como también producen un excelente folleto, muy bien
impreso, donde reseñan sus actividades de RSE junto con un
balance social de la organización. El caso extremo es el de las
empresas tabacaleras que suelen participar como adherentes en
entidades voluntarias dedicadas al fomento de la RSE.
Sin duda estos casos paradigmáticos ilustran de modo más que
fehaciente el hecho incontrastable de que en la mayoría de las
situaciones la RSE es –reiteramos- una suerte de “maquillaje” o
peor aún de “camuflaje” para disimular acciones no claras. Esto
es lo que define una suerte de duda generalizada acerca de la
autenticidad de los esfuerzos de RSE
“El patriotismo es el último refugio de un miserable” decía Lord
Acton (1834-1902), para referirse a aquellos que se esconden
detrás de grandes principios para ocultar sus defectos o
incumplimientos. Este es el caso de ciertas acciones o
manifestaciones de malabarismo en materia de RSE, lo cual sin
duda motiva la reacción de diferentes públicos ante la
hipocresía.
Cuando la gente común, hombres y mujeres que viven lo cotidiano
y experimentan los sinsabores de la falta de respuesta en
tiempo, forma y modo a sus reclamos legítimos como usuarios o
clientes de distintos tipos de prestaciones, es muy difícil
hacerles creer que la RSE no es una respuesta oportunista de
cara a la sociedad.
Sin duda poder alcanzar estándares aceptables de cumplimiento en
cualquiera de estos tres niveles supone trabajar en pos de una
agenda multidimensional tanto del directorio como del CEO; al
respecto Donna Wood (profesora de Ética de los Negocios -
Universidad de Northern Iowa) realizó hace varios años atrás una
interesante propuesta de un modelo para la acción, en la cual
define tres posibles niveles:
1. Principios de responsabilidad social
2. Procesos de respuesta social
3. Resultados a lograr en la relación con los “apostadores”
• Principios de responsabilidad social. Se trata de
institucionalizar el compromiso y las obligaciones a las que la
organización resuelve adscribir y por consiguiente establecer
como prioritarios para orientar su gestión.
• Procesos de respuesta social. La respuesta de RSE de una
organización, se evidencia mediante la capacidad de los miembros
de la misma para responder a las presiones sociales emergentes.
A su vez es la resultante de la habilidad de la organización
para sobrevivir y adaptarse a su entorno
político-económico-social.
• Resultados a lograr en la relación con los “apostadores”. Es
lo que marca la diferencia entre un programa de RSE efectivo y
otro que no lo es; aquí nos encontramos con tres tipos de
posible agrupamiento de los resultados:
• Con los “apostadores” internos. Incluye tanto los aspectos
vinculados con la gestión humana de la organización para con sus
miembros, como también el accionar cotidiano de esos mismos
miembros en cuanto a hacer efectiva la RSE en las interacciones
con clientes, proveedores, accionistas, comunidad y demás
“apostadores” de la organización
• Con los “apostadores” externos. Se refiere al impacto de las
acciones de la organización sobre personas o grupos externos a
la misma. Esto involucra también posibles reclamos o solicitudes
en relación a: productos defectuosos, atención al cliente,
relación con proveedores, encuadre impositivo, impacto de
programas de bien público, control del medio ambiente y
procesamiento de residuos tóxicos, entre otros.
• Efectos institucionales externos. Entran aquí en consideración
aquellos aspectos que hacen en sentido amplio a la comunidad y/o
a la sociedad global, más allá de los “apostadores” de la propia
organización, como por ejemplo la actitud de la organización
frente a desastres o contingencias, como también a las posibles
normas ambientales o regulaciones de distinto tipo que puedan
afectar la gestión .
Quedan aún dos puntos clave para cerrar la consideración de este
vasto y complejo tema de la gestión corporativa de la RSE, se
trata de la auditoría social y del papel eventual del ombudsman.
Con respecto a la primera, se trata de una herramienta
imprescindible para poder conocer cómo ven sus “apostadores” a
la organización, sus productos, servicios y demás acciones de
todo tipo.
Al igual que en el caso de la auditoría societaria externa, se
trata de una función indelegable del directorio tanto en la
selección del auditor, como en el plan de trabajo y la
conducción del proceso de auditoría y evaluación de sus
resultados. El auditor externo en dependencia del directorio
tiene que poder trabajar con total independencia, sin ningún
reporte cruzado con la línea ejecutiva ni tampoco el CEO.
La auditoría social implica alcanzar a todos los “apostadores”
relacionados con la organización, comenzando por el propio
personal, no limitándose a una estereotipada encuesta de clima
interno, restringida a preguntas redundantes y en cuyas
conclusiones las más de las veces la gente no cree, o lo que es
peor, ni se entera de ellas.
Otro tanto debiera ocurrir con los diversos grupos de
“apostadores” externos, a los cuales con anterioridad se
consideró clave, grupos que como mínimo debieran incluir a
segmentos importantes – mediante muestras significativas- de
clientes y proveedores, como también a sectores críticos de la
comunidad de influencia más cercana.
A posteriori de la realización de la auditoría y de la
presentación del informe final, el directorio debiera estar en
condiciones de aprovechar su contenido, y para ello bajar las
conclusiones, haciendo conocer los puntos salientes favorables
y/o negativos a todos los responsables directos, con el
consiguiente compromiso de elaboración de un plan de acciones
correctivas o de mejoras que, sin duda, constituirán la base
para la elaboración del plan de acción actualizado de RSE.
Igualmente sería oportuno prever, de un modo fácil y directo, la
devolución de la información recibida de los distintos grupos,
esto –que suele pasarse por alto- es una señal de respeto por el
otro que marca todo un estilo de cultura organizativa. Este
mecanismo además permite, de modo muy directo, mantener abiertos
los canales de comunicación con los diversos “apostadores”
interesados.
Sin duda parece la pregunta ¿qué pasa cuando la relación es
conflictiva o hay una crisis en el medio?. Aunque parezca una
respuesta facilista: no hay otra alternativa, más tarde o más
temprano, se ha de enfrentar el tema. Cuando vimos el tema de la
construcción de la agenda comentamos las dificultades que se
presentan cuando se deja fuera de la misma a un grupo que puja
por defender una situación de queja o reclamo. Pese a los
habituales consejos legales de no hacer nada, la realidad indica
lo contrario: cuanto más se demora es peor el resultado.
Consideración especial merece el tema del ombudsman, pues se
trata de una figura de relativa novedad, no exenta de ser
considerada como una tendencia de moda, la cual intenta recrear
en los ámbitos empresarios el papel del defensor del pueblo, que
en una antigua tradición de los países nórdicos lleva ese
nombre.
Sin duda, en más de un caso, la designación de una persona para
ocupar el puesto de ombudsman, es también fruto de la
improvisación o en el peor de los casos de la especulación –un
tanto ingenua- en el sentido de creer que se puede instaurar la
imagen de ser socialmente responsable bajo el simple artilugio
de “importar” este papel en la propia organización, cubriéndolo
con alguna figura de prestigio.
Es una decisión difícil, con consecuencias no siempre
previsibles, si no se tiene claro el porqué y para qué de éste
papel en la organización; sin duda, ante los ojos de todos los
“apostadores”, es un acto político mayor, el cual para ser
efectivo tiene que estar muy bien definido en sus
responsabilidades y alcances.
Bajo el supuesto de que se satisface una necesidad cierta con la
incorporación del ombudsman, aparece el tema de la dependencia
funcional; al respecto, en verdad no hay claridad, hay
organizaciones en las cuales depende del CEO y hasta alguna en
la cual aunque parezca increíble –e ignorando el conflicto de
papeles- el CEO es el ombudsman.
No hay duda que un ombudsman necesita autonomía para poder
actuar, por lo tanto no debiera depender de la línea ejecutiva,
sino del directorio, al igual que los síndicos, esto son los que
aseguran el control de legalidad y el ombudsman debiera poder
asegurar otro tanto en el campo de la responsabilidad social.
Por consiguiente parece lo más aconsejable la dependencia del
directorio, de modo tal de limitar al máximo el alcance sobre él
de las presiones de la línea ejecutiva.
La estabilidad del ombudsman es otro tema clave, salvo mal
desempeño no debiera poder ser removido con facilidad, pues de
lo contrario su independencia estaría coartada, o al menos
limitada. Otro tema crítico es el del ámbito de autoridad,
puesto que la labor del ombudsman no debe superponerse ni
interferir con la línea ejecutiva, pero sin duda su relación con
las demandas de los diversos “apostadores” exige siempre una
respuesta, que seguramente habrá de venir de la línea ejecutiva.
Esto todavía es mucho más critico cuando la situación se refiere
a un “apostador” interno que plantea un reclamo, pues la acción
en pro de resolver el tema del ombudsman puede dejar en
situación equívoca al “denunciante”, quién en un clima de
“paranoia organizacional” puede pasar rápidamente a ser víctima
de acoso moral.
Una posición prudente respecto al tema podría muy bien ser la de
contar con una buena auditoría social, gestionada por el
respectivo comité del Directorio y llevada a cabo durante un
lapso de aproximadamente 5 años, de modo de crear y consolidar
un hábito organizacional en su aplicación, evaluación e
implementación de mejoras y cambios. A partir de ahí se podría
estar en condiciones de evaluar la oportunidad y conveniencia de
ir adelante con la definición de incluir o no a la dependencia
del directorio la posición de Ombudsman.
Sin duda, todo gobierno corporativo multidimensional, el cual
incluye la RSE, trata de responder las demandas de cohesión
interna y presión externa que plantea la vida de cualquier
organización en su relación con los diferentes “apostadores”;
situación de equilibrio inestable, a la cual es imposible
sustraerse, que a su vez genera tensiones, conflictos e
interrogantes, que a menudo suelen plantear “disonancias
cognitivas”, no siempre fáciles de resolver, puesto que
información, satisfacción o retribución y transparencia, no
suelen ir de la mano.
También es cierto que ninguna organización puede dar una
respuesta amplia, completa y satisfactoria para todos sus
pretendidos apostadores. ¿Cuál es el límite de aceptación de las
“apuestas”? ¿Cuál es el límite del compromiso que se está
dispuesto a aceptar? ¿Cuáles son las implicancias en términos de
imagen y también de costos? ¿Cómo se conectan estas demandas con
la rentabilidad para el accionista vs. el ejercicio razonable de
la RSE? ¿Cómo satisfacer estas demandas en un mundo competitivo
donde impera el corto plazo?
Sin duda se trata de preguntas de más que difícil respuesta, lo
cual requiere del ejercicio hábil y prudente del “arte de la
gerencia”, pues los recursos son siempre escasos y limitados,
mientras que el grupo de posibles apostadores suele ser
numeroso, pero son preguntas que no pueden ser ignoradas, o
esperar que el tiempo las conteste, pues el precio a pagar por
el olvido o postergación suele ser más bien elevado.
Para concluir quisiéramos remarcar la importancia y necesidad de
trabajar en pos de un confiable y válido gobierno corporativo,
sin el cual las acciones de RSE tendrán poca vigencia y menos
aún consistencia. Debemos empeñarnos entonces para superar con
hechos concretos y no con palabras la percepción de que la RSE
sirve sólo de “maquillaje para empresarios” .
Sin duda, estamos ante interrogantes que en realidad no sabemos
muy bien cómo plantear y mucho menos cómo resolver. La protesta
y reclamo de distintos sectores de la sociedad, ante las
limitaciones cotidianas y las dificultades en lograr soluciones
efectivas, plantea una situación preocupante, porque muestra el
creciente descreimiento cívico e insatisfacción de un segmento
importante de la ciudadanía.
Sumado a ello, como bien señala Kliksberg , las realidades
contemporáneas están asociadas con un fuerte crecimiento de las
desigualdades entre países, lo cual hace más complejo el cuadro
y dificulta las posibilidades reales de encarar soluciones,
puesto que lo urgente tiende a devorarse lo importante.
Además, aún en aquellos países con mayor tradición de respeto
por las libertades personales, se asiste al creciente fenómeno
de la “compresión” y achicamiento de las libertades civiles en
aras de la protección ciudadana frente al terrorismo,
En suma estamos frente a una sociedad cada día más autoritaria,
ante la cual no sólo debemos defendernos, sino ser capaces de
generar alternativas que permitan construir un espacio habitable
por y para todos, sin exclusiones de género, credo o raza. Esto
es RSE. Se hace entonces más que necesaria una respuesta
auténtica y comprometida frente a estos desafíos, y no una huída
hacia adelante siguiendo una nueva moda ficcionalizada en torno
a la RSE.
Necesitamos una búsqueda de coincidencias en torno a la
importancia y urgencia de una mejora continua de nuestra calidad
de gobierno corporativo y por ende de su correlato la RSE, pero
evitando nuestra natural tendencia disociativa, proclive a la
dispersión y multiplicación de esfuerzos aislados y por ende
limitados.
Sin duda, son las organizaciones de trabajo las verdaderas
escuelas donde los adultos aprendemos las maneras de ser y modos
de hacer que luego trasladamos al resto de nuestra vida en
común; la tolerancia, la solidaridad y el bien común, no son
abstracciones, ni declamaciones, sino construcciones, que se
hacen desde los pequeños hechos y quehaceres de lo cotidiano.
Recordemos una frase de Einstein, quién decía: “Dios se
manifiesta en los pequeños detalles...”. También los humanos nos
develamos y revelamos a través de la presencia o ausencia en
nuestra manera de actuar de ciertos detalles o, mejor dicho,
virtudes –a las cuales Comte Sponville llama “pequeñas”- como
son en lo cotidiano, la cortesía y el buen trato para con los
demás, sin las cuales es muy difícil construir el resto, que sin
duda, hace posible y pasible la coherencia y la consiguiente
construcción de la credibilidad que es su fruto natural y
espontáneo.
Por lo tanto la “Responsabilidad Social Empresaria”, comienza y
termina en la “Responshabilidad
Social Directiva”, sin coherencia personal no hay credibilidad y
sin credibilidad en los dirigentes, no es posible construir la
credibilidad en las organizaciones. Por ello quienes actuamos
como directivos necesariamente debiéramos sentirnos convocados a
trabajar por esta empresa mayor, no como una obra de caridad
cuando nos sobra tiempo o recursos, sino como parte de la
responsabilidad indelegable de nuestro trabajo cotidiano.
No digo esto con seudo afán evangelizador o de falsa ética, sino
con la intención de proponer un compromiso: compromiso con
nuestra sociedad, compromiso con nuestra gente, compromiso con
la subsistencia y crecimiento de nuestras propias empresas u
organizaciones, compromiso con el deber ser de cada uno de
nosotros como dirigente.
MUCHAS GRACIAS
shm
1. “Meditations of a
Broomstick” (1970)
2. SBDAR Manuel (2007): “Rompiendomoldes de management y
negocios” VI – Para Aristóteles como para Perón, la única verdad
es la realidad págs. 147/149 – Granica – Buenos Aires
3. Ver “La revalorización de la cultura del trabajo y del
esfuerzo en el capitalismo moderno: el caso francés” ponencia
del 9-11-2007 en el 43° Coloquio Anual de IDEA – Mar del Plata –
7 al 9-XI-2007 – págs.67 y 68
4. “Measuring the Business Value of Stakeholders Relationship” –
Part One - CIM – The Center for Innovation in Management – Simon
Fraser University – Vancouver – British Columbia – Canada -
August 2001
5. “The Stakeholder 360 – Measuring The Quality of Stakeholder
Relationships” - CIM – The Center for Innovation in Management,
Simon Fraser University, Vancouver, British Columbia, Canada,
2001
6. COHEN D., PRUSAK L. (2001): “In Good Company - How Social
Capital Makes Organizations Work” - Harvard Business School
Press - Boston –Mass. - USA
7. WOOD Donna (1993): “Business and Society” – Harpercollins
College Div. – New York - USA
8. “RSE: Maquillaje para empresarios” – Dossier Revista Mercado
– Nº 1052 – Bs. Aires - noviembre 2005 – págs 84/98
9. Kliksberg Bernardo – 2Más ética, más desarrollo” _: editorial
TEMAS – Buenos Aires 2005.
10. COMTE-SPONVILLE André – “Pequeño tratado de las grandes
virtudes” –Editorial Andrés Bello – Buenos Aires - 2003 |
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RSE:
Sin autocrítica no hay responsabilidad |
La
Irresponsabilidad Social Empresarial (IRSE) es la única causante
de la crisis económica que padecemos. La necesidad de mantener
inflada la burbuja para que las transacciones en el mercado de
"valores" sean rentables, y que durante un periodo tan largo de
la economía todos ganáramos, tenía que saltar por algún lado.
Esta vez los vendedores de hipotecas, y los más socialmente
irresponsables, sus jefes, si que han hecho negocios en la base
de la pirámide. Mejor dicho, si que se han enriquezado gracias a
la base de la pirámide. Se han echao pal broso unos magros
dinerillos que, como siempre, pagaremos entre todos. La ecuación
es sencilla: "Sin gano, pa mí. Si pierdo, pagamos todos".
La verdad si esto es lo que algunos entienden por "Negocios
Inclusivos", paren, que me bajo.
Y oigo silencio, ¿ustedes no? Desde hace unos meses los acólitos
de Adam Smith y de Friedman, los fundamentalistas
ultraliberales, esos que nos asaltan y dan lecciones magistrales
desde algunos sus púlpitos de oropel, esos que compran acciones
en bancos que tienen sus inversiones en bonos basura, parece ya
que no desean dejarlo todo en manos del mercado. Ahora los
culpables son otros.
No sigo oyendo más que A pluses y más chapas ecológicas, éticas,
transparentes, excelentes, para poner en la tapa de las memorias
que nos mandan . Para cuando menos chapas y más realidad. ¿No
tienen las Agencias de Rating algún indicador que permita
conocer el indice de avaricia desmesurada del ser humano? A lo
mejor deberían poner a sus analistas a trabajar en eso y lo
mismo ganábamos en sostenibilidad.
Nadie asume ninguna responsablidad, ninguna empresa, ninguna
persona, nadie dice:
"Me confundí, nos confundimos. Volvamos a empezar"
Fuente: Diario Responsable (Enviado por: Jordi Jaumà Bru),
29/09/08 |
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